Mostrando entradas con la etiqueta Hannah Arendt. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Hannah Arendt. Mostrar todas las entradas

domingo, 18 de mayo de 2025

La mentira como única verdad

 Hannah Arendt. Pensadora que se negaba a considerarse filósofa.

Por Sergio Sinay (*)

El uso y el efecto de la mentira en la política es un tema que preocupó especialmente a Hannah Arendt (1906-1975), la esencial pensadora alemana que se negaba a considerarse filósofa, a pesar de haber sido una de las intelectuales que más aportaron a la comprensión de temas decisivos, como la responsabilidad, el acto de gobernar o lo que ella llamó la banalidad del mal (una capacidad perversa que, según advirtió, anida en todas las personas, incluidas las más insospechables). En Verdad y mentira en la política, un tomo que recoge varios de los ensayos que dedicó a la cuestión, aparecen reflexiones muy valiosas para abordar en tiempos de noticias falsas, realidades intervenidas y desvirtuadas y una desfachatada manipulación (o negación) de la verdad desde el poder.

lunes, 19 de julio de 2021

Réquiem por la política

 Hannah Arendt

Por Sergio Sinay (*)

El sentido de la política es la libertad. Esto afirmaba la pensadora alemana Hannah Arendt (1906-1975), filósofa imprescindible a la hora de entender la política y la modernidad. La tesis mencionada por Arendt sobre el sentido de la política es, según ella lo dice, la respuesta simple y contundente a una pregunta antiquísima: ¿tiene la política algún sentido? 

lunes, 18 de agosto de 2014

Perfiles / Hannah Arendt: el derecho a tener derechos

Consideraba que la libertad y la justicia eran los principios básicos de la política. Su independencia intelectual le granjeó no pocas críticas. Arendt denunció siempre que los derechos en abstracto no lo son en absoluto.

Hannah Arendt: la libertad política y la democracia
sin límites.
Nació en Hannover en 1906 y murió en Nueva York en 1975. Vivió a tope una época convulsa de guerras mundiales, viajes espaciales, avances científicos y horror elevado a campos de exterminio. No es extraño que prendiera en su discurso filosófico la pasión por la política, la libertad y sus límites.

De origen judío, su padre murió de sífilis cuando Hannah solo tenía siete años. A los 14 años ya leía a Kant y a Jaspers. A los 17 la echan de la escuela por problemas disciplinarios y va a vivir sola a Berlín, donde estudia teología cristiana y lee a Kierkegaard.