miércoles, 13 de agosto de 2014

Pérdida de la memoria y del decoro

Por Gregorio A. Caro Figueroa (*)
La mayoría de los firmantes del llamado “Consenso de Cambios para el progreso de Salta” promovieron en 2003 la conformación de “Unidos por Salta”, acuerdo político cuyo objetivo fue rechazar la pretensión de modificar un artículo de la Constitución de la Provincia, con el único propósito de habilitar un tercer mandato.

Quien impuso esta reforma fue el entonces gobernador de la provincia quien luego de negarse, junto al ex presidente Menem, a confrontar en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales  montó una operación política de urgencia para convocar una Convención reformadora.
 
Diez años y medio después, los que en 2003 fueron dirigentes de “Unidos por Salta,  prefieren no recordar que rechazaron habilitar la vía de reelección indefinida a la que aspiró Romero. 

Ahora, este ex gobernador simula convertirse en un cruzado de la pureza republicana, de la limitación de los mandatos, la información pública y la transparencia cuando fue él quien ordenó modificar a su medida una cláusula de la Constitución para perpetuarse y desarticuló los organismos de control.

Después de repetir en los últimos cuatro años que no volvería a postularse,  reincide en la mentira y lo hace con la pretensión de acumular 16 o 20 años de mandato. Los firmantes del llamado “Consenso de Cambios”  perdieron la memoria, el decoro y el sentido del ridículo.

El cambio en Salta debe comenzar por la remoción de una dirigencia que a lo largo de 30 años clausuró la posibilidad de regenerar y renovar la democracia. El martes 12, el diario La Gaceta de Tucumán recuerda el ejemplo de Ernesto Padilla, gobernador de esa provincia entre 1913 y 1917.

Cuando en 1921, su partido le propuso gobernar un nuevo período, Padilla rechazó el ofrecimiento. Por nota dijo que esa propuesta de su partido contrariaba "la decisión que tengo adoptada de tiempo atrás”. Reiterando que había que trabajar para que penetrara "en la conciencia popular", la necesidad de alejar "el temido peligro de lo que en nuestra política se llama personalismo”.

El ex gobernador de Salta derogó de un plumazo una tradición constitucional de limitación de los mandatos que rigió 183 años en Salta. Romero no es Padilla, sino la negación del republicanismo y también de la ética.-

(*) En 2003 fue Convencional Independiente en la lista de "Unidos por Salta".

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