Por Gabriel Profiti |
La primera conclusión del cierre del plazo para presentación
de candidaturas es que la Presidenta, pese a no ser candidata a nada, colonizó
con incondicionales las listas del Frente para la Victoria, en un claro intento
por sustentar su supervivencia política en el Congreso nacional.
No por conocido y esperado deja de ser llamativo como un
jefe de Estado con el calendario corriendo en su contra se garantiza a través
de los suyos un rol protagónico para el próximo lustro, sea quien sea el
ganador de las próximas elecciones.
El movimiento había comenzado con la anunciada incorporación
del mentor de las medidas troncales del kirchnerismo, Carlos Zannini, como
compañero de fórmula de Daniel Scioli y con el temido destierro de Florencio
Randazzo luego de negarse a ser degradado como candidato a gobernador
bonaerense.
Esa disputa clave en el FPV se ceñía a los tándems
compuestos por Aníbal Fernández-Martín Sabbatella y Julián Domínguez- Fernando
Espinoza, aunque la mayoría de los intendentes del conurbano jugarán sus cartas
a esta última pareja por antipatía al presidente del AFSCA, un dirigente sin
ADN PJ.
El mayor poder de la mandataria saliente estará concentrado
en la Cámara de Diputados, donde el ultrakirchnerismo juntará a sus principales
exponentes, empezando por Máximo Kirchner, Axel Kicillof, las figuras de la
Cámpora y los "ultra".
No será igual en el Senado, hemiciclo en el que tallan los
gobernadores del PJ, quienes sintonizan más con el pensamiento de Scioli, al
igual que los alcaldes del estratégico conurbano.
Habrá que ver cómo se adecuan las distintas tribus que
conviven en el FPV, siendo nuevamente oficialismo, ante un panorama que
requerirá de ajustes para ordenar los desequilibrios de la macroeconomía y
fomentar la inversión.
En ese aspecto, la mudanza de Kicillof al Congreso abre un
acertijo sobre si Scioli tendría plena autonomía para imponer sus ideas en un
ámbito clave. Como se sabe, el gobernador bonaerense cuenta entre sus asesores
a Miguel Bein, cuyos postulados difieren de los del actual jefe del Palacio de
Hacienda. No obstante, las medidas medulares deberían pasar por el parlamento.
Así las cosas, el esquema cerrado por Cristina proyecta a la
gobernabilidad como un desafío para el próximo presidente así surja de la
oposición -como se preveía- como del propio oficialismo, con el Congreso como
un actor central.
Además, acentúa la alternativa "continuidad o
cambio" como eje discursivo de las elecciones. Una de las mayores
fortalezas de Scioli era su capacidad para recolectar adhesiones de sectores no
kirchneristas, pero evidentemente prefirió encolumnar en una primera instancia
a todo el oficialismo detrás de su figura y trabajar para que el electorado se
incline por la continuidad.
El reparto opositor
Tal como se esperaba, el abanico antikirchnerista presentó
al menos tres alternativas que repartirán sus votos, la de los Frentes
Cambiemos, UNA y Progresistas, sin contar a las expresiones de la izquierda que
volvieron a subdividirse.
De ese combo, la alianza conformada por el PRO de Mauricio
Macri, la UCR y la Coalición Cívica emerge como la más competitiva aunque el
cierre de listas fue un parto, como ocurre casi siempre cuando no hay un líder
con el dedo legitimado. Finalmente, cedió ante el radicalismo para sellar una
mejor convivencia proselitista y eventualmente en el poder. Se descuenta que el
jefe de Gobierno será el sobreviviente de las PASO de ese conglomerado llamado
Cambiemos.
Después de cerrarle la puerta a Sergio Massa, Macri pareció
modificar el rumbo de sus decisiones drásticas y otorgó un perdón a Gabriela
Michetti. El indulto no es casual: las elecciones en Santa Fe, donde Miguel del
Sel no pudo consumar un festejo esperado, las alarmas se encendieron. Además,
la exvicejefa y actual senadora calza justo como contrafigura de Zannini.
Para Macri el primer objetivo será sacarle una buena ventaja
en las primarias a la sumatoria del frente que armaron José Manuel de la Sota y
Sergio Massa; y a Margarita Stolbizer, quien en una primera instancia podría
recibir votos de radicales descontentos.
La apuesta macrista es que las PASO ordenen. De ese modo
podrá aspirar a que en la primera vuelta la mayor parte del voto dirigido al
"cambio" se aglutine detrás de su figura.
En los últimos días el exintendente de Tigre buscó cambiar
el clima de polarización con encuestas que indican que está a solo dos puntos
de Macri y logró repatriar a un intendente que lo había dejado por el PRO:
Jesús Cariglino de Malvinas Argentinas.
Pero su cierre fue caótico. Trascendió que varios candidatos
se negaron a aceptar ser su compañero de fórmula y su candidato a gobernador
bonaerense por lo que optó por Felipe Solá, a quien anteriormente había
desdeñado, y por el intendente de Salta Capital, Gustavo Sáenz.
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