El ajustado triunfo
porteño golpeó fuerte en la cúpula del PRO.
Los condicionamientos que tendrá el
nuevo jefe de gobierno.
Por Ignacio Fidanza |
El ánimo en la cúpula del PRO esta noche era lúgubre. El
discurso oficial será que ganar por un voto es ganar. Y es tan cierto como lo
es que la política también se construye con percepciones. El territorio donde
Mauricio Macri tenía que tener su triunfo más resonante, la validación de sus
ocho años de gobierno, fue decepcionante ¿O no fue acaso ese el sentido de
anticipar las elecciones porteñas?
La gran palanca que iba a empujar de manera definitiva su
campaña presidencial terminó convertida en un triunfo con sabor a poco.
Más complejo es determinar qué salió mal, si se puede
calificar así a un éxito que por su escaso volumen no permite capitalizarlo.
Esta noche en la cúpula del PRO esgrimían tres razones,
algunas bastante ingratas, pero la política es ingrata. 1) Larreta no es Macri,
es un hombre de gestión excepcional, pero un candidato menos atractivo que el
líder del PRO 2) Lousteau es un buen candidato para los porteños 3) Comuneros y
legisladores, ya garantizados sus lugares, no se preocuparon por laburar en
serio el territorio.
Son análisis locales que evitan toda extrapolación al orden
nacional. Es lógico, garantizada la Ciudad ahora lo que tienen que hacer en el
PRO es un control de daños, para que este triunfo agridulce lastime lo menos
posible a Macri.
Sin embargo, este resultado si prendió una luz roja en la
mesa chica del líder del PRO. Las encuestas previas y de boca de urna, como ocurrió
en la primera vuelta porteña, volvieron a fallar. “No sabemos dónde estamos
parando, si los datos que nos pasan están mal, todo puede estar mal”,
reflexionaba esta noche un importante dirigente del macrismo.
Criticar las encuestas es criticar a Jaime Durán Barba y
también a Marcos Peña. El problema de los dos principales ideólogos del PRO es
que ellos validan sus estrategias con sus propias encuestas. Hasta Santa Fe no
tuvieron errores importantes, pero desde entonces lo que se había planificado como
una serie de triunfos jalonando el trayecto a la Casa Rosada, sumó un
desencanto tras otro: Chaco, La Rioja, Tierra del Fuego, ballotage porteño y
ahora este triunfo amargo.
Pero la gran pregunta es: ¿Hasta qué punto este resultado
daña las chances de Macri de llegar a la Presidencia? No es un secreto que la
cúpula del PRO viene cruzada por pleitos internos desde que Santa Fe implosionó
el relato macrista. Pero tampoco es una novedad que elegir un presidente es
otra pantalla.
El kirchnerismo tampoco tiene para festejar. Perdió Mendoza,
Río Negro, Córdoba, Santa Fe y en Capital ni figuró en las instancias
decisivas. Entonces, sí parece claro que buena parte de la sociedad ejerce con
gran libertad su voto.
Larreta condicionado
Esta elección sí tiene un efecto inmediato sobre la política
porteña. No sólo se consolidó Lousteau hacia delante como un candidato muy
competitivo para relevar al PRO en el gobierno porteño, sino que además Larreta
asume con márgenes mucho más ajustados de los que disfrutó el macrismo en sus
últimos años.
La idea de integrar un gabinete con los propios
desconocidos, esta noche empezaba a ser revisada. El resultado de este domingo
obliga a Larreta a expandir su base política y esto no se logra con los amigos.
Tiene Larreta un instrumento ideal para darle más volumen a
su gobierno: El gabinete porteño. Si designa figuras de la oposición y de
prestigio en la sociedad, puede recuperar en la gestión lo que no consiguió en
las urnas. Si se cierra y agudiza cierta tendencia endogámica del PRO, quedará
muy sólo frente a las peleas que se le vienen.
Larreta tendrá que gobernar con 3 legisladores menos del
quórum propio y ECO será la segunda fuerza con 14 legisladores, se supone ahora
galvanizados por tener un líder “fuerte”. Pero claro, Lousteau tampoco la tiene
fácil. Él fue el candidato de una coalición heterogénea de radicales,
socialistas y otras tribus, que el Pro ya demostró que a nivel de la
Legislatura, tiene oficio para perforar y dividir.
Como sea, se abre un nuevo tiempo en la Ciudad, que una vez
más demostró que no tiene dueño.
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