miércoles, 17 de julio de 2019

Córdoba, la Cataluña argentina que se disputan todos los candidatos

Por Giselle Rumeau
Puede que sea un gran estratega nacional. O puede que no. Qué quien ocupaba ese lugar era el fallecido José Manuel de la Sota y él sólo prefiera concentrarse en el pago chico. Lo cierto es que el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, se transformó en el mandatario más codiciado por los candidatos presidenciales, una suerte de figurita difícil que todos quieren para completar el álbum. Y ante la ferocidad de la polarización, será un hombre clave, junto a sus coterráneos, para el resultado de los comicios de octubre. 

Son dos las razones que colocan a Schiaretti en ese pedestal. Córdoba es el segundo distrito de peso electoral, detrás de la provincia de Buenos Aires. Representa el 8,6% del padrón nacional, es decir, casi 3 millones de electores.  

No es todo. Como el mandatario fue reelecto el 12 de mayo pasado y el espacio que lideraba, Alternativa Federal, desapareció del mapa político ante la extrema grieta de la campaña, decidió presentar una boleta corta de diputados nacionales en la provincia y dejar que los cordobeses elijan “al candidato a presidente que más les guste”.   

Busca así hacer equilibrio entre su amigo Mauricio Macri y el PJ de la provincia, presidido por Carlos Caserio, flamante jefe de bloque del peronismo federal en el Senado, quien tiene buena sintonía con Alberto Fernández y apoya su postulación. Sea quien fuera el ganador de octubre, Caserio y Schiaretti tendrán un rol central también para garantizar la gobernabilidad y sancionar leyes. 

Para la Casa Rosada, la decisión de no jugar para las generales fue tomada como un guiño hacia Macri. Además de la buena relación que existe entre ambos, el Presidente fue mucho más federal con el mandatario cordobés -en rigor lo fue con todos- que Cristina Kirchner. Aportó fondos para la renovación del aeropuerto y para obras viales, como la circunvalación de la Capital o la ruta que va de Córdoba a Río Cuarto. 

Los cordobeses fueron cruciales para que Macri ganara la elección en 2015, al darle el 72% de los votos en el ballotage contra el 28% obtenido por Daniel Scioli. Nada más y nada menos que una diferencia de 900.000 sufragios. No es casual que Macri haya elegido a la docta para abrir la campaña junto con su compañero de fórmula, Miguel Angel Pichetto, el viernes pasado. Y volverá varias veces antes de las PASO para apuntalar sus chances de reelección. 

Alberto Fernández la tiene más difícil. Le toca reconciliar a su espacio con los cordobeses, que en su mayoría son antikirchnerista. Tal como buscó el miércoles pasado, al reunirse y obtener una foto con Schiaretti y no tener empacho en pedirle disculpas a la provincia por los errores del pasado, como el abandono nacional a partir de la crisis del campo en 2008. Y volverá a instalarse dos días a partir de este jueves para hacer campaña en la capital y el interior. Aún así, dentro del Frente de Todos se discute si es conveniente la visita de Cristina para presentar su libro. 

La provincia mediterránea tiene sus particularidades. Con frecuencia suele decirse que se trata de una isla porque en general va a contramano de la Nación en las decisiones electorales.  

“El cordobés siente que su provincia es la capital del interior. Se nota mucho que es un electorado más conservador que el promedio nacional, con una visión de autosuficiencia, que lleva a que Córdoba parezca un país dentro del país, como una suerte de Cataluña argentina”, explica Gustavo Córdoba, que por esas paradojas de la realidad, suele realizar encuestas para la provincia cuyo nombre coincide con su apellido. 

Según el consultor, ese concepto de isla funcionó muy bien hacia dentro de Córdoba pero muy mal hacia afuera. “Siempre se le critica a la provincia y a sus dirigentes esa posición ‘ombligocentrista’. Sus proyectos nacionales siempre han naufragado, básicamente por esa visión que el resto de la Argentina tiene de la provincia”, destaca. 

Basta con hacer un repaso del resultado de los últimos comicios presidenciales en ese distrito para notar esas diferencias.En 2003, Carlos Menem ganó la elección allí con el 28,42%. Néstor Kirchner quedó cuarto con el 10,81%. En 2007 se impuso Roberto Lavagna con el 35,3% de los votos contra el 23,84% obtenido por Cristina Kirchner. Sólo en 2011 ganó el kirchnerismo, cuando la ex presidenta logró un apoyo del 37,3%, aunque muy por debajo del 54% obtenido a nivel nacional. En 2015, Macri arrasó. Pero, ¿qué sucederá este año, en medio de una recesión brutal que también golpea a los cordobeses? 

“No hay ninguna duda de que en Córdoba volverá a ganar Macri”, dice el consultor. Pero aclara que lo que sí es motivo de discusión es la diferencia que pueda alcanzar. “Hay algunas cosas que han cambiado. Macri ya no es el mismo de hace cuatro años atrás y su cosecha electoral puede tener una merma en su caudal. Tampoco Alberto Fernández es Daniel Scioli. Es por eso que la diferencia que Juntos por el Cambio le estaría sacando al Frente de Todos será mucho menor que en 2015”, remarca. 

Según los sondeos realizados por Gustavo Córdoba, en la primera vuelta Macri podría sacar entre 40 y 45% de los votos, cuando en esa ronda de 2015 había alcanzado el 53%. Números que coinciden con una encuesta realizada por CB Consultora, que le otorga 46,10% al Presidente y 26,40% al candidato del PJ-kirchnerismo. 

En tanto, Alberto Fernández registra una intención de voto que va del 25 al 30%, mucho más que el 18% obtenido en octubre de 2015 por Scioli. Lo mismo sucedería en un eventual ballotage. Algo que a Macri lo complicaría si quisiera compensar con Córdoba lo que pierde en suelo bonaerense.  

La gran incógnita es también lo que haría Schiaretti si la gran polarización afecta a su boleta corta de diputados y termina teniendo una mala performance. Hay un antecedente reciente en la provincia. En 2011, y por desavenencias con la Casa Rosada en la conformación de listas, De la Sota también presentó una boleta corta con candidatos legislativos nacionales. Pero como en las PASO obtuvo un magro 8% contra el triunfo contundente de Cristina Kirchner, el Partido Justicialista de Córdoba resolvió retirar la boleta corta en septiembre de ese año para facilitar el triunfo de la lista de diputados del Frente para la Victoria. 

Esa decisión fue consensuada con Schiaretti y Caserio, como titular del PJ. En el comunicado, confirmaron el apoyo al Frente para la Victoria y aseguraron que estaban dando “un paso importante en el camino de la mejor relación entre la provincia y la Nación para los próximos cuatro años”. 

¿Serán las PASO una prueba piloto para Schiaretti? ¿O se mantendrá prescindente sea cual fuere el resultado de su lista? Habrá que esperar hasta el 11 de agosto.

© 3Días

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