jueves, 12 de julio de 2012

El Dogmatismo y la Unidad Nacional no se concilian


Por Martín Risso Patrón
“Organización, porque se requiere que todos y cada uno de nosotros, sea en la universidad, en la escuela secundaria, en el barrio, en el sindicato, en el movimiento social, en la parroquia, se organicen para el gran objetivo que es la solidaridad, la igualdad y la equidad. Para eso los quiero a los argentinos unidos y organizados. No es una unidad para cualquier cosa, es una unidad para ayudar a los demás, es una unidad para darle al que todavía le falta el trabajo, es solidaridad y es justicia por la que venimos luchando desde hace más de doscientos años”.

                                                                                       Cristina Kirchner

Dogma

Cuando Perón funda el Movimiento, organiza las ideas en una estructura lógica que concilia deseos, teorías políticas vigentes en la Historia, propuestas de acción y las consecuentes definiciones políticas de un programa de gobierno. Con el objeto de aclarar aquí si ese cuerpo doctrinal constituye un dogma, o no, podré afirmarlo, pues se entiende por tal al fundamento o puntos capitales de todo sistema, ciencia, doctrina o religión. En este caso, la Doctrina del Movimiento Nacional Justicialista. Lo mismo había sucedido en la Argentina a fines del siglo XIX, con la Revolución del Parque del radicalismo del 90; y en 1892 con la “Agrupación Socialista, Partido Obrero, Sección Buenos Aires”, actual partido Socialista. Ideas, propuestas y programas: Dogmas. Cuando la acción expresa la idea, y ésta es fiel a los principios, entonces el sistema de ideas [ideología] es coherente.

La incoherencia

Entonces, en política, cuando no hay coherencia, y se fuerza una conexión de principios que no existen, de ideas advenedizas y pautas de acción desorganizadas y voluntaristas, invocando un Dogma, nos encontramos ante un dogmatismo muy, pero muy peligroso. Eso, justamente, es lo que sucede a diario, casi sin darnos cuenta, con el Modelo, ese esperpento dogmatista que nos enrostran a diario la señora Fernández y cuanto obsecuente interesado tiene a su alrededor.

Veamos. Le adjudico total falta de coherencia porque: 1] Se dice Justicialista, y actúa frenando los verdaderos intereses del Pueblo, violentando la primerísima de las 20 Verdades [compendio, si los hay, del Dogma Justicialista del General]; 2] Contraviene hasta la más elemental de las lecciones de la teoría política encumbrando a una dirigencia gerencialista y esclava, propietaria de un discurso procaz, mentiroso e interesado en llenar el propio buche político y financiero, obscena negociadora con Dios y con el otro. Una dirigencia obsecuente al uso, que ocupa sillones burocráticos y escaños que debieran ser soberanos, aún en la unidad ideológica. Lumpen de nota y corbata con licencia para cuanta irregularidad sea posible: Desde el Vice semiparlamentario, hasta el más elemental de los punteritos alcahuetes y patoteros, facebuqueros y tuiteros insultadores y guarangos, hez de las redes sociales. En otras palabras, carece de dirigencia tal como Perón la imaginara: “El justicialista trabaja para el movimiento. El que en su nombre sirve a un círculo o a un hombre o caudillo, lo es sólo de nombre” [la 3ª Verdad, de las 20]. Finalmente, 3] En lo que se refiere a la praxis de un programa de gobierno, ha convertido a la Política en un fin [negación de la Verdad 9]. No es difícil hallar antecedentes de esto, si se analizan las apariciones públicas de Ella en las carnicerías de pollos y de chanchos, rodeada de su claque; y cuando decide ejercer su función institucional de presidir actos patrióticos, también. En todos lados discursea de cabo a rabo tratando de imponer la extinta figura de Él, el dibujo del Modelo, la defensa de los indefendibles como Alperovich, maestro del nepotismo y la caradurez y la censura. O como cuando insta a la unidad nacional. Mala, pésima praxis política.

Herética proclama justicialista, la de la unidad nacional

Para decirlo mejor, he tomado la figura retórica de la herejía, como verbalización del concepto de error contrario a principios, en este caso, los Justicialistas. Así es que la presidente de la República clama por la unidad nacional de manera herética, pues recurre a un concepto claramente caradura y distorsionado de lo que éste significa en su esencia y en su origen político peronista. Hechos a la vista:

¿Puede la Señora pedir unidad a los argentinos, cuando sistemáticamente estimula la confrontación, la división, la persecución y las valoraciones demagógicas de una parte del Pueblo, en contra de la otra? Agrego a esto la evidente maniobra de desarticular al movimiento obrero [debo decir: Enfermo, pero estable, que alguna vez se recuperará], convirtiendo en cotidiano cuanto ataque sea posible al dirigente que no se arrodille o que ha dejado de hacerlo, como Moyano, potenciando la fragmentación en función de intereses dirigenciales. O la otra: El ahogo financiero a provincias no consecuentes, o con dirigentes que están aprendiendo a superar el vuelo gallináceo, como el caso de Scioli o Urtubey [que a su respecto intuyo el inminente inicio de problemas de gestión por presiones nacionales], mientras se sostiene el latrocinio, el nepotismo y la opresión totalitarista en Tucumán, Formosa y el Chaco. Todo eso sin contar la existencia de los cagatintas de los medios oficialistas y de los grupos intelectuales, fogoneros de la disolución por el mero denuesto del oponente. Un sistema maestro de la descalificación del que piensa diferente.

Claro, ahora lo entiendo Doña Clota, no me martille más la oreja: Unidad concebida como uniformidad, sin importar qué es lo que hay debajo del uniforme. Ahí es donde desaparece el dogma justicialista y aparece el dogmatismo kirchnerista. Para eso los quiero a los argentinos unidos y organizados, dixit la señora Fernández. Entonces, todo queda clarísimo. Lo demás: Solidaridad, Justicia y Organización... flatus vocis...lo de siempre, cuando se oculta la total falta de respeto a la Doctrina con generalidades, insensateces, agravios y mentiras.

© MRP

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