lunes, 22 de junio de 2015

Ni por violencia ni por aborto clandestino

Buenos Aires, Córdoba y Salta encabezan 
la trágica estadística por crímenes contra las mujeres

Por Clori Yelicic

En los últimos siete años se registraron en el país 1.808 asesinatos de mujeres a causa de la violencia de género, así lo indica el informe presentado por La Casa del Encuentro. De las mujeres asesinadas en 2014, 39 tenían denuncias previas y cuatro poseían órdenes de exclusión del violento, siendo las provincias de Buenos Aires (91 casos), Córdoba (21) y Salta (21) las que encabezan la estadística trágica.

En estos registros no están contemplados los siguientes casos:

Mujeres que ingresaron a los hospitales con evidencia de violencia sexista, pero al fallecer en sus certificados de defunción figura muerte por paro cardiorrespiratorio u otro causal, invisibilizando la violencia que generó el cuadro traumático.

Mujeres que mueren por abortos inseguros producto de la clandestinidad que son Femicidios que comete el Estado porque, justamente la ilegalidad del aborto pone en riesgo la salud y la vida de las mujeres. Por no brindar políticas públicas para prevenir los embarazos no deseados, por la falta de atención en los hospitales y por silenciar el demorado debate sobre el aborto legal, seguro y gratuito.

En 2013, según cifras oficiales, 50 mujeres dejaron la vida por aborto inseguro. Sabemos que hay subregistro pero la cifra, más pequeña o más grande, nos interpela de la dimensión del drama vergonzante de estas muertes evitables y de la tremenda injusticia social, ya que las mujeres que mueren son pobres y jóvenes.

La Ley 26.485 de Protección integral contra la violencia incorpora a la legislación interna argentina los conceptos de la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (Belem do Pará) y de los tratados de derechos humanos; e implicó un cambio de paradigma en el abordaje de la violencia por la incorporación del concepto de protección integral. Exige a los tres Poderes del Estado la adopción de las medidas necesarias para el respeto irrestricto del derecho constitucional a la igualdad entre mujeres y varones; y para “la asistencia integral y oportuna de las mujeres que padecen cualquier tipo de violencia, asegurándoles el acceso gratuito, rápido, transparente y eficaz en servicios creados a tal fin, así como promover la sanción y reeducación de quienes ejercen violencia”

Pero a siete años de la sanción de la Ley, la respuesta desde el Estado es prácticamente nula. El Consejo de la Mujer que es el organismo encargado del diseño de las políticas públicas es inexistente; no tiene presupuesto y por supuesto ningún Plan de Acción. Cuando las mujeres acuden a denunciar encuentran numerosos obstáculos para que su demanda progrese; las medidas de protección llegan tarde o se incumplen y los agresores quedan impunes la mayoría de las veces. El patrocinio jurídico gratuito es casi inexistente.

Es irrisorio que hoy muchos funcionarios exhiban el cartel “#Ni Una Menos”. Lo responsable es que cada uno se comprometa a poner en práctica YA el contenido del reclamo del 3 de junio, es decir: la implementación con todos los recursos necesarios del Plan Nacional de Acción para la Prevención, la Asistencia y la Erradicación de la violencia hacia las mujeres, tal como lo establece la Ley 26485; la garantía de acceso a la justicia de las víctimas a través del patrocinio jurídico gratuito, de la unificación de las causas del fuero civil y penal y de la capacitación del personal que recibe las denuncias en comisarías y fiscalías; el Registro Oficial Único de Víctimas de la violencia contra las mujeres; la profundización de la Educación Sexual Integral en todos los niveles educativos; la protección de las víctimas de violencia a través del monitoreo electrónico de los victimarios y la efectiva implementación de las restricciones de acercamiento impuestas judicialmente.

No habrá cambios mientras el Estado nacional y los estados provinciales decidan que este tema no es prioridad en la política pública, sabiendo que por estas horas otra mujer no estará, y otra intentará que le crean y le tomen la denuncia. El respeto irrestricto a los derechos humanos de las mujeres es el supuesto imprescindible para la construcción de una sociedad en paz que todas y todos anhelamos.

© La Vanguardia

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