miércoles, 7 de junio de 2017

¿Quién pide que vuelva el cristinismo?


Por Daniel Muchnik

De un lado algunas luces y otros focos que iluminan al mínimo en el presente. Del otro lado la oscuridad. Esa es la imagen que se presenta para dibujar la Argentina de estos días, que carga con una baja del consumo que ha pegado por debajo del vientre a la clase media y a las de los buenos ingresos (la base electoral del oficialismo) que hay que lidiar con una inflación en altibajos pero promete ser del 22 o 23% anual, con un crecimiento preocupante de la deuda externa y consecuentemente con un déficit fiscal que no puede ser dominado. 

Con pronósticos que esto se estira hacia el 2018. Y con ocurrencias sueltas de los que ocupan los principales asientos en el poder de la República, sin ruta cierta.

Apenas accedieron al gobierno aumentaron increíblemente la estructura del Estado, crearon nuevos ministerios y otras tantas secretarías y subsecretarías. Ahora piensan que semejante estructura es costosa e inadecuada, que hay que volver a quitar ministerios. Marcha y contramarcha a un costo (en dinero y la disponibilidad de personal) muy importante. Y ahora imponen criterios severos para el cumplimiento de los horarios que corresponde al personal, no cuestionable, pero ¿recién ahora surge la necesidad?

No están preocupados -dicen- por las elecciones legislativas cercanas, pero por otro costado, en la corrida por los nombres postulados, no están respetando los códigos de una alianza como lo es Cambiemos: sólo gobierna el macrismo en estado puro, el radicalismo fue tratado como socio de segunda línea, como un telón de decoración. Lilita Carrió debió imponerse desde su lugar de segundona en base a sus denuncias lapidarias que electrizaron la Casa Rosada. Es la fiscal de la República en estos momentos. Y sus señalamientos duelen. Algunos de sus pedidos no han tenido eco pero su descripción de la corrupción política, judicial y económica que protege a Julio de Vido fue una bomba de profundidad.

A este dedo acusador se agrega la lentitud de todo el aparato de Justicia para acorralar a los funcionarios del gobierno anterior que han delinquido o bien han sido más que cómplices del saqueo de las arcas públicas. A comienzos de año parecía que la velocidad era la adecuada.

Luego el motor comenzó a detenerse. Más: Justicia Legítima se da el lujo de proteger al juez Freisler y paralizar su dimisión en el Consejo de la Magistratura. O le abre la puerta para que un fiscal cordobés pida la renuncia conjunta de los presidentes Macri y Temer. Asi nomás.

Por otro lado Twitter sigue copado por representantes de la militancia cristinista que no cesan de crear alarma y discordia, las bases históricas del miedo colectivo. Otra muestra de disgregación es igualar a Macri con la Dictadura, caballito de batalla donde se pliegan dirigentes de todo tipo y color.

O el abuso parlamentario bonaerense de imponer ‘por ley’ que los desaparecidos son 30.000 y no los que figuran en el Nunca Más, tirando por la borda el enorme esfuerzo de esclarecimiento democrático que hizo el gobierno de Alfonsín. ¿Los parlamentarios son dueños de la verdad absoluta y sacrosanta? ¿Qué hizo el resto de los legisladores? La gobernadora Vidal refrendó esa ley.

La industria funciona a media máquina o a un cuarto, según como se la mire . Algunas pocas industrias (construcción entre ellas) han comenzado una nueva dinámica después del letargo pero el resto deja bastante que desear. Parte importante del sector fabril está parado, impactado por la caída del consumo (la política financiera del Banco Central incide negativamente) y por algunas denuncias de ingreso de mercaderías a precio de dumping. El gobierno no traza una política definida para el presente y el futuro inmediato.

Son ingredientes que alimentan la ferocidad verbal y la violencia de distintos modos del kirchnerismo, que no se da por derrotado. Las encuestas reflejan que la mayoría de los que quieren a Cristina como legisladora o líder sabe de sus entretelones judiciales, de las acusaciones de exacción que caen sobre ella pero igual la siguen y la seguirían y la votarían y les gustaría que vuelva al poder. El kirchnerismo se parece a una especie de devoción religiosa. Ergo, no es racional, no admite explicación posible. Si ha perdurado después de los bolsos con millones de dólares tirados tras los muros del convento es que tiene traje de amianto. O bien que algo pasa en materia de psicología social permisiva y ciega en la Argentina. Detonante de una crisis mucho más seria y profunda que puede perdurar por mucho tiempo.

Es el mismo kirchnerismo que de pronto paraliza a otros sectores del peronismo que no la quieren ver a Cristina Fernández ni pintada. Pero su postulación podía hacer caer otras o borrar pretensiones de arreglos políticos y de acceso a la cumbre partidaria. Hay kirchnerismo porque el resto del peronismo sigue atónito, en su mayoría sin saber qué rumbo tomar. En tanto ese peronismo heterogéneo no concrete los pasos que dará, el cristinismo ganará instancia. Es lo que están demostrando los hechos. La única coherencia democrática y dialoguista con el oficialismo está en unos pocos, especialmente en los gobernadores peronistas y en miembros del Parlamento.

El populismo que tira abajo las banderas de la democracia liberal se siente rejuvenecido. Precisamente en un momento histórico mundial que da pruebas que surgen brotes populistas de alto voltaje en el hemisferio norte. En ellos la causa fue el desastre financiero económico de 2008. En la Argentina las fisuras, la grieta donde gana el que es más fuerte, decidido e inteligente.


© El Cronista

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