jueves, 1 de octubre de 2015

El misterio de la muerte de Nisman

Es el costado más decadente de la Argentina

Por Fernando González
El caso Nisman, la muerte misteriosa del fiscal que investigaba el atentado a la AMIA, es uno de los grandes enigmas del fin de ciclo kirchnerista. Apareció muerto en su casa un día antes de denunciar a la Presidenta en el Parlamento por el inexplicable pacto con Irán que beneficiaba a los únicos sospechosos del ataque. Provocó una enorme conmoción social y una marcha de medio millón de ciudadanos en las calles de Buenos Aires. 

Pero, una vez pasado el impacto, el Gobierno logró frenar la investigación y puso en marcha una campaña de desprestigio hacia la memoria del funcionario tan eficaz que hoy es su madre la persona más complicada judicialmente.

A casi nueve meses de la muerte de Nisman, los investigadores no tienen un solo dato concreto y comenzaron a orientar la pesquisa hacia la idea de un suicidio inducido. Una elegante metáfora para evitar la palabra asesinato. 

En la trama se entrecruzan las negociaciones turbias con Irán; la relación cada vez más complicada con EE.UU.; las sospechas sobre el espía Jaime Stiuso, 11 años al servicio del kirchnerismo y ahora supuesto conspirador internacional; se suman agentes de inteligencia, jueces de convicciones flácidas y las teorías más absurdas que la propia Presidenta comparte con el país adolescente a través de las redes sociales.

La muerte de Nisman nos provoca y nos interroga. Nos muestra el costado más decadente de nuestros gobernantes, de nuestros jueces y de nosotros mismos como sociedad. Así asistimos anestesiados al show permanente de la impunidad sin que nuestra Argentina se detenga un instante a observar sus miserias.

© El Cronista

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