viernes, 24 de abril de 2020

Parole, parole, parole de dios

No hay que tomar a Jesús como gurú a la hora de 
administrar un negocio, y mucho menos un país

Por David Toscana

Yo no sé qué busque el papa Bergoglio interpretando como interpreta la palabra de Jesús en los Evangelios. Cuando dice: “A los pobres siempre los tendréis con vosotros”, no quiere decir: “Yo estaré siempre con vosotros en los pobres, presente en ellos”. El papa recorta la frase y la continúa a su antojo. Pero el versículo completo dice lo que Jesús dice y no lo que dice el papa: "Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, mas a mí no siempre me tendréis". 

Además, ése no es el centro del evangelio. Cuando a Jesús le preguntan cuál es el primer mandamiento de todos, él responde: “Amarás pues al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente y con todas tus fuerzas; éste es el principal mandamiento”. Entonces el centro del Evangelio tiene que andar por ahí. Asegurar, mi estimado Francisco, que seremos juzgados según nuestra relación con los pobres no es palabra de dios sino populismo vaticano. Los que fuimos al catecismo sabemos que el juicio se basa en otras cosas. La fe, por ejemplo. Y aunque acumular buenas obras, así como seguir los mandamientos, son cosas que agradan al señor, los criterios con que seremos juzgados son un misterio. “¿Quién podrá ser salvo?”, preguntan al nazareno, y él responde con evasivas: “Para los hombres imposible es esto; mas para Dios todo es posible”. Así es que, ojo, porque poner en boca de Jesús palabras que él no pronunció sí es motivo de condena.

Eso de citar mal las palabras del salvador se dio desde el origen. Según Mateo, dijo: “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”; pero Lucas edita la frase: “Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios”.

Por supuesto Lucas tiene mayor impacto social, pues cualquiera sabe lo que es un pobre, en cambio siglos de teología apenas intuyen lo que pueda significar la pobreza de espíritu. En términos lucateros, los países que han sacado a su población de la pobreza, hacen mal, pues van dejando cada vez menos indigentes que hereden el reino de dios, y van ensanchando la puerta a la perdición. En cambio, quienes meramente dan dádivas a los pobres los multiplican al tiempo que se encargan de apaciguarlos sin sacarlos de su condición, y así estarían ganando muchas almas para la vida en el paraíso.

Jesús, de cierto os digo, era un pésimo economista, por eso no hay que tomarlo como gurú a la hora de administrar un changarro, mucho menos un país. Son famosas las frases que le espetó a un rico: “Vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres”. Si el propio Carlos Slim lo hiciera, se perderían miles y miles de fuentes de trabajo sin que los pobres tuvieran más que para pagarse una juerga. Y ya se sabe que lo último que haría la Iglesia sería vender todo lo que tiene para dárselo a los pobres.

Quizás el dios que está en los cielos sea omnisciente, pero su hijo vino al mundo hecho hombre, con el cerebro en blanco, y la economía no era su especialidad. Recordemos además que sus consejos eran válidos hasta el punto en que él cumpliera su promesa de volver pronto; pero han pasado dos mil años y tal parece que ya perdió el tren.

Así las cosas, la frase de marras: "Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, mas a mí no siempre me tendréis", más bien parece significar que serán los propios hombres quienes deben ayudar a los pobres, ya que dios los ha abandonado a su suerte. Eso no se logra con limosnas y ruegos, sino con trabajo, talento, ciencia y administración. El propio cristo tuvo nulo empeño por sacar a los pobres de su pobreza. Él prefería juntarse con los ricos, que le daban bien de comer y beber. Él hizo aparecer monedas para pagar sus propios impuestos, pero no creó riqueza para los demás; apenas un día les dio de comer a sus seguidores pan y pescado. Un día nada más, porque repetir el milagro durante seis años habría agotado su crédito celestial.

Algo sí advirtió muy claramente el Hijo del Hombre: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces”.

Amén.

David Toscana (Monterrey, 1961) es escritor. Fue ganador del Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2017 por su novela Olegaroy.

© Letras Libres

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