sábado, 6 de febrero de 2021

El populismo avanza, pero cada vez más desnudo


Por Héctor M. Guyot

Al desasosiego y la extrañeza que la pandemia le imprime a la vida cotidiana, los argentinos tenemos que sumarles un trastorno de nuestra exclusiva cosecha que también pone en jaque todo lo que hasta aquí dábamos por sentado

Este plus local, este virus sobre el virus, agrega una cuota extra de incertidumbre, pero sobre todo contamina la escena con un malestar muy parecido a la alienación. Se trata de un mal que viene de nosotros mismos y encierra una paradoja: es infligido por quienes tienen la responsabilidad, concedida por el voto, de cuidar a la población ante el azote del Covid-19.

Esa alienación anida primero en el propio Gobierno, que busca la cura mientras inocula el veneno. Un caso de personalidad doble en el que el perverso Hyde se impone al Dr. Jekyll y encubre sus crímenes detrás de las civilizadas formas del segundo

Esa alienación anida primero en el propio Gobierno, que busca la cura mientras inocula el veneno. Un caso de personalidad doble en el que el perverso Hyde se impone al Dr. Jekyll y encubre sus crímenes detrás de las civilizadas formas del segundo. En los hechos, la doble personalidad del Gobierno derivó en un efecto difícil de concebir, pero real: el kirchnerismo (y cuando hablamos del kirchnerismo hablamos del Gobierno) aprovechó cada oportunidad que la pandemia le ofreció para avanzar en su incansable búsqueda de impunidad y hegemonía, que supone el fin de la república tal como la conocíamos. Lo hizo y lo hace mientras, de la boca para afuera, convoca a empresarios y gremios para contener la inflación, habla (ahora) de la necesidad de volver a las clases presenciales y gestiona vacunas para todos (con sus amigos rusos o chinos, claro). Jekyll y Hyde. El problema es que el Gobierno traslada este trastorno de la personalidad, esta alienación, a toda la sociedad. Daño sobre daño. Con el consiguiente riesgo, además, de que la opinión pública resienta su capacidad de distinguir lo cierto de lo falso y pierda de vista lo que en verdad está ocurriendo en el país.

La vida es lo que te pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes, escribió Lennon. A falta de planes, hagamos foco en lo que ocurre: el Gobierno asedia a la Justicia con el fin de doblegarla desde muchos frentes distintos y en forma simultánea. Cuando no avanza en uno, avanza en otro. Pero no se detiene. Una de esas formas es la colonización progresiva. Tiene un ejército de ocupación, que se cuadra y hace la venia bajo la bandera de Justicia Legítima. El plan es ir desplazando a aquellos jueces que presentan el inconveniente de concentrarse en la prueba que obra en los expedientes en lugar de atender la imperiosa necesidad de impunidad de Cristina Kirchner y sus exfuncionarios. Esos jueces deben ser reemplazados por militantes que no pierden el tiempo en el frondoso material probatorio reunido y llegan con la sentencia escrita de antemano al grito de lawfare.

En estos días, el Gobierno avanzó en su plan de ocupación de la Cámara Federal porteña, que revisa los fallos de los jueces de Comodoro Py. Eduardo Farah, muy cuestionado, tiene allanado el camino de regreso a ese tribunal de alzada gracias a aquella famosa sentencia de la Corte Suprema que consideró "transitorios" los traslados de los jueces Bertuzzi y Bruglia (con la excepción del voto de Carlos Rosenkrantz). Es notable, aquellos que deben defender la república a veces encuentran los argumentos que favorecen a quienes atentan contra ella. Lo mismo pasa en el Consejo de la Magistratura, donde Ricardo Recondo, vicepresidente de ese cuerpo, pasó de defender las instituciones a votar a favor de los jueces militantes del populismo. Es difícil de entender cómo un juez de carrera facilita el control de la Justicia a una facción que ha dado acabadas muestras de querer concentrar los tres poderes del Estado. Aun así, habría que reconocer que nuestra debilidad institucional en buena medida responde al hecho de que el interés general queda tantas veces relegado por otros más pequeños y mezquinos. Otro juez con la camiseta puesta que va camino a esa Cámara es Roberto Boico, con buen desempeño en los concursos, aunque sin duda eso no lo ayudará tanto como haber sido el abogado de la expresidenta en la causa por la firma del memorándum con Irán, haber defendido públicamente a Boudou y ser socio fundador de Justicia Legítima.

Esto nos acerca cada vez más a Formosa, tan similar en su gobierno a Santa Cruz y, según parece, el norte del oficialismo. Hacia allá nos llevan la lucidez del progresismo local y la voracidad de los ambiciosos. Formosa, tantas veces elogiada por el Gobierno (desde la ministra de Seguridad hasta el Presidente), y que ha consumado con éxito lo que el kirchnerismo está empecinado en lograr a nivel nacional: la sumisión de la Justicia y la reelección eterna del líder. Lejos de traer la revolución nac&pop, eso desemboca en un autoritarismo desquiciado que, en su desprecio por el otro, reduce a los ciudadanos a la condición de súbditos y pierde toda noción de respeto hacia los derechos humanos. Lo vimos, todos, los otros días. Aunque el simulacro queda cada vez más expuesto, el populismo avanza. Habrá que ver si alcanza lo que se propone antes de quedar desnudo del todo.

© La Nación

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