domingo, 12 de junio de 2016

La recesión, el nuevo desvelo de Macri

Por Gabriel Profiti

Para el grupo de ministros y funcionarios de primera línea que desayuna periódicamente cerca del despacho de Mauricio Macri, con planillas de datos e información recién horneada, la inflación ya entró en el camino descendente esperado y el nuevo desafío a enfrentar, en parte como coletazo del anterior, es la recesión.

El tarifazo en los servicios públicos, su impacto en el consumo, la menor demanda de Brasil en un contexto del comercio mundial en baja y la paralización de las obras públicas, entre otras razones, provocaron una contracción en la economía que impacta a amplios sectores de la sociedad.

Por ejemplo, la producción industrial de abril registró una fuerte caída del 5,4% en comparación con igual mes de 2015 y cerró el primer cuatrimestre con un retroceso del 2,3%, indicó el informe mensual que elabora la Unión Industrial Argentina (UIA).

Es cierto que los motivos no fueron únicamente la menor actividad económica, porque las lluvias inusuales de abril influyeron de forma estacional, pero el informe subrayó "la menor actividad general y consumo de bienes industriales, en un marco de tasas de interés elevadas y costos productivos crecientes".

De acuerdo con las últimas perspectivas del Banco Mundial, la economía argentina caerá 0,5% este año y repuntará a un ritmo de 3% en 2017 y 2018, que consideró que las reformas de política macroeconómica apuntan a un crecimiento sustentable.

Esos datos obligaron a los funcionarios a posponer el pronóstico de que las consecuencias favorables del nuevo modelo comenzarán a verse en el "segundo semestre" de este año, aunque conservan la previsión de que el último trimestre revertirá la tendencia a la baja de la actividad.

No obstante, en medio de versiones sobre posibles brotes de descontento social con incentivo kirchnerista en el Conurbano bonaerense y con el 2017 electoral en el horizonte, Mauricio Macri busca galvanizarse políticamente y dar impulso a una economía en problemas.

"La recesión es la palabra que más se repite ahora. Se van a ejecutar todas las obras públicas que están presupuestadas, pero al mismo tiempo hay que bajar las tasas", reflexionó un funcionario de alto nivel. En tanto, un ministro con peso en el Gabinete advierte que las tasas de interés deben acompañar, más temprano que tarde, la perspectiva de una inflación decreciente.

Las miradas apuntan al Banco Central, a cargo de Federico Sturzenegger. Hay una suerte de clamor oficial para que finalmente baje sustancialmente las referencias de la autoridad monetaria -lo hizo consecutivamente pero en porcentajes bajos- para que permitan alentar la actividad económica.

Sturzenegger y el gobierno también deben lidiar con una revaluación del peso a partir de un ingreso sustancial de dólares por la liquidación de exportaciones de soja, la colocación de bonos de Nación y provincias, y las altas tasas de las Lebacs del BCRA que incentivaron la opción financiera de inversores. Este proceso podría acentuarse con el blanqueo de capitales puesto a consideración del Congreso.

Ese fortalecimiento de la moneda nacional vuelve menos competitiva a la economía y desalienta las inversiones extranjeras. Pero al mismo tiempo un repunte del billete estadounidense agitaría nuevamente a los precios.

En ese contexto, la reducción del déficit fiscal proyectada para este año comienza a quedar en segundo plano (del 7% al 4,8% del PBI) y se entienden las medidas de incentivo al consumo que comenzó a tomar el Gobierno como la reforma jubilatoria, las asignaciones o reembolsos para determinados sectores o la última exención del pago de ganancias del aguinaldo.

Pulseada política

El perdón de ganancias para el aguinaldo surgió de una intensa negociación entre los operadores del oficialismo, el Frente Renovador de Sergio Massa y el Bloque Justicialista de Diego Bossio para avanzar en el proyecto de ley ómnibus que incluye el pago de deudas a jubilados, el blanqueo de capitales y un acuerdo Nación Provincias por la Coparticipación entre otros puntos.

Finalmente, con múltiples cambios, el proyecto obtuvo un dictamen de mayoría de esos tres componentes mientras que el kirchnerismo emitió un dictamen propio. Ese mismo día, la ex presidenta Cristina Kirchner había fijado una durísima posición en contra del proyecto. Sus diputados fueron más contemplativos.

Lo cierto es que los negociadores del oficialismo están agotados. La composición del Congreso los obliga a sudar la gota gorda para avanzar con cada ley.

La próxima batalla está prevista para el miércoles próximo en el Senado, donde el oficialismo buscará aprobar con dos tercios de los presentes los pliegos de Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz para la Corte Suprema de Justicia.

El ministro del Interior y operador del Gobierno en estas lides, Rogelio Frigerio, ya se garantizó el apoyo del presidente de la bancada del FPV, Miguel Pichetto, pero hasta el último día de la semana previa le faltaban cuatro votos.

En ese marco, Frigerio buscaba encaminar una negociación con cuatro senadoras que quieren imponer a otra mujer en el máximo tribunal entre las que se encuentran María Laura Leguizamón (FPV) y Magdalena Odarda (CC-ARI). La propuesta es que voten a los candidatos del Gobierno con la promesa de habilitar una ampliación del tribunal a siete jueces y que los próximos amplíen el cupo femenino, hoy solo representado por Elena Highton.

© NA

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