Por Martín Risso Patrón |
«Un
30%, como piso, y no en cuotas...».
[Los
Gremios de trabajadores estatales salteños].
«Minga
Piringa».
[El
Gobierno]
Con
las patas en la mesa
La
tengo a la Vieja atenta al lado del televisor y de la radio para que me diga si
aprobaron el presupuesto federal en Buenos Aires.
Como no avisa nada y el
tiempo pasa, lo doy por aprobado, total, como lo metieron a libro cerrado y
todo, y los diputados provinciales “trabajan” y “se les paga para
hacer leyes” [Olmedo dixit], a esta hora ya estará aprobado con
moño y todo. Aunque Sáenz, y la oposición, se rasquen con un marlete. A los
bifes, entonces: Me preguntaré a continuación algunas obviedades propias de los
opinólogosnerd entre los que no sé muy bien si me encuentro
militando. Porque de ese presupuesto federal dependen las provincias.
Entonces, si quiero analizar la cuestión salarial de los empleados del gobierno
[mal llamados del Estado, ya veremos porqué], debo imponerme observar cómo está
constituida la Matrix legem en tres o cuatro, no más,
cuestiones, para opinar aunque nadie me pidió la opinión, y como soy un
opinólogo nerd, no me importa un pito y opino nomás...
Primera
cuestión: El presupuesto aprobado en BA, ¿contiene las cláusulas de emergencia
económica, de cesión parlamentaria de facultades decisorias, y de emisión
irrestricta de decretos de necesidad y urgencia? Como la respuesta es
afirmativa, porque así fue el proyecto del Ejecutivo al Congreso y así se está
aprobando, sin discusión [como le gustatrabajar a Olmedo, y es
método para los Vilariño, las Fiori, los Wayar, etcétera, con las patas en la
mesa], esta primera cuestión nos informa de algo sustancialmente obvio. Claro
que aquello de presupuesto federal terminó siendo en el país un
eufemismo con pretensiones de imperativo legal.
Independientemente
de que el presupuesto provincial haga las previsiones que quiera el Ejecutivo
de turno local en lo que respecta a “gastos de personal” [otro eufemismo
apodíctico, que en su caso significa pérdida], si no se genera
riqueza genuina para la pequeña República que es Salta, hay que depender del
regalo de BA.
Ateniéndonos,
entonces, a la afirmación de que aquellas cláusulas mencionadas se mantienen,
entonces nada indica que el gobierno local tenga fondos para atender
tal masa dineraria. Las regalías, mochas, la coparticipación, ídem, la
devolución por recaudación impositiva de todo pelaje, ibídem, y encima, encima,
la mochez de presupuestos de obra pública federal en territorio salteño, como
el de la infraestructura vial.
Si
por ahí CFK se levanta con la mirada puesta en el Norte, zas, nos envía lo que
se necesita para pagar sueldos; pero, ojito, a costa de entregarnos a manos
atadas en la autonomía federal, superpoderes, que le dicen, ¿no? Si por ahí
necesita agarrase con alguien para usar de punching-ball, y esa
suerte le cae a nuestro gobernador, zas, Ella cumple al pie
de la letra el presupuesto federal, o sea, nos condena a los salteños a la
oprobiosa condición de parias, estrictamente parias, descastados políticos de
la República. Y entonces esto es una tormenta, y terminamos en el mismo
barro todos revolcaos. Como ambas cosas suceden muchas veces durante un
período presupuestario, resultados a la vista.
El
30%, la Minga y el laberinto
Se
estableció que cada año,los gremios de empleados de gobierno, discutan sus
salarios con el patrón, para cumplir con el mandato constitucional sobre las
remuneraciones. A esto se le llama discusiones paritarias, término que
significa desde lo conceptual, “discusión en igualdad de condiciones” entre
empleado y patrón.
Por
hoy, los docentes, los sanitarios, los policías, y administrativos centrales,
se están por sentar al calor de la burocracia bifronte [la sindical y la
patronal], ese laberinto que tiene el patrón para desorientar al visitante que
va a discutir los salarios del empleado de a pie que representa. El Estado no
es patrón de nadie ¿se entiende? Es el gobierno de turno, el patrón.
30%
es la base puesta por los gremios.
Y con la condición de que no sea escalonada, a la luz de los desastrosos
resultados del acuerdo anterior. Los sueldos terminaron siendo calderilla. El
gobierno, Minga. Ni locos.
Porque
saben los burócratas del patrón, las limitaciones que hay cuando las manos
están atadas por los mandamases de BA a consecuencia del trabajo de
los diputados salteños y de las otras provincias, de fogonear el
latrocinio unitario del verdadero laburo del Pueblo en su conjunto.
Si
con suerte, se logra consensuar un 20%, mientras el presupuesto federal
pretende una inflación del 10% y la empecinada realidad nos la pone en más del
30, estamos en el horno.
La
máquina de imprimir papel pintado, los empréstitos que no prestan nada, la
parálisis productiva de riqueza, el electoralismo de los dos próximos años, la
inundación de subsidios a los servicios y a los clientes en todos sus pelajes,
constituyen el marco en el que nuestros gremialistas intentan discutir.
En
resumidas cuentas: El patrón determina bajar las expectativas y los gremios
adictos agachan la cabeza, mientras el mandamás federal genera más inflación y
menos recursos.
Mientras,
la Vieja se durmió frente al televisor, pero no importa. Que no me venga con
planteos salariales porque la saco a escobazos.
Así
que, de paritarias, Minga Piringa.
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