Por María José Giovo
La presión en el palacio de Planalto, la residencia
presidencial de Dilma Rousseff, crece minuto a minuto. El lunes es el día D
para la presidenta brasileña quien se entrevistará con el Papa Francisco en
medio de una ola de protestas contra la corrupción, y otros temas sensibles
para los brasileños como la seguridad, la educación y la obra pública.
En este marco, el profesor Francisco Borba Ribeiro Neto,
Coordinador de Núcleo Fe y Cultura de Brasil, explica que la forma de ser del
Papa es una “condenación tácita a los políticos del país en general” y esto es
una presión para Rousseff: “Su figura es un signo evidente de que las
personalidades públicas pueden tener una posición humana y política diversa,
comprometida con el bien común y no con sus propias prerrogativas. En un
momento de grandes manifestaciones contrarias al gobierno, la mayoría centrada
en la corrupción y en la falta de compromiso de los políticos con el bien
común, la presencia del Papa es – por lo menos – un factor incómodo para el
gobierno. De otra parte, la presencia del papa significa que los medios de
comunicación de todo el mundo estarán con ojos puestos en el Brasil, lo que
aumenta el peso y el impacto de las manifestaciones populares contrarias al
gobierno que acontecieron en ese período”.
Pero el primer viaje internacional de Bergoglio desde que
asumió su nuevo rol también es una gran presión para la Iglesia Católica. El
impacto social y político promete ser alto, o al menos eso es lo que se espera
de alguien al que el mundo lo considera una suerte de “revolucionario”.
“Francisco representa en Brasil la recuperación de una
imagen de Iglesia cercana a los más pobres y fascinante por su simplicidad y
por su afectividad evidente. Con eso, su impacto inicial es recuperar un
sentimiento de simpatía y pertenencia a la Iglesia que fue característico de
los primeros años de Juan Pablo II”, explica Ribeiro Neto, quien hace una
comparación con Benedicto XVI. “En el pontificado del antecesor de Francisco,
la Iglesia brasileña se fortaleció en los movimientos eclesiales y en las
nuevas comunidades, que acogieron el mensaje del papa teólogo y crecieran
principalmente del punto de vista doctrinal. Francisco, con su carisma, puede
ser el detonador de una nueva ola misionaria entre esas realidades eclesiales.
Por otra parte, él representa un fuerte llamado a recuperar una dimensión de
trabajo social que nunca fue abandonada por las comunidades eclesiales, pero
estaba como que encubierta en muchos lugares.”
Un condimento extra, y para nada menor, en este viaje es la
presencia de la presidenta Cristina Kirchner en Río, en medio de la tensa
relación que mantiene con Francisco y con Dilma. ¿Se dice algo sobre su
llegada?
“Se dice poco en este momento. En general, las relaciones
algo conflictivas entre el cardinal Bergoglio y los Kirchner fueran leídas en
el Brasil como señal de que la Iglesia, en el contexto internacional, quiere
mantener distancia de un cierto neopopulismo de izquierda, que tiene tendencias
autoritarias fuertes y frecuentemente se distancia de muchos valores éticos o
mismo sociales presentes en la doctrina social de la Iglesia”, finaliza Ribeiro
Neto.
0 comments :
Publicar un comentario