lunes, 18 de enero de 2016

Con el enigma de la muerte de Nisman los perversos y los cobardes van ganando

Por Fernando González
La Argentina es muchas cosas pero, sobre todo, es el país de los enigmas sin resolver. No sabemos quien puso las bombas en la Embajada de Israel, en 1992, ni en la sede de la AMIA dos años después.

Los asesinos de José Luis Cabezas están libres pese a secuestrarlo, pegarle dos tiros y quemarlo dentro de su auto por el pecado de sacarle una foto a un empresario mafioso.

Nadie sabe dónde está Jorge Julio López desde hace una década. Y ésas son apenas algunas fotografías de la democracia reciente.

Porque la última gran herida de la institucionalidad argentina es la falta de respuestas para la muerte del fiscal Alberto Nisman, de la que hoy se cumple un año fatal.

De Nisman supimos la novela de sus últimas horas en su departamento en Puerto Madero. Y la gravedad de su denuncia contra la ex presidenta, Cristina Kirchner, y contra algunos de sus colaboradores por el intento sospechoso de un pacto con Irán que deshonraba la memoria de las víctimas del atentado. Después vino lo peor. La campaña para desacreditar al funcionario muerto cuya sombra quemaba. La difusión de sus cuentas. Las fotos de sus amigas. La denuncia contra su madre. Datos ciertos y mentiras mezcladas para confundir en el estilo que mejor conocen los agentes de inteligencia. Y la complicidad, por perversidad o por temor, de dirigentes, de juristas, de periodistas y hasta de algún sector de la comunidad judía que prefería no saber cómo había muerto el hombre que investigaba los nexos entre el horror y el poder.

Lo cierto es que los perversos y los cobardes van ganando. La madre, la ex esposa y las hijas de Nisman están convencidas de que al fiscal lo asesinaron. Y la verdad dolorosa es que no hay una sola pista que permita afirmar lo contrario. Medio millón de personas marcharon bajo la lluvia un mes después de su muerte pero el año transcurrido nos tiene huérfanos de certidumbres.

Hace bien el Presidente en recibir a su familia pero es justicia y son respuestas concretas las que necesitan los Nisman y toda una sociedad que intenta dejar atrás el infierno de los ojos bien cerrados.

© El Cronista

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