martes, 20 de enero de 2015

La noche más larga

Por Nicolás Lucca
(Relato del Presente)

El domingo pintaba tranquilo. Entré a la redacción a las 14,30 horas y no pasaba nada. Pero nada de nada. El único tema potable era la previa a la declaración del fiscal federal Alberto Nisman ante la cámara de Diputados de la Nación del día siguiente. Luego de chequear que Jorge Lanata no estaba al borde de la muerte, sino que se estaba clavando un choripán en Costanera –con foto en Instagram y todo– la jornada estaba cocinada.

Media hora después de llegar a casa empezó a correr por Twitter el rumor de que Nisman estaba muerto. Luego su condición mejoró a vivo y tan sólo estaba sufriendo un escrache en la puerta de su edificio. Como varios, ante la imposibilidad de tener un dato concreto, volví a tomar las llaves y salí de casa rumbo a Puerto Madero, sin pensar siquiera en que no llevaba el Pasaporte encima.

No éramos muchos en Madero y todos habíamos llegado por nuestra cuenta. Resumiendo: había más mosquitos, patrulleros y curiosos que periodistas. Y eso, un lunes por la madrugada es mucho decir.

1,30 horas. Los muchachos de Prefectura, devenidos en policías del barrio más kirchnerista de la Argentina, se comportaron como corresponde y nos forrearon con cortesía. La cinta de exclusión perimetral la pusieron 30 centímetros por delante de los únicos banquitos que había en la zona y respondían como el orto hasta cuando se les preguntaba la hora. Sí, no nos dejaron ni lugar para sentarnos mientras esperábamos que alguno del más de medio centenar de personas que participaban del procedimiento se acercara a confirmar el hecho más grave de la década. Ocho patrulleros de Prefectura, tres Unidades de Medicina Forense de la Federal, un camión de bomberos, una ambulancia del SAME y nadie quería confirmar un choto. El médico militar Berni esta vez rompió con la regla de atender a los medios y explicar lo sucedido con flores a la gestión de la Presidenta, y se escapó por la puerta de atrás. Un desfile de personal policial y del ministerio de Seguridad estuvieron horas entrando y saliendo del depto de un fiscal que, de no haber muerto, horas más tarde estaría presentando el 95% restante de las pruebas que dijo tener en contra de Cristina Fernández de Kirchner, Héctor Timerman, Fernando Esteche, Andrés Larroque y Luis D’Elía. Luego dirían que “secuestraron la documentación para peritar”. Todo normal.

Lo que eran tan sólo rumores, una fuente policial lo confirmó a la 1 de la matina pero en “off the record”, que es lo mismo que nada a fines profesionales. Corremos la ambulancia del SAME. Por la otra punta llega una diputada. Corremos a ver a la diputada. Es Patricia Bullrich. Volvemos a nuestro puesto de guardia. Datos van, rumores vienen, el juez confirmar que el fiscal murió, prometen una conferencia para las 3,30 horas.

3,45 horas. Parece que la conferencia deberá esperar para otra ocasión más importante.

4,50 horas. Por otra puerta –otra vez a correr– la fiscal atiende a la Prensa para “dejarnos tranquilos”. Como si se pudiera estar tranquilo luego de que una funcionaria de la Procuración confirma que apareció sin vida el fiscal federal que debía exponer ante el Congreso y aportar elementos para probar que el Gobierno transó 85 muertos por unos barriles de petróleo para paliar el déficit generado por el gobierno mismo.

5,00 horas. Lo engancho a Adrián Pérez entre los curiosos y le pregunto si el fiscal contaba con custodia. “Sí, pero hoy no”. Minutos después, resulta que el fiscal había pedido a su custodia que se tomara un descanso porque él no los iba a necesitar hasta el día siguiente. Es la versión de la custodia a la que Nisman, por razones que tienen que ver con factores biológicos, no podrá ratificar ni rectificar.

6,15 horas. Soy el único humano en pie con una Coca-Cola en la mano. Nadie tiene piernas, pero nadie quiere irse.

8,00 horas. Jorge Capitanich encara su habitual slowmotion stand-up matutino con su habitual cara de cólicos intestinales pujando por salir. Se limita a leer el mismo comunicado que todos teníamos. Era eso o afirmar que la muerte de Nisman fue un caso aislado, dado que el resto de los vecinos del Le Parc estaban vivos.

11,35 horas. Luego de una siesta de tres horitas, me entero que Nisman murió antes de la cena del sábado y que para la colectividad judía es un fiscal “irremplazable”. A partir de allí, vienen las declaraciones de todos, sin importar si saben o no. Sin existir sentencia firme, peritaje concluyente o, al menos, un video, el Gobierno sólo habla de suicidio y celebra cada prueba que va en esa línea, como si hubiera algo para festejar. Y como si acá no nos hubieran dicho que el hijo de un Presidente murió en un accidente. Timerman llega a Estados Unidos para pedirle al Consejo de Seguridad de la ONU que combata las condiciones que fomentan el terrorismo. Parece joda pero, vamos: es Timerman.

14,00 horas. Empieza el show de la oposición. Macri pide que se esclarezca el caso, al que calificó de grave. El monotributista de la mesa de entradas del palacio municipal habría tenido más temperatura. Sergio Massa montó un escenario para hablar como si ya fuera el presidente del país y pidió que el congreso voltee el acuerdo con Irán. Sí, es cierto, lo pide desde septiembre de 2013. Sin embargo, podría pedirle alguna explicación al diputado de su bloque, Oscar Martínez, quien votó a favor del acuerdo antes de sumarse al Frente Renovador. Maggie Stolbizer, Julio Cobos, la chomba de Roy Cortina, Hemes Binner y Humberto Tumini pidieron preservar las instituciones y –compitiendo con Mauri– que se esclarezca el caso.

16,20 horas. En el bloque de legisladores del Frente para la Victoria llevan a cabo un brainstorming para poder decir algo luego de que apareciera muerto el fiscal al que iban a enfrentar “con los botines de punta”. Luego de correr en círculos golpeándose la cabeza con las manos repetidamente, llegan a la conclusión unánime de que había que postergar la declaración, al menos hasta que Cristina levante el teléfono.

17,05 horas. Luego de consultar a un grupo de semiólogos para poder analizar el comunicado de Daniel Scioli, llegamos a la conclusión de que, cuando el gobernador bonaerense dice “figura central de la investigación en la causa AMIA”, se refiere al mismo fiscal cuyo accionar en la investigación calificó de “inconcebible” cinco días antes, cuando imputaron a Cristina.

18,00 horas. Oscar Parrilli comunica que puso a disposición de la Jueza Servini de Cubría el levantamiento de secreto del personal de inteligencia señalado por Nisman en su denuncia. La jueza se había negado a habilitar la feria para tratar la peor denuncia institucional de las últimas décadas. Nisman no mencionaba los nombres de los agentes involucrados, pero Parrilli ya está dispuesto a entregarlos. Todo legal. Cristina sigue sin aparecer.

19,25 horas. El bloque de legisladores del FpV se junta para un comunicado en el que se manifestaron dolidos por la muerte de Nisman, hecho al que calificaron de “irreversible”, demostrando que, si tuvieran un superpoder, sería el de la pelotudez. Mencionaron a Magnetto para no romper con la cábala y centraron sus  sospechas en el accionar del propio fiscal. Defendieron a Cristina.

20,34 horas. Aparece Cristina en forma de mensaje de Facebook. Luego de poner “suicidio” entre signos de interrogación, la Presidenta de la Nación hizo lo que tenía que hacer: hablar de lo que le dolió el atentado a la AMIA en 1994. A ella, no a los familiares de los 85 muertos por un atentado cuyos principales sospechosos habrían sido encubiertos por ella, según el fiscal nombrado por su difunto esposo. Luego de tirar que tiene un amigo o un canciller judío, cargó contra el gobierno de los noventa, donde era parte del bloque oficialista de una gestión que tenía medio gabinete de la cole. Contó que como parte de la comisión de investigación se interiorizó de las circunstancias del hecho y de los testimonios de los familiares. A Nisman no lo nombró. Del petróleo no habló. De porqué la imputaron, tampoco. Se ve que, además de faltar a la entrega de diplomas, también estuvo ausente en la clase de derecho procesal penal en la que explicaron que, ante una imputación, la defensa se hace declarando ante el Juez, no por Facebook.

0,35 del 20 de enero. El tachero que me trae a casa me pregunta cómo es que nos fuimos tan a la mierda y no puedo evitar el recuerdo de Salsa Criolla de Enrique Pinti: de a poco. Un día se produce una devaluación. Otro buen día, al gobierno le parece poco popular aumentar los precios de los combustibles, el transporte y los servicios públicos. Ese día de 2004, al estadista que venía a proponernos un sueño se le ocurre clavar retenciones a la exportación de petróleo en un país exportador y, por ende, con autoabastecimiento. Resultado lógico: para mantener el margen de ganancia, la empresa deja de invertir. Nadie se avivó que los trenes y colectivos, que ya estaban subsidiados, necesitaban del combustible, al igual que buena parte de los servicios de energía eléctrica y gas. La bola de guita en subsidios empieza a crecer, pero el combustible no aparece. El país exportador deja de exportar, pierde el autoabastecimiento y empieza a importar. La monada festeja como logro de la Patria Grande la reconexión del gasoducto con Bolivia, que se había cerrado por innecesario. Hay cada vez menos combustible, los cortes de luz se multiplican, las empresas tienen que cerrar en invierno para que en las casas se pueda cocinar y Venezuela nos vende fuel oil con lluvia ácida incluida.

Años después, con la crisis energética al palo, Cristina empieza a mirar a Oriente Medio. Por un poco de petróleo barato, fue capaz hasta de llevar a Florencia de dama de compañía a una visita protocolar. Fotos con Kadafi que enloquecen a la militancia, promesas a los jeques, barcos con gas líquido que llegan a Baires a precios insólitos. Y los subsidios sin tocarse.

Que Nisman planteara el acuerdo de petróleo a cambio de granos e impunidad, no me sorprende. Si la Presi se mostró con un dictador asesino y pederasta, si reivindico dictaduras genocidas pero de izquierda, un atentado que ya llevaba 18 años impune, no generaba demasiados problemas. El país seguía girando y podía continuar así.

Y como acá no le damos bola a nada a no ser que haya muertos, nos enteramos que algo andaba mal con eso de pagar centavos por lo que cuesta mucho, mucho más cuando 51 personas que viajaban en un tren ultrasubsidiado ya no podían comentarlo.

Atrás de la denuncia de Nisman y el archivo para siempre de la demanda de justicia para las víctimas de la AMIA, está el petróleo que nos sobra, pero que nadie quiere poner un peso para sacarlo si no hay un acuerdo entreguista imperialista de por medio. Y atrás de cada pelotudez que se dice sobre que este gobierno es el que más hizo en la búsqueda de la verdad para la AMIA, hay una verdad que grita que entre todo lo que hizo, nombró a Nisman como fiscal a cargo de la investigación. Y Nisman, siendo partidario de muchas de las políticas del Gobierno, se encontró con esto y no lo pudo callar.

Después pueden venir con las internas de los servicios de inteligencia y demás. Pero las escuchas entregadas por una parte rebelde de la ex SIDE respecto de la otra parte, no son inventadas. Dejarse llevar por el que diga lo contrario, es correr el eje de la discusión, es matar al mensajero, es putear a la amiga de tu mujer porque le contó que le metiste los cuernos, cuando el punto es que se los metiste.

A Nisman lo mataron antes de que muriera y todos nos pusiéramos a especular con si lo suicidaron, se pegó un tiro, lo obligaron a matarse o se cayó de cabeza sobre un proyectil calibre 22. Desde que el tipo presentó la denuncia de 300 páginas, lo mataron mediáticamente. Primero dijeron que la denuncia estaba preparada. Y sí, muchachos, nadie escribe 300 páginas en 15 minutos. Luego, tiraron que suspendió sus vacaciones y se vino porque recibió la orden de alguna fuerza oscura, cuando la única fuerza oscura que estaba en juego era que le querían sacar el manejo de la causa porque sabían la que se venía.

Lo atosigaron, lo defenestraron, lo putearon, lo amenazaron, utilizaron todo el aparato del Estado –conglomerado de medios incluidos– para aniquilar su nombre. Lo que todos, en mayor o menor medida, padecemos a diario, en este caso se concentró absolutamente en una sola persona. Si la Presidenta escrachó por Cadena Nacional a un viejo jubilado de Mar del Plata por querer comprarle diez dólares a su nieto, es difícil de dimensionar todo lo que se ha dicho y escrito sobre un tipo que pretendió hacer lo que sus funciones dictaban que debía hacer.

Lo reventaron hasta con carpetazos baratos, como que la mujer era la que archivaba las causas de los hijos de Ernestina Herrera de Noble, cuando se encontraba divorciado de la Jueza Arroyo Salgado desde hacía tres años y medio, jueza que también fue puesta en su cargo por Néstor Kirchner. Deschavando lo que piensan de cómo debe manejarse la Justicia, afirmaron que colocaron a Nisman en ese cargo para que busque culpables. Irán lo sentenció a muerte. Cristina firma un acuerdo con quienes el fiscal cree que son los culpables. La Presidenta arregla con los que sentenciaron a muerte al fiscal del país que preside. Le ofrecen a Nisman que vaya a tomar declaraciones a un país en el que, si lo pisaba, lo habrían colgado. El fiscal descubre la tramoya escondida tras el acuerdo. Y, como el Código Penal dice que el Encubrimiento se da cuando alguien ayuda a otro a eludir las investigaciones de la autoridad o a sustraerse a la acción de ésta, oculta, altera o hace desaparecer los rastros, pruebas o instrumentos del delito, o ayuda al autor a ocultarlos, alterarlos o hacerlos desaparecer, Cristina y una parte de su grupo de porristas impresentables quedaron pegadas.

Sí, pequeño saltamonte del campo nacional y popular: importa tres carajos que Cristina en 1994 estuviera en Santa Cruz bordando edredones. Si el delito que se está ayudando a encubrir fue cometido hace cinco minutos o hace dos décadas, da igual, porque la víctima del encubrimiento es la Justicia, cuyo accionar se ve alterado o impedido por quienes pretenden que el delito no sea descubierto, sea porque son amigos de los terroristas, o porque necesitan unos barriles de petróleo para tapar el desastre de la joda de subsidios.

4,28 horas. Todavía no terminé mi domingo y me informan que ya es martes. Todo lo que se diga sobre este caso de ahora en más puede ser verdad o mentira. Hicieron tan mierda todo y quedó tanta gente cagada en las patas en el medio, que cualquier hipótesis es cierta, tanto en la muerte de Nisman, como en el encubrimiento del atentado a la AMIA, o el atentado a la AMIA en sí.

Porque si hay algo que sobra en este país –además de soja, pobres, muertos de hambre y boludos– es impunidad. Ayer, hoy y siempre.

Domingo. O lunes. O Martes. Y recién estamos en enero.

ACTUALIZACIÓN: Como dormir es para gente aburrida, a media mañana de hoy, martes, el barrido de pólvora de las manos de Nisman dio negativo. El barrido es una pericia que se hace para confirmar de una que el que disparó la pistola es el muerto. Los libros dicen que si da negativo, no confirma que no lo haya hecho, pero es raro y…bueno, en mis años de judicial nunca vi un caso negativo en suicidio por arma de fuego. A todo, se le suma la aparición de una carta. No, no era despidiéndose de los amigos ni de la familia. Era el listado de compras para que le mucama realizara el lunes.

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