martes, 19 de agosto de 2014

Afrodescendientes: los precursores del sindicalismo argentino


Por Gaspar Grieco

Cuando se piensa en la historia del sindicalismo argentino normalmente se suele evocar a anarquistas y socialistas que migraron al país en la segunda mitad del siglo XIX. Obreros con tendencia al cambio social que trasladaron en sus mentes los nuevos ideales de igualdad europeos. Sin embargo, más de 50 años antes de este fenómeno, la población afroargentina creó las primeras asociaciones precursoras del movimiento sindical del país.

Para protegerse de la situación de explotación y esclavitud que sufrían en la sociedad colonial, los afrodescendientes crearon las primeras asociaciones de socorros mutuos en las primeras décadas del siglo XIX. En forma comunitaria, la población afro se reunía a reclamar por sus derechos en casas alquiladas y ranchos comprados por ellos mismos: estos sitios fueron llamados naciones.

En diálogo con la Agencia CTyS, el reconocido arqueólogo, especialista en historia afroargentina e investigador principal del CONICET, Daniel Schávelzon, explica que “la palabra sindicato tiene una connotación muy moderna, es un concepto que en ese momento no existía. Pero en las naciones se realizaban reclamos que hoy podrían ser sindicales. Fueron los primeros grupos que pelearon de forma organizada por sus derechos”.

En la Buenos Aires colonial, la población afro desempeñaba oficios diversos. Aunque era fundamentalmente servidumbre, existían artesanos que iban desde el que hacía escobas hasta los que tallaban los retablos para las iglesias. De hecho, ha habido hombres muy reconocidos en estos ámbitos. También era frecuente que un amo envíe a su esclavo afro a ganar una cierta cantidad de dinero realizando distintas actividades. 

En las sedes de las naciones, donde se elegían a un rey y a una reina, los afroargentinos mantenían viva su cultura: bailaban al compás del candombe y realizaban celebraciones mortuorias, medicinales y religiosas propias. Además, entre libertos y esclavos, juntaban dinero para mantener las sedes y comprar la libertad de personas en situación de esclavitud.

Luego de 1820, los habitantes afro se agrupaban en sus viviendas de libertos y sedes de las naciones en sitios que se conocían como barrios del Tambor, ubicados en el territorio donde actualmente se encuentran los barrios porteños de Monserrat y San Telmo. Allí se ubicaban, entre las más conocidas, las naciones Cadumba (Chile y Perú), Benguela (México al 1200), Moros (sobre Chile), Robolo, Tongo y Angola (todas sobre Independencia).

“Se reunían sin ningún tipo de mediación del Estado, la Iglesia o sus amos. Antes de fundar las naciones se juntaban en las iglesias a través de las cofradías, pero esto les ocasionaba problemas. Por ejemplo, hay muchísimas presentaciones que hicieron a la policía porque el cura no les permitía bailar en el patio de la iglesia, de esta manera, se están protegiendo como comunidad”, señala el investigador.

Desde las naciones nacían reclamos tan importantes como diversos. En aquella época, se pagaba a las iglesias para que celebraran, por ejemplo, diez misas en recuerdo del difunto. “Hay registros que demuestran que los afro se presentaban a protestar en las iglesias porque cuando un difunto moría el cura se quedaba con su dinero o celebraba las misas en horarios que, por su trabajo, ellos no podían asistir. Eso, hoy, sería un reclamo sindical”, argumenta Schávelzon.

Como sucede con la mayoría de los aspectos relevantes que formaron al país, la historia oficial se encargó de invisibilizar el aporte de los afrodescendientes. Al respecto Schávelzon es claro: “Que los historiadores del sindicalismo no les hayan dado importancia a estas cuestiones es parte de la miopía que ha tenido la historia argentina desde siempre con la población afro”.

© Agencia CTyS

© Agensur.info

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