domingo, 4 de julio de 2021

La falacia del 'mal menor'

 Mala praxis. El gobierno nacional decidió aislar al país del mundo.

Por Sergio Sinay (*)

El 6 de agosto de 1964 apareció en la publicación británica The Listener una versión abreviada de “Responsabilidad personal bajo una dictadura”, ensayo que la filósofa alemana Hannah Arendt (1906-1975) escribió en respuesta a las furiosas reacciones que había desatado un año antes su libro Eichman en Jerusalén, en el que implantó su idea sobre la banalidad del mal.

La versión completa de aquel ensayo sería parte de la bibliografía de los cursos titulados “Algunas cuestiones de filosofía moral” y “Proposiciones morales básicas”, que Arendt dictó en 1965 y 1966 en la New School for Social Research de Nueva York y en la Universidad de Chicago.

El tema de la responsabilidad es central en la obra de Arendt, y la vigencia de sus ideas al respecto parece más sólida y poderosa a medida que se viven estos tiempos y en esta sociedad. En el ensayo mencionado aquí la pensadora se detiene en desbaratar la falacia del mal menor, esa excusa que suelen desenfundar y gatillar fácilmente quienes carecen de inspiración, de visión y de grandeza para gobernar y apelan en cambio a la puerilidad, la ineptitud y el autoritarismo. Esta semana, en una nueva exhibición de la mala praxis que el gobierno nacional viene ejerciendo desde el mismo comienzo de la pandemia, se decidió aislar al país del mundo (como si no lo estuviera ya, tras haberse alineado con algunas de las peores dictaduras del presente) limitando a 600 las personas que podrían ingresar diariamente al territorio nacional. La excusa, expresada con la torpeza habitual en la comunicación oficial, especialmente notable cuando hablan el Presidente o su jefe de Gabinete, fue que se trataba del “mal menor” frente a la segunda ola del virus. También fue el “mal menor” en su momento la elección de destruir la economía, hacer estallar el desempleo y terminar con la educación y con la salud mental de buena parte de la población antes que conseguir vacunas donde países que protegieron a sus ciudadanos las consiguieron y establecer una comunicación creíble y confiable para orientar a las personas hacia conductas de cuidado. Hablando del “mal menor” el Presidente supo pavonearse de que prefería un 10% más de pobreza que 10 mil muertos, y que eso le permitiría dormir tranquilo. Habrá que preguntarle si padece de insomnio con una pobreza que avanza imparable hacia el 50% de la población y 95 mil muertos al promediar la semana última. Quizás su respuesta sea negar que dijo lo que dijo.

“Políticamente hablando –escribe Arendt–, la debilidad del argumento ha sido siempre que quienes escogen el mal menor olvidan con gran rapidez que están escogiendo el mal”. Y agrega que quienes aceptan el argumento bajo el pretexto de que otra elección empeoraría las cosas contribuyen a condimentar el caldo en el que se cuece sin prisa y sin pausa el mal mayor. El “mal menor” elegido esta semana produjo la pérdida de cinco córneas que debían trasplantarse a quienes las necesitaban y otros tratamientos médicos deberán esperar o cancelarse, privará de insumos esenciales a industrias y empresas que ya padecen agonía, dejará sin trabajo a miles de personas cuyos empleos están ligados a la aeronavegación, al transporte aéreo y al consecuente transporte terrestre, entorpecerá exportaciones y privará de productos básicos (que van desde medicamentos hasta alimentos) a la población en general. Repercutirá también en las comunicaciones, puesto que la actividad se mantiene, actualiza y reinvierte a partir de elementos importados. La excusa fácil, gastada, no creíble e hipócrita de quitarse responsabilidad echándole la culpa al gobierno anterior difícilmente pueda cuajar en esta situación.

Arendt cita el Talmud, libro que recoge las leyes de la tradición judía: “Si te piden sacrificar a un hombre por la seguridad de toda la comunidad, no lo entregues; si te piden que dejes violar a una mujer en aras de todas las mujeres, no dejes que la violen”. Si te hablan del “mal menor”, no les creas. Es la falacia de quienes eluden sus responsabilidades. Y, usándola como nido, en ella empollan los males mayores.

(*) Escritor y periodista

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