Por Nicolás Lucca
(Relato del Presente)
Querido Papá Noel:
Reconozco que no te escribo desde aquella vez en la que te
pedí el muñeco de Rubén Peucelle y me trajiste el de Enrique Orchessi.
No fue
resentimiento, sino que me dio cosa ver que mi viejo se pasó semanas llegando
tarde a casa para darte una mano y vos no fuiste capaz de entregar al Ancho.
Siempre lo mismo, te pedía a He-Man, me traías al Príncipe Adams con su
camisita rosa y su brushing carré con flequillo. Llegué a pensar que me lo
merecía luego de que los puños voladores del Mazinger-Z de la Navidad anterior
mandara al oftalmólogo a mi hermana recién nacida, pero tampoco fue para tanto.
La cuestión es que con tus mensajes de “se me agotaron” me
di por vencido. Y los garcas de los Reyes Magos tampoco me generaban mucha
confianza, sobre todo desde que mi vieja me dijo que “pasto y agua les dejan
todos” y sugirió que los agasajara con una cerveza y unas sorpresatas con
quesos. Manga de monarcas borrachos, llegaban tarde y sin guita para buenos
regalos porque el aguinaldo se lo habían patinado en Año Nuevo.
El paso de los años y la incapacidad de mis abuelos para
comprender que no se podía comer con 40 grados lo mismo que cenaban en la
Vigilia di Natale en Calabria, hicieron que para Navidad sólo deseara un
aparato digestivo nuevo. Te imaginarás que con tantos años de no pedirte una
goma, estoy en todo mi derecho de reclamarte décadas de regalos y con intereses
retroactivos, pero vengo en son de paz.
Antes que nada, quería contarte que la merma en las cartas
de los infantes desde estos lares no se debe a que los chicos hayan dejado de
creer, sino que creen en algo aún mejor. No te ofendas, pero es tan grande que,
incluso, le piden los adolescentes y los adultos. Además, para los tiempos que
corren, vos sos un gordo imperialista.
De todos los colaboradores que la rodean, ni uno sabe
realizar nada cercano a lo productivo y uno solo cumple con el physique du rôle
de gnomo. Lo llamamos ministro de Economía.
Mamá Cris ideó un sistema increíble y, para tu desgracia,
difícil de equiparar. A vos te recibimos una vez al año. Ella, en cambio,
aparece cuando le pinta. No deberías sentirte mal dado que coinciden en varias
cosas: tampoco le gusta laburar mucho durante el año y es raro que aparezca de
día. Es más, cae del cielo en un trineo con hélices y se deja ver por todos. La
mayoría de las veces, la lógica se invierte y en vez de tener a la gente
pidiendo cosas, elimina toda la burocracia y promete regalos que luego no
cumplirá.
El resultado es tan, pero tan bueno que genera una confusión
difícil de dimensionar y la mayoría termina agradeciendo cosas que consiguieron
por sus propios medios. Deberías verlos agradeciéndole que nos devolvió la
dignidad y la Patria, que por ella hubieron 750 mil personas que pudieron irse
el fin de semana largo. Sí, los que no viajaron le agradecen a Mamá Cristina
que el 1,9% de la población sí pudo hacerlo.
La tradición que no cambia es la desviación de la gratitud:
al igual que nosotros te agradecíamos a vos por el esfuerzo de nuestros viejos,
la gente le agradece a ella por el esfuerzo nuestro. No me digas que no es
maravilloso. Nos seca con impuestos para bancar obras sobrefacturadas,
incompletas y, muchas veces, inservibles, y se lo agradecen. Revienta las
jubilaciones en créditos a inviables y se lo festejan a ella, no a los viejos
que cobran la mínima ni a nosotros que cobraremos tres chauchas y dos palitos.
En el agradecimiento te ha superado ampliamente, ya que
incluye a modalidades extrañas. Convoca a un acto para inaugurar un hospital
desde un polideportivo y termina cortando la cinta de la primera etapa de la
remodelación de un hospital de 105 años. Es como si me prometieras una casa y
me trajeras un vale a canjear por una frazada que algún día tejerán para la
cama que ya tengo, y yo estuviera feliz como si me hubieras entregado la casa y
saliera a insultar a todos los que dicen que me diste un papel.
También les regaló la Televisión Digital Argentina y afirmó
que es “lo que corresponde” para un hospital público, una idea que le surgió
mientras miraba DirecTV en su suite del Sanatorio Otamendi durante la última
internación.
Nunca supe bien como hacías vos para caer en todas las casas
a la misma hora del mismo día, pero Mamá Cristina entrega los regalos por
videoconferencia. Así, desde el polideportivo de Morón celebró el monumento a
Arturo Jauretche en la 9 de Julio. No sabés lo que se emociona cuando quiere
demostrar sus conocimientos doctrinarios e históricos. Tanto se excitó esta vez
que recordó cuando Jauretche se levantó en armas para pedir el voto universal,
secreto y obligatorio. Si alguno de los gnomos que la acompañaban hubiera leído
algo más de Jauretche que no fuera lo que les conviene, le habrían avisado que
en la revolución de 1905 don Arturo tenía 4 años, cuando se sancionó la Ley Sáenz
Peña contaba con 11 pirulos, y para cuando ganó Yrigoyen por primera vez no
podía votar por ser menor de edad. En eso también coincide con vos: además de
regalar cosas, nos hace reír.
Eso sí, es estricta. Deberías verla cagando a pedos al
Auditor General de la Nación porque estaba serio cuando le inauguró un edificio
nuevo. También lo hizo con nuestra tarasca, pero así y todo le exigió portarse
bien y no andar molestando a los demás cuando están ocupados en chorearse hasta
los bidones vacíos de los dispensers.
Cerca de fin de año se le ablanda el corazón y se acuerda de
los que financiamos coactivamente su actitud regalona y nos la saca un poquito.
Pedimos que nos quiten el impuesto a las ganancias, y si el pueblo lo pide,
ella cumple: sólo sobre el medio aguinaldo de fin de año, por única vez y
después de dos años de no mover el mínimo no imponible con una inflación del
40% sólo en el último período contable. Al día siguiente de tamaño regalo, el
gnomo Echegaray festejó el superávit fiscal.
Los regalitos de este año vienen en cadena y arrancaron con
un Código Civil en el que desaparece la responsabilidad de los funcionarios por
las cagadas que se manden en sus cargos, tras lo cual vino la reforma del
Código Procesal Penal, necesaria para cubrir la otra pata del problema, esa que
implica no pasar la próxima era geológica deambulando por Comodoro Py. A Mamá
Cristina le gustan las múltiples personalidades y, si ya fue Arquitecta
Egipcia, Capitana, Papisa y exitosa abogada, ahora le pintó ser la Justiniana
del siglo XXI, aunque desde Tribunales ya le mandaron la carta de
agradecimiento por las reformas llevando a juicio al vicepresidente.
Los que en su vida agarraron un libro nos dan clases de por
qué son buenas las reformas. Las horas cátedras brindadas en redes sociales
incluyen la conclusión de que somos unos gorilas quejosos. Ahora vienen por una
ley que regule los contenidos de Internet, dado que tardaron 5 años en darse
cuenta que la pomada está acá y no en la radiodifusión que regularon 90 años
después de su creación.
Supongo que ahora los pedidos de los nenes te llegan por
mail, Whatsapp, Telegram o Line, así que algo del tema ya entenderás. Resulta
que mientras en el Polo Norte van por el 4G Advance y ya testean el 5G -que acá
ni debatimos porque el nombre da para la joda- en Argentina decidieron ver qué
onda para mejorar un 3G que no sirve ni para pedir auxilio al 911. Llamaron a
licitación y, lobbie va, lobbie viene, apareció este proyecto “similar a la ley
de medios”. Que aquella ley se haya debatido en todo el país durante meses y
terminara siendo lo que resultó y esta, en cambio, salga sin debate y en días,
genera un poco de nervios, pero no a todos.
No es que uno desconfíe porque sí, pero cuando ves que tipos
que tienen que pagar a asesores para que muevan los pulgares sobre el
smartphone porque no saben en qué cajón guardan el Twitter son los que tienen
que legislar sobre las telecomunicaciones digitales, es como un poco mucho.
Encima le enchufan la autoridad de aplicación a la nada misma, con lo que todo
queda a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, el mismo que ya recibió los
flamantes equipos de espionaje digital, el mismo que nos quiere enchufar un DNI
con nuestra biografía a disposición de cualquiera.
Alguno preguntó cuál es la necesidad del apuro. Los que
pagamos la joda y no entendimos la retórica, sabemos que es para cocinar todo
antes de partir. Los que viven de la nuestra, creen que es otro regalo de Mama
Cristina antes de viajar al Polo Sur definitivamente. Ya les avisé a mis amigos
que aprovecharan para opinar fuerte ahora pero, o no dimensionaron la magnitud
de la que se viene, o prefieren utilizar el poco tiempo de libertad online que
nos queda para empacharse de pornografía.
Por lo pronto, y como no sólo se dedica a regalar y hacernos
reír, Mamá Cris volvió a cuestionar a futuro a los que pelearán por la
Presidencia en una elección en la que no participará. Antes les pedía que
explicaran qué iban a hacer con la Asignación Universal por Hijo. Como todos dijeron
que se mantendría, empezó a exigir que digan que harán con la economía. Luego
de que un año de recesión con una inflación superior al 40%, suspensión de
empleos y cierre de fábricas le mostrara que no hace falta hacer demasiado para
estar mejor o igual, bajó las pretensiones y ahora pide que expliquen qué van a
hacer con las políticas de Derechos Humanos. En cuanto le recuerden que los
juicios dependen del Poder Judicial y que los subsidios los inició Menem, no
descarto que reclame a los candidatos una definición sobre si mantendrán el
color rosado de la Casa de Gobierno.
En lo particular, no tengo muchas expectativas en manguearte
nada, y eso que este año me porté mejor que de costumbre, más allá de haber
provocado algún que otro apriete de algún que otro juez federal. Me encantaría
que los créditos hipotecarios no sean sólo para los que demuestren que no los
necesitan, que al Gobierno le caliente la inflación y la inseguridad, que no me
corten la luz en verano, que me alcance el gas en invierno, que alguien pueda
entender cómo mierda será el próximo torneo AFA y que Capitanich deje de decir
boludeces cada mañana con cara de estar amasando un pedo. Pero ambos sabemos
que todo esto es potestad de tu competencia del sur.
También podría pedirte un gobierno que no nos cague. O que
nos cague de vez en cuando. O que nos cague poquito. O que no nos cague tanto.
O que al menos no nos rompa las tarlipes. Pero eso es laburo nuestro.
Por mi parte sólo te pido que los carbohidratos no engorden.
Y si, por alguna de esas casualidades, encontrás por ahí un muñeco del Ancho
que te haya sobrado, pensá en este expibe que todavía se emociona de recordar
cuando se avivó de todo lo que hizo su viejo para conseguirlo y no pudo.
Con amor y sin rencores, Nico.
Viernes. “Es el Hércules argentino, también lo llaman el
Ancho. Es varón muy noble y sencillo, y a nadie le cede un tranco”.
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