Leer Rosa de Guayaquil es al mismo tiempo un placer y un dolor. Placer porque en ella está el virtuosismo de la autora que nos narra una historia de amor dentro de la historia de América. Es difícil precisar hasta dónde ésta es una novela histórica o una novela de amor. Ambos aspectos están tan unidos por hilos invisibles que no es posible determinar límites. En este punto se centra el placer del lector que transita por el texto. Y, por otro lado, conocer parte de la historia de América, de la cruenta lucha por una América unida y libre, dolor por el olvido de Buenos Aires ante la unidad del continente, su indiferencia y menosprecio por los personajes que hicieron de ésta una tierra de libertad. Buenos Aires con su mirada en Europa ignora que la Patria Grande está acá, en las tierras del norte que miran al Perú, a Colombia, a Venezuela, a Bolivia, la verdadera herencia latinoamericana.
Esta novela presenta a América, a San Martín y Bolívar, poseedores de un mismo sueño, espejo uno del otro, que no pudieron llegar a un acuerdo. Borges también imaginó ese momento histórico en el cuento “Guayaquil”, en “El Informe de Brodie” (1970), narración de un hecho del que nada se conoce en realidad, ya que San Martín y Bolívar se reunieron a solas. En este punto podemos aceptar la idea de Georges Duby que señala que los vacíos de la historia se completan con la imaginación.
Tan iguales y tan distintos, San Martín pura razón, estrategia, disciplina y Bolívar puro corazón, coraje, entrega sin límites. Ambos dando todo por la Patria sin lograr construir un acuerdo. Uno espejo de otro, cada uno en su ideal y su entrega. Unidos en el amor a la patria y a dos mujeres, emblemas de la libertad, empoderadas para una época en que la mujer no participaba de la vida política. Rosa Campusano Cornejo y Manuela Sáenz, tan iguales y tan distintas ellas también. Ambas formaron una red de espionaje para asistir con información a los patriotas, ambas amaron a sus generales. Rosa amada y amante de San Martín apoyando su presencia en Guayaquil, cuidando al General. Amor incondicional que era presencia y apoyo aun sabiendo del amor del General por su esposa Remedios de Escalada, mujer frágil, alejada del frente de las luchas políticas. Rosa mujer coraje, caminando las calles en busca de información. Entregada al General y a la patria, aun presintiendo su destino de soledad. “Nací para ser abandonada”, decía. Rosa se mueve entre encajes y joyas, se opone a la figura de Manuela, mujer culta pero decidida a seguir a Bolívar hasta el frente de batalla, soldado al servicio de su general y la patria y que supo siempre encontrar el camino para templar el carácter de Bolívar Dos historias de amor, distintas, paralelas. En las dos hay sabor a plenitud, a unión por la patria,
a dolor por la indiferencia del poder que abandona a sus libertadores por mezquinos intereses de poder y económicos.
En esta novela polifónica hay cuatro voces que, a través de la técnica del monólogo interior, narran la historia de la patria dolorida. En el primer y segundo capítulo el General San Martín cuenta su presencia en Lima para el encuentro con el Gral. Bolívar, sus dudas, sus miedos, sus esperanzas. Allí está Rosa que lo ama, lo admira y apoya. Es el sostén en el cual el General, ya enfermo, recupera fuerzas para ese encuentro. También se vislumbra la presencia de Manuela Sáenz, amiga de Rosa y compañera enamorada de Bolívar. San Martín dice: “El continente para los porteños no cuenta”, palabras que hoy resuenan en muchos argentinos que sienten ese mismo abandono. San Martín reconoce el coraje de Bolívar y su campaña libertadora. La admiración es mutua, el respeto también; pero la presión y el abandono de Buenos Aires hacen fracasar el encuentro de los generales. En este capítulo, la historia de amor entre Rosa y San Martín aparece como un hilo central y conductor que nos lleva a la historia de América en la lucha por lograr la Patria Grande. Se marca muy claramente el dolor de San Martín por la muerte del Gral. Güemes, cuya presencia era un factor clave para el éxito de la campaña
Llega el tan esperado encuentro ¡tantos ideales comunes y tantas diferencias! Encuentro en el que finalmente no se pudo acordar el futuro común en la lucha.
La segunda voz es la de Rosa, evocando a su General, cuidando sus libros, acunando sus recuerdos y sus sueños de libertad, recordando la vida junto al General, el dolor de la partida, las cartas, los recuerdos. Rosa era una hija de América, toda corazón. Rosa escribe poemas, cartas, legado que dejará s su hijo.
Vuelve la voz del Gral. San Martín desde el exilio, desde su vida junto a su hija y sus nietas, sigue pensando en Rosa, en los libros que sabe ella cuida con mucho esmero. Sigue analizando el encuentro con Bolívar, su deseo de terminar con la lucha y las muertes y el desencuentro con la mirada de Bolívar. Piensa en su destino de hombre de armas y su amor por las artes, en el pasado familiar que había marcado su carrera de militar, evoca sus paseos por París, ciudad que ama, su vida familiar y el amor por sus nietas.
Mercedes San Martín de Balcarce, la hija amada, se introduce en el relato recordando a su padre, sus pensamientos, sus recuerdos, su deseo de descansar en Buenos Aires; idea que ella no acepta, porque esa ciudad había hecho sufrir mucho a su padre, ya que lo había abandonado. Grand-Bourg y Boulogne- Sur-Mer fueron los lugares que marcaron los días de paz y serenidad para el General... quien continuó pensando siempre que Bolívar fue el hombre más grande que tuvo América.
Exquisita novela donde vivenciamos la historia de América, la lucha de dos grandes hombres de la libertad, el poder en manos de quienes sólo se movían por intereses mezquinos y al mismo tiempo una historia de amor real, donde el amor es amor, sin títulos, sin reproches, sin esperas.
Liliana Bellone nos presenta Rosa de Guayaquil, una novela para leer con el corazón puesto en la Patria y en el amor. Una novela con todos los condimentos de historia, sentimientos, literatura; una visión de América a través de distintas voces que se hacen una en las voces de las generaciones que vivieron intensamente el amor y el dolor por la Patria olvidada por sus gobernantes.
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