En su fase final el
cristinismo transita la senda del ridículo.
Un peligroso cóctel de fascismo y
estupidez.
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Por Ignacio Fidanza |
La estupidez plantea un desafío importante para los actores
que se dedican a la política. Se trata de una barrera infranqueable para el
análisis. Las tonterías no se analizan, son sólo eso, tonterías. No hay
estrategia ni cálculo de beneficios y costos.
Es en ese sentido un verdadero
anti modelo, refractario a cualquier ideología.
La Cámpora venía bordeando ese sendero con intensidad. Pero
hoy se recibieron. Como esos viejos payasos que se estallaban la bolsa de talco
en la cara, tuvieron la genial idea de copiar una edición del diario Clarín con
textos muy rudimentarios de ataques a los candidatos opositores Sergio Massa,
Mauricio Macri y Julio Cobos.
Una faena con despliegue nacional, esta vez firmado y
asumido por los camporistas, que incluyó el reparto de esta edición a cuatro
colores y de ocho páginas en estaciones de trenes, esquinas transitadas y otros
espacios públicos.
Disparate que inmediatamente fue amplificado por la agencia
estatal Télam, que conduce Santiago “Patucho” Alvarez, otro destacado
integrante de la “elite” camporista.
El operativo de desgaste fue la versión bufonesca del ataque
anónimo y agresivo que sufrió LPO,
pero se inscribe en la misma lógica. El periodismo independiente y los
políticos de la oposición son enemigos a destruir, no partes esenciales de
cualquier sistema democrático moderno que crea en la libertad de prensa y la
alternancia en el poder.
Sin embargo, como viene ocurriendo con todas las iniciativas
que surgen del grupo político que Cristina Kirchner eligió para transitar su
último año en el poder, constituye más que un ataque “creativo” a los supuestos
enemigos, una descripción implacable de las propias limitaciones.
Se trata en definitiva de una de las acciones más torpes que
haya cometido una agrupación política importante desde el regreso de la
democracia. Veamos:
- La firma del operativo coloca a
la conducción de La Cámpora –que es pública y conocida- frente al riesgo cierto
de enfrentar denuncias de Clarín por delitos tan variados como apropiación de
marca y violación de la ley de propiedad intelectual, sólo en el plano civil.
- También pueden enfrentar
acciones penales por calumnias e injurias tanto de los candidatos aludidos como
de los periodistas y humoristas que fueron ridiculizados y expuestos “firmando”
textos y chistes de un nivel sólo equiparable a la estupidez del operativo.
- Expone de manera brutal el
fenomenal manejo de recursos que tiene una organización supuestamente de
juventud, capaz de concretar la impresión de cientos de miles de ejemplares
tres ediciones a cuatro colores de un diario de ocho páginas.
- Es además un reconocimiento
notable de la influencia en la sociedad argentina de Clarín, un diario que el
kirchnerismo afirmó hasta el hartazgo que mentía y al que ahora apela como “el
medio” para parodiar lo que podría ser la edición del día que asume el próximo
presidente. Ese es acaso el mayor error que evidentemente escapó al
entendimiento de los ideólogos de la maniobra. El metamensaje es que Clarín es
“el medio” de la Argentina. Un golpe irreversible al relato kirchnerista.
- Desnuda además la maniobra, que
el cristinismo camporista cree imposible ganar las próximas elecciones y ya se
imagina afuera del poder.
- Por otro lado, el ejercicio de
anticipación de un futuro posible, por los temas elegidos, no hacen más que
marcar a fuego todos los problemas que el país enfrenta AHORA: Pérdida de
reservas, caída de la actividad productiva, crisis energética, inflación,
inseguridad y falta de diálogo político. Hay en ese recorte de la realidad, más
trabajo para Lacan que para el análisis político.
O sea, estamos ante un verdadero atentado político al
Gobierno, pero esta vez no se trata de un complot alentado por los terroristas
de ISIS y/o el gobierno imperial de los Estados Unidos, sino apenas otra obra
maestra de los voluntariosos camporistas.
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