lunes, 20 de agosto de 2018

Los negadores

Por Carlos Gabetta (*)
Respecto de la corrupción populista en sus diferentes estratos (política, institucional, corporativa), hay tres clases de negadores. La primera, del tipo de un amigo peronista, excelente profesor universitario e intachable persona, que reconoce los hechos. Pero nunca aborda el tema, y cuando este aparece, asiente con un sonido gutural y de inmediato introduce datos ciertos sobre la corrupción liberal y el uso que de todo el asunto hacen los “medios del sistema”. 

Cuando se alega que el kirchnerismo hacía cosas peores en materia de medios de comunicación, no lo desmiente, pero tampoco entra en detalles y pasa rápido a otra cosa. Es el tipo más generalizado de negador peronista; esos honestos militantes doloridos, descoyuntados entre la aceptación de los hechos y la esperanza de un nuevo y honesto liderazgo; que por cierto nunca existió.

Pero el grupo más activo está compuesto por “izquierdistas” de diverso pelaje, adscriptos a la religión populista desde que implosionó la del “socialismo real” soviético y la China maoísta empezó a jugar el juego del capital. Están los que hacen circular panfletos que dicen “Cristina escondió la guita que se robó en hospitales, universidades, asignaciones universales por hijo…”, etc. O sea, irónica negación del robo y/o justificación del “roban, pero hacen”, sin importar cuánto roban ni cómo lo hacen, tal las muchas obras mal hechas y/o inconclusas; o los “Sueños Compartidos” con Hebe de Bonafini.

O los que, como un viejo conocido que respondiendo a comentarios sobre la situación venezolana, se limitó a hacerme llegar un documento en inglés sobre las “operaciones encubiertas” de Estados Unidos en América Latina. Nadie podría negar esas “operaciones”, pero ¿es esa la razón de la crisis bolivariana? A pesar de las frecuentes amenazas de suspensión, EE.UU. es el principal comprador de petróleo venezolano… (https://elpais.com/internacional/2017/05/29/estados_unidos/1496017333_399364.html).

En estas dos versiones, esos personajes devienen feroces denunciantes al menor indicio de corrupción liberal; igual que los fieles católicos que ningunean los escándalos de pedofilia y dan lecciones de moral sobre la legalización del aborto. Y luego tenemos la última, absolutamente inexcusable versión: los ex funcionarios y altos dirigentes que, al menos hasta ahora, no aparecen imputados. Es el caso de Alberto Fernández, ex jefe de Gabinete de Néstor y Cristina Kirchner, quien le manifestó a Luis Novaresio “haberse enterado hace un mes y medio de la denuncia por presuntos pagos de sobornos (…) y que la intervención del chofer Oscar Centeno en el caso suena a una operación de los servicios de inteligencia” (https://www.lacapital.com.ar/politica/alberto-fernandez-los-cuadernos-centeno-suenan-operacion-los-servicios-n1658152.html).

El video de esa entrevista es imperdible, porque allí vemos balbucear ignorancia a un abogado que manejaba o estaba al tanto de todas las operaciones del gobierno, pero nunca se enteró de nada; no vio, escuchó ni leyó denuncias o rumores; no hizo preguntas ni averiguó nada durante los años de su mandato (2003/2008), ni en los que siguieron. Igual que los papas, obispos y sacerdotes católicos que nunca se enteraron de las miles de violaciones en iglesias y conventos de medio mundo.

No se trata de absolver al liberalismo o ignorar las injerencias del gran capital, sino de analizar concretamente situaciones concretas: tanto el chavismo como el kirchnerismo desperdiciaron una situación política y económica muy favorable (apoyo social; altos precios del las materias primas), dejando a sus países, ineficacia y corrupción masiva mediante, en gravísima situación económica, política y social.

Entonces, si aquello fue Guatemala y esto apunta a Guatepeor, ¿por qué el progresismo no discute otra salida? Preguntar a los socialdemócratas, aquí y allá devenidos en populistas o liberales.

(*) Escritor y periodista

© Perfil.com

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