domingo, 5 de septiembre de 2021

Messi se afilia a la UGT

 Lionel Messi
(Getty Images)

Por David Trueba

La salida de Messi del Barcelona rumbo a París fue inesperada y traumática. La directiva del club azulgrana tuvo los arrestos de confesar públicamente que sus cuentas son penosas y por lo tanto no podía renovar al jugador. Un año antes, Messi había vivido la debacle deportiva contra el Bayern de Múnich y había enviado un burofax a la entidad exigiendo marcharse. 

Entonces la directiva, que habría sacado un dinero interesante con la venta, no fue capaz de asumir ese trauma para la afición y obligó al jugador a cumplir su contrato en un ataque de orgullo. Fue un momento irónico, porque Messi, la estrella mejor pagada y más brillante del fútbol moderno, tuvo que plegarse al mandato del contrato y eso le emparejó a todos los oficinistas y empleados que cada lunes querrían mandar con un burofax a la mierda a su empresa. A ese infierno de ir a trabajar sin querer solo le supera otro peor, el de ser despedido inesperadamente. El año de Messi y el Barcelona no fue brillante, porque la decadencia del equipo venía labrándose desde muchos años atrás y quizá en ello tenía que ver una dependencia casi visceral de su mayor estrella. Son las contradicciones del deporte de equipo, que necesita a los mejores, pero también la armonía con los necesarios. Pasado ese año y cuando nadie lo esperaba, la crisis económica de la Liga española fue la excusa para que el Barcelona mostrara la puerta a su estrella. Hubo lágrimas, pero sobre todo sorpresa, porque muchos, entre ellos yo, estábamos convencidos de que Messi era jugador de un solo club, que su estela inmarchitable tenía que estar asociada a unos colores. Pero el fútbol es una maquinaria, como tantas, y cualquier idea poética está reñida con la realidad.

Por las mismas fechas, Ricky Rubio, el gran jugador de baloncesto, vivía en la distancia cómo su club de básquet lo transfería a Cleveland, con lo que eso implica de vaivén familiar y deportivo. Una situación a la que está acostumbrado, pues la NBA maneja a los jugadores como los ganaderos a las reses. Es un modelo de negocio hacia el que oscila también el fútbol, pues muchos sostienen que tan solo con esa gestión de franquicias y ligas cerradas podrá crecer el espectáculo. No hay vuelta atrás, los deportes que viven de su retransmisión ya no pueden aspirar a otra cosa más que a servir de anzuelo para la audiencia. Por lo general, la sociedad no siente ninguna solidaridad con estos trabajadores porque los considera empleados tan bien pagados que incluso festeja algunas de las humillaciones a las que los someten sus patronos. Vamos a ser sinceros, cuando escuchas las cifras de su salario y los incrementos publicitarios añadidos se te agota la solidaridad. Pero es injusto, porque también los bien pagados son trabajadores y, por lo tanto, merecen un respeto y unas condiciones justas.

Desde hace décadas hemos presenciado una campaña frontal para acabar con el prestigio de los sindicatos. Si los trabajadores son millonarios, el hecho de asociarse los convierte en caprichosos y chantajistas. Si los trabajadores son de clase media, deberían dar gracias por tener un empleo y no quejarse. Y si los trabajadores son precarios, se ha llegado a justificar que así gozan de autonomía y libertad para no estar atados a contratos. Es decir, que desde un deportista de éxito hasta un repartidor en bici, todos merecen lo que tienen y está de más luchar por mejorar sus condiciones. En ese sentido, la guerra cultural ha sido demoledora y ha logrado su propósito. Nadie imagina a un Messi afiliado a la UGT, pero quizá así se habría logrado que parte de su salario sirviera para acompañar a tantos chicos que dejaron el fútbol por una lesión temprana cuando rozaban la élite a la que nunca llegaron. Es cierto que habría tenido que acompañarse de limitaciones de ganancia y reparto más equitativo, pero a cambio tendríamos un panorama menos caprichoso y brutal. Los trabajadores solo recurren al sindicato cuando afrontan un despido que consideran injusto, pero la dignidad se logra con la unión. Hasta en la derrota, a uno lo consuela sentirse acompañado. El individualismo puede ser rentable, pero te deja solo.

(NdeR) UGT: Unión General de Trabajadores de España (similar a la CGT argentina)

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