jueves, 2 de octubre de 2025

La necesidad bilardista de ganar campeonatos

 Por Roberto García

Pasó las tres horas y media sin meter un bocadillo. Solo testigo: Guillermo Francos, jefe de Gabinete. El diálogo entre los otros dos protagonistas empezó frío, con silencios, pero rápido se descomprimió la tensión. Y finalizó cordial, hasta cariñoso. “No vengo a mentirte” primereó Mauricio Macri, quien después de un año se encontró el domingo pasado con Javier Milei en la residencia de Olivos. Como había anticipado esta columna ese mismo día. La promesa de decir solo la verdad y nada más que la verdad, cargaba reproches, observaciones y sugerencias en el invitado. Había aportes propios y otros surgidos de una reunión previa con unos pocos conmilitones a los que les había anticipado el meeting sin precisar fecha ni hora. Sí, reserva. 

En rigor, pretendía que fuera secreto el encuentro. Milei tambien. “No público”, como si la charla mereciera transmitirse en directo por TV. De ahí que ambos tardaron 24 horas horas en reconocer lo que anticipó este medio y se confirmó a la noche en Canal 26. Cuatro días antes, el ingeniero había preguntado: ¿Qué le digo a este hombre?. Traslado de responsabilidades a parte de su equipo, flotaron diversas ideas en la mesa, cruces, divergencias y un solo propósito: había que reconfirmar la alianza electoral sin un exagerado compromiso. Los del PRO estaban dolidos con el gobierno. De ahí que, como muestra de apoyo, solo habrá una foto consentida, por celular, de Macri con los candidatos capitalinos Patricia Bullrich Alejandro Fargosi. Parece que no tienen tiempo para ir a un estudio. Menos para acompañar la campaña electoral: la crisis económica y política aconseja discreción.

Si el invitado pensaba opinar sobre Karina Milei o Santiago Caputo, tuvo un frenazo apenas abordó la tarea de la hermana. Respuesta: “Yo gané solo con Karina, no pienso cambiar”. El silencioso tercero asentía con la cabeza, gustoso. Del asesor estrella, en cambio, parece que Macri se explayó con más autonomía y crítica: objetó la presencia de massistas —lo que implicaba suspicacias sobre la transparencia— en líneas intermedias de la Administración, una “raviolada” (cargos) bajo el total dominio de Caputo. Volvió a asentir Francos, mas gustoso, quizas como hábito de observador. O, como si otra voz dijera: esos muchachos no se van a ir del gobierno más pobres. En materia de fotos, resulta difícil que haya una de Macri con Karina —instantánea que eludió en el pasado—, ahora mucho menos con Caputo. Advirtió, eso si, que ciertos lazos familiares son indivisibles, que se atan o se desatan juntos, juramentados. De ese tema no volverá a hablar más.

Los dos son de Boca y adversarios de Riquelme, aunque la prioridad de Macri por el club parece superar por momentos a su interés por el pais. Al revés de Milei. El mandatario todavía no debe haber revisado el ultimo balance de Boca, curioso ejercicio en el que la valuación de los jugadores responde a criterios escasamente cientìficos. Al revés de Macri que, como muchos socios, se metió en ese universo contable y no debe justificar que el equipo de futbol el año próximo, gracias a Claudio Tapia, titular de la AFA, juegue sus partidos de local a 60 kilómetros de la bombonera mientras se refacciona el estadio con o sin autorización de la Municipalidad. Este detalle futbolìstico habilita a un momento del dialogo en Olivos.

—No entiendo por qué has dicho que sos bilardista. Sos todo lo contrario.

—¿Cómo todo lo contrario?, lo admiro, es un ejemplo, un estratega.

—Mirá—señaló Macri—, si Bilardo perdía un partido, al siguiente realizaba un montón de cambios. Vos perdiste nueva votaciones en el Congreso y no modificaste nada.

Casi tiernos los duelos orales y las reflexiones comunes, las explicaciones de Milei sobre el proceso económico y la reunion en la primera semana de octubre, una bilateral prolongada, con Donald Trump, quien insiste en un apoyo irrestricto al gobierno argentino a pesar de que por ahora no logra que funcione al suyo. Larga aceptación del mandatario sobre la necesidad de bajar el riesgo país, razón por la que se expresó sobre los titulos argentinos y, quizás, ante la alternativa de que el Tesoro de los Estados Unidos se haga cargo de esa deuda en bonos que hoy cotiza por el suelo. “Trabajen en ese tema”, ordenó Trump a sus colaboradores. Sorprendido Macri por el sosiego del Presidente para hablar sobre esa emergencia, como si ya conociera un resultado favorable. Vaya uno a saber el epílogo, tampoco Macri podía discernir nada frente a la docencia economica que Milei exponìa en el encuentro. Sí, en cambio, plantearle lo que se comenta en todos los medios: la conveniencia de abrir el Gabinete, en particular con la asistencia de ciertos gobernadores afines y con representatividad en el Congreso, gente que pueda ayudar a evitar un juicio polìtico, a no rechazar vetos y, substancialmente, a reforzar el curso de que el denomina la nave insignia de la Casa Rosada: la aprobación del Presupuesto. Una necesidad bilardista para ganar campeonatos.

Recomendaciones para después de las elecciones de octubre, aunque el puente hasta esa fecha parezca demasiado largo por la inestabilidad de la dinamita: tres semanas son una eternidad en la actual situación. Dicen que Macri tuvo el tino de no proponer ningun nombre como posible ministeriable, aunque hace unos días se vieron el ministro Luis Caputo con un dilecto macrista, Guillermo Dietrich, para conversar sobre la situación en Transporte. Tambien sobre complicaciones judiciales que se mencionan sobre un área que finalmente luego pueden enredar a sus jefes. Por si no se entiende, preguntarle a Julio de Vido. Se comenta que, a propósito del clima de fronda polìtico y el desorden en los mercados, en algun momento Macri repitio el odioso comentario: “Yo ya te lo dije”. Y por si la memoria de Milei habia olvidado ciertas prevenciones, le recordó que en su momento y en cada oportunidad, luego de anteriores entrevistas, se habia ocupado de enviarle testimonios escritos con las admoniciones que le habia manifestado. Y que la relectura de esas cartas podían comprobarlo. Algo más que un oráculo.

Tres horas y media discurriendo dos personajes con un mustio testigo sólo permite recopilaciones parciales y, en algunos casos, hasta mal narradas. Pero tanto Milei como Macri luego transmitieron sus impresiones y escucharon opiniones de sus preferidos. Al ingeniero le dijeron que era todo “más de lo mismo”, igual que en anteriores entrevistas y que nunca debía olvidar que el adelantamiento de las elecciones en Capital habia sido una jugada “para cagarlo a él y al partido”. Y que lo hicieron sin dudas, sea el asesor Caputo o la protegida hermana Karina. Palabras más, palabras menos. Un cerco poco creyente en la renovación de amistades, casi como el vociferante núcleo que el lunes acompañara al Presidente en la presentacion porteña de un libro, convencidos de que cualquier cambio sólo habrá de perjudicarlos a ellos mismos. Antes o despuás de las elecciones.

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