miércoles, 8 de abril de 2020

Hemingway en cuarentena

Por Guillermo Piro
Los tiempos que corren pueden resultar menos terribles si recordamos cuando Ernest Hemingway tuvo que cumplir cuarentena con su hijo enfermo, su esposa, su amante y la niñera.

Años después, el propio Hemingway describió ese ambiente como “espléndido para escribir”, y efectivamente fue en ese período que corrigió y concluyó Fiesta (The Sun Also Rises).

La historia la cuenta Lesley Blume en el sitio de la revista Town and Country. En el verano de 1926 Hemingway tenía 27 años, estaba casado con Hadley Richardson, con quien había tenido un hijo, John Hadley Nicanor, de 3 años, a quien cariñosamente llamaban Bumby (quien se convertiría en un afamado pescador con mosca que moriría en 2000).

Richardson había recibido una pequeña herencia de sus padres y luego de contraer matrimonio ella y Ernest se mudaron a París, donde él esperaba comenzar una brillante carrera como escritor. Allí conocieron y frecuentaron a muchos artistas y escritores exiliados, como Joyce, Pound, Gertrude Stein, Scott Fitzgerald y Zelda, todos satelitando alrededor de la librería Shakespeare & Co. Hemingway escribía entonces Fiesta, se había ocupado de derrochar gran parte de la fortuna de Hadley y se había encontrado una amante, Pauline Pfeiffer, una periodista de la revista Vogue.

Hadley descubrió la traición en primavera y se enfureció con Ernest diciéndole que la cosa habría carecido de importancia si él no se hubiese dedicado a sacarla a la luz del día. Hemingway no tenía intenciones de abandonar a su amante, pero aun así decidieron seguir.

A comienzos de mayo, Hemingway se fue a Madrid a ver corridas de toros y Hadley y Bumby se fueron a Antibes, en la Costa Azul, huéspedes de Sara y Gerald Murphy, dos estadounidenses ricos que hospedaban y financiaban a escritores y artistas como los Fitzgerald, Picasso, John Dos Passos, Cocteau y muchos otros. Bumby ya antes de partir tenía fiebre y tos, pero Richardson le restó importancia, pensando que un poco de aire del sur le habría hecho bien.

Pero su situación empeoró y los Murphy, que tenían tres hijos (es decir: experiencia), llamaron preocupados a un médico, quien descubrió que Bumby tenía tos ferina, una infección de las vías respiratorias muy contagiosa. El médico ordenó que fueran puestos en cuarentena y los Fitzgerald, que se encontraban en Antibes, ofrecieron una casa que habían alquilado cerca de allí. Los Murphy le avisaron a Hemingway, al mismo tiempo que junto con los Fitzgerald se ocupaban de que a Hadley y al niño no les faltara nada.

Hemingway el 27 de mayo decidió abandonar Madrid e ir a Antibes con su esposa e hijo, pero al llegar se encontró con un cuadro inquietante: allí estaban la niñera de Bumby, que había acudido desde París para prestar ayuda, y su amante, invitada por la propia Hadley. En una casa en la que solo había dos camas.

Cuando algunas semanas después Bumby sanó, se mudaron todos a un hotel. El niño y la niñera fueron confinados en una cabaña hasta que Bumby terminara su convalecencia, mientras Hemingway, esposa y amante siguieron viviendo juntos.

De vuelta en París, Hemingway y Richardson se separaron y en otoño ella pidió el divorcio. En octubre, The Sun Also Rises salió en los Estados Unidos dedicada a su esposa e hijo. Hemingway le ofreció a Richardson los derechos de autor del libro.

El divorcio se concretó en enero de 1927 y en mayo Hemingway se casó con Pfeiffer. En 1937 él comenzó una historia con la periodista Martha Gellhorn, con quien se casó en diciembre de 1940, un mes después de haberse divorciado de Pfeiffer.

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