viernes, 10 de julio de 2020

Macri y CFK


Por Sergio Crivelli

Hace seis meses el 48% de los votantes decidió que volviera Cristina Kirchner. ¿Por qué no iba a volver, entonces, Mauricio Macri, cuando el sustituto electoral de la ex presidenta, Alberto Fernández, empieza a debilitarse y ella a dar señales ostensibles de que es la real líder del oficialismo?

La reaparición pública de Macri alarma al peronismo, a no pocos macristas y a los medios que lo criticaron sin misericordia durante su gestión. Por eso hay periodistas que lo presentan, paradójicamente, como hecho del mismo barro que su archirrival, Cristina Kirchner. Se hacen eco de los lamentos del peronismo no K, del "establishment" y de los delfines del ex presidente que pensaban heredarlo.

Así como el largo régimen kirchnerista impidió al peronismo generar un liderazgo alternativo, lo breve de la ilusión "albertista" le impide a la oposición generar una figura para reemplazar al ex presidente. Sergio Massa y Alfredo Cornejo padecen, aunque no lo crean, el mismo problema. Una de las pocas diferencias es que Macri carece hijos que se dediquen a la política

La sociedad es aún menos afortunada que Massa y Cornejo. Atrapada en un "loop" temporal, asiste a la "remake" de una tragicomedia que creía superada. Muertes sospechosas de estar vinculadas con una corrupción grotesca, reivindicación de figuras como Boudou y el "pata" Medina, fábulas de espionaje. Un penoso espectáculo.

El kirchnerismo acusa a la oposición de usar políticamente la muerte de Gutiérrez y la oposición le recuerda el uso político que­ hizo de la muerte de Maldonado. El kirchnerismo que siempre desdeñó a la oposición por judicializar la política acude a los tribunales para poner preso a Macri.

Debajo de este show pobremente guionado hay, sin embargo, un conflicto de fondo que explica el retorno al pasado y la vigencia de CFK y de Macri. La salida "albertista" fue una jugada electoral que no resolvió el problema más grave: el ajuste de la economía. Desde el triunfo peronista en las PASO las variables macro que venían mal, se derrumbaron, pero el nuevo presidente postergó cualquier medida para salir del pozo y agravó el cuadro con récords de emisión monetaria y déficit fiscal. En pocas palabras, siguió cavando.

Esta conducta retrotrajo la situación a 2001 en circunstancias aún más dramáticas por el actual nivel de pobreza y deterioro productivo. El proceso lo desgastó y exacerbó la puja dos sectores de la sociedad con intereses e ideologías antagónicas, cuyos representantes son los mismos de hace cinco años. Un pasado que vuelve sin la ilusión de una "avenida del medio".

Este conflicto requiere más que un comodín electoral. Requiere un liderazgo efectivo para dar la batalla con una oposición que se fortalece con el fracaso prematuro de la martingala kirchnerista. Por eso el principal factor de la crisis económica en curso es más la incertidumbre política que la deuda, el déficit o la emisión. Para arreglar la economía primero hay que despejar la política.

© La Prensa

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