![]() |
| Por Román Lejtman |
Era una idea. Raúl Alfonsín protagonizó un sueño, un
concepto, una propuesta que atravesó a toda la sociedad, que desconfiaba de un
aparato partidario que miraba hacia atrás y había sido responsable de una
tragedia política sin antecedentes en la historia argentina. Alfonsín asumió la
utopía de enfrentar al peronismo y logró un triunfo inédito, necesario y
conmovedor.
Es una idea. Elisa Carrió, Ernesto Sanz y Mauricio Macri
pertenecen a mundos diferentes y tienen perspectivas políticas distintas. Pero
asumieron la cercanía del abismo, interpretaron la necesidad colectiva y
forjaron un acuerdo que por ahora está templado al acero.
Se trata de cautivar, proponer una revolución, castigar a
los culpables de la decadencia y protagonizar un nuevo sueño democrático. Desde
una perspectiva formal, el sistema está consolidado. Sin embargo, un modelo
político que manipula la voluntad popular nos pone en peligro a todos, y eso
forjó Cambiemos y su futuro político.
Daniel Scioli no es Cristina, ni Aníbal, ni Zannini. Toda su
voluntad personal chocó de frente con un modelo político cerrado, arcaico y
excluyente. Scioli aún tiene chances de alcanzar la Presidencia, pero debe
romper con CFK, abjurar de su pertenencia al proyecto y proponer un programa
político que cuestione el absolutismo, la corrupción y la prepotencia que
exhibió la familia Kirchner desde 2003.
Si el candidato presidencial del oficialismo no muta a
candidato del peronismo, y abre su discurso, muestra su alma y propone una
reconciliación social, se convertirá en historia como Cristina y su entorno
político. Scioli tiene poco tiempo para romper con el gobierno y jugar sus
escasas piezas. Cada día que pase, implicará un triunfo táctico de Macri que ya
lanzó una convocatoria abierta, transparente y rebosante de épica y sueños.
Sergio Massa entendió los tiempos que vienen y su juego será
claro si no se pierde en la acotada honestidad intelectual de los empresarios
que financiaron su campaña electoral. El excandidato presidencial puede endosar
el proyecto de Cambiemos y transformarse en la nueva renovación peronista, ante
la posible derrota de Scioli en el balotaje. Debe escuchar a su familia y a su
corazón, frente a tanto improvisado que viaja hasta el Tigre.
El 30 de octubre de 1983, cuando pocos lo esperaban,
Alfonsín derrotó a Ítalo Argentino Luder y su patota peronista. Fue una jornada
luminosa, inédita, que nos marcó para siempre. Había una idea, un concepto, una
forma de entender al poder y sus circunstancias.
Quizás, sólo quizás, estemos frente a una nueva oportunidad
que permita el encuentro definitivo entre la democracia que siempre deseamos y
una sociedad que jamás renunció a sus utopías.

0 comments :
Publicar un comentario