sábado, 1 de julio de 2017

POSCIERRE DE LISTAS / Cuentas pendientes

Las candidaturas dejaron una ampliada secuela de 
divisiones e incógnitas en oficialistas y opositores.

Por Roberto García
Hay rajaduras que no se explican solo por la humedad. Abundan manchas, aureolas, revestimiento despegado, pintura desteñida, esas heridas múltiples que no derrumban un edificio pero lo identifican en su decadencia. Un país, no sólo una grieta.

Hasta aparecen insólitas controversias que más de un pícaro pretende derivar a quienes monopolizan la división política como método de rédito electoral, léase Macri o Cristina. 

Por ejemplo, los análisis diferentes de Roque Fernández, ex ministro de Economía, y Carlos Rodríguez, su alter ego en la cartera, amigo y socio en una reconocida entidad (CEMA). Fernández redactó un artículo que lo reducen a un consejo para economistas de profesión: se le debe hacer caso a los políticos. Finalmente son sus empleadores. Esa consigna interesó en el Gabinete macrista, hasta la hicieron circular como prospecto, se desplegó ante empresarios demandantes, y recomienda una saludable sumisión ante quienes consiguen los votos y que, por variadas razones, ahora rehúsan aplicar medidas de estabilidad consideradas de “ajuste”. Una forma de justificar la continuidad en el cargo, la vigencia de un macrismo algo irresoluto.

Al revés, claro, de un Rodríguez que se queja del gradualismo oficialista y, específicamente, ha cuestionado el lanzamiento del bono a 100 años. Fue un golpe, entre otros, a Luis Caputo –el encargado de pedir plata en el exterior, para lo cual el Gobierno insólitamente le creó un ministerio– quien no podrá argumentar falta de idoneidad técnica a la crítica del profesor, como había hecho antes con Kicillof para descalificarlo y evitar una discusión política. Curioso: si los cristinistas leyeran al liberal Rodríguez podrían haber agregado a su efectivo eslogan publicitario –“este es un gobierno para ricos”– un adicional que dijera: “Este es el gobierno de los bancos”.

Real politik. La deriva de las grietas puede constituir un jeroglífico en la pared, como el caso Florencio Randazzo, dispuesto a pelear con Massa, Cristina y también con Macri. Si constituía un enigma la candidatura de quien no recorría la provincia para conseguir voluntades ni pronunciaba palabra alguna para seducir adherentes, más misterio produjo cuando repentinamente fue a visitar a la ex mandataria en secreto (al parecer, junto a Alberto Fernández) para formalizar un pacto electoral muerto antes de nacer (por las condicionalidades anticipadas de la emperatriz: no Julián Domínguez, no Pérsico ni Navarro, estos últimos sensibles a la generosidad de Carolina Stanley o de su esposo Federico Salvai, jefe de gabinete de María Eugenia Vidal, a quien Randazzo le debe más de un consejo). Al mismo tiempo, claro, que también negociaba acuerdos imposibles con Massa. Si esa conducta imprecisa en el cierre generaba dudas, otra intriga despierta la escasa disposición del candidato para utilizar los emblemas del Partido Justicialista que ahora representa. Si bien dirime con los aliados de Cristina por los espacios publicitarios que concede el Gobierno y los fondos yacentes de la última elección, parece que no utilizará el folklore tradicional del peronismo para la campaña que antes se consideraba ineludible para triunfar en un comicio en la provincia. Veleidades de la modernidad (con relación al dinero, por otra parte, se afirma que CFK ya alertó que no está en condiciones para realizar aportes personales y, en consecuencia, le transfirió la responsabilidad del fondeo a los jefes comunales de Avellaneda, La Matanza y Lomas de Zamora).

Por estos episodios quizás le cueste a Randazzo descolgarse de una imputación obvia: su propuesta electoral responde a los intereses del macrismo para dividir el campo opositor, restarle votos a la viuda de Kirchner y eventualmente a Massa (sobre quien pesa un cargo semejante pero en Capital, donde su lista le poda algunos brotes a Lousteau).

Al margen de intereses y conveniencias, la leyenda bonaerense señala que el candidato proviene de Chivilcoy, terruño que también albergó a la familia de Héctor Magnetto, máximo jerarca del emporio mediático. Si bien no coinciden las edades ni se reconoce amistad entre los dos, algunos allegados han construido una novela debido a la vecindad pueblerina: indican que al padre de Magnetto, un humilde trabajador, en más de una ocasión fue acompañado en sus dificultades laborales por el padre de Randazzo, un ingeniero de fuerte vocación peronista, que también observó solidaridad por el vástago de su vecino que cosechaba notas brillantes en el colegio pero no era premiado en consecuencia. Incierta esta narracion oral de aldea, que por medio de un presunto agradecimiento, pretende despejar un mito de otros intereses pedestres.

Crujidos. Rajaduras varias también se advirtieron en la formación massista, en la que fue notorio el intento por desalojar a Ignacio De Mendiguren de la primera fila de candidatos. Es público el barullo desatado y nadie confirma si fue la esposa del propio Massa quien retrasaba al ex hombre de la UIA, aunque más de uno sostiene que este episodio –luego reparado con el ascenso– se inscribe en una desavenencia en el mismo matrimonio.

Grietas momentáneas que exhibió el mismo frente de Cambiemos. Algunos disgustados por la reentrè de Guillermo Montenegro en la provincia luego de su estacionamiento en el Uruguay, al que algunos consideran más amigo de Massa que de Macri. Y por haberse permitido la borratina final del neurólogo Facundo Manes, quien con un simple mail convoca a mas de 5.000 personas en cualquier sitio. Al menos, en comparación con Graciela Ocaña, a la cual todavía no se sabe si Macri-Vidal-Rodríguez Larreta la convocaron por su lucha contra la corrupción desde cualquier partido o porque convenía arrebatarla de la cercanía de Lousteau en Capital.

Sí se acepta que el posicionamiento de Ocaña en la hilera de candidatos, en detrimento de Manes, ha sido una cotización excesiva para el mercado de pases políticos“Se pagó por un 4 de Villa Dálmine lo que vale un 9 goleador de Racing”, manifiesta un objetor con espíritu futbolístico, al tiempo que se desvela por la intervención de Rodríguez Larreta por recomendar a Gladys González a un lugar prioritario. “Nadie garantiza que repita la proeza de María Eugenia, quien de la nada aterrizó en la gobernación”. Admiten que en la intervención del SOMU, adonde llegó también a través de la desazón, González se desempeñó con eficiencia. Tanta que habrá más limpieza en otros gremios en el futuro.

© Perfil

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