jueves, 18 de septiembre de 2014

Incongruencias

Por Gabriela Pousa
La jefe de Estado dice que todo está bárbaro y anuncia una mega torre lejos de toda prioridad. Mientras tanto, Víctor Hugo Morales, vocero oficial, cuenta lo lindo que es vivir en la Villa. 

Estás cerca del cine Gaumont y podés ir a pie, ahorrándote el disgusto de no tener donde estacionar.

Axel Kicillof a su vez, aclara que da lo mismo “un pobre más, un pobre menos“. Las crónicas del día atienden a una mujer policía que pidió auxilio al 911 porque no estaba segura en la comisaría. Tres aviones caen en apenas 21 horas, y algunos canales le dedican el día entero a la biografía de uno de los muertos. Sí, era el dueño de Lapa pero de ahí a buscar a los familiares de la tragedia de aeroparque para preguntarles si están contentos parece excesivo y poco serio.

Entretanto, el dólar Blue sigue subiendo y se rumorea que ciertas líneas aéreas estudian vender sus pasajes únicamente en esa moneda. A prepararse. Cristina hace las maletas, y Argentina ha de quedar en manos de su funcionario más cuestionado, el habitante del medano. Del Congreso saldrá aprobada una nueva herramienta de amedrentamiento, y todos miran a un actor, Ivo Cutzarida, que en definitiva no hizo sino decir – con peculiar histrionismo – lo que piensa la mayoría, silenciada por la corrección política.

Para rematar en el escenario, aparece Máximo. ¡Habla! Y este descubrimiento es tomado casi como un avance científico en la cura de grandes males. Si se hubiese descubierto al hijo de la Presidente trabajando podría entenderse el asombro generalizado, pero no parece muy lógico asombrarse porque el vástago repitió lo que le dijeron que repita ante los empleados de la familia. Otro capítulo del relato. Lo demás es provocación al mejor estilo kirchnerista.

Frente a todo esto, sólo faltaría que salga Florencio Randazzo y cuente que habrá un documento nuevo que llevará incorporado el ADN, hecho en un banco de datos manejado por Hebe de Bonafini y las madres de Plaza de Mayo. ¡Ah, y Berni fue papá por primera vez! Ya saldrá cambiando pañales en algún programa de TV…

Así se presentan las coyunturas en Argentina, como una bolsa de gatos, el sentido común ausente y las cortinas de humo agitándose para todos lados. Cada uno atiende su tema y la sociedad en su conjunto sigue preguntándose “¿hasta cuando?”. La pregunta está bien formulada, el problema es que se erra en el destinatario. La respuesta la tendría la ciudadanía si acaso se viviese bajo un régimen representativo democrático. Pero no. Y ahí está el principal problema político de hoy día.

Argentina apenas se halla bajo un sistema delegativo, con una democracia entendida como ir votar de tanto en tanto. Hasta que no varíe esa circunstancia, inútil es esperar cambios. Bajo esas reglas de juego todo continuará como hasta ahora, máxime si se tiene en cuenta que el porvenir estará signado por liderazgos plasmados en personalismos quizás más moderados o de mejor trato pero siempre merodeando los cánones del populismo.

No se trata de la economía ni siquiera de la política en sí misma. El punto neurálgico donde se origina la decadencia es el pueblo argentino. Ya no importa el “yo no la voté” sino que se va a ir a votar el próximo año sin contemplar los nombres que estarán alistados. Porque si es verdad que las encuestas sitúan a Daniel Scioli y Sergio Massa a la cabeza, ¿qué es lo que variará? Posiblemente se atenúe la perversión característica del kirchnerismo explícito pero ambos fueron artífices de la siembra cuya cosecha ahora estamos logrando.

Ni Massa ni Scioli se opusieron a endeudarnos con Venezuela, a la confiscación de las AFJP, al cepo cambiario, ninguno habló cuando Antonini Wilson visitó la Casa Rosada, ninguno se retobó cuando se llenaba la caja …

Ninguno protestó por el régimen de sustitución de importaciones, ni por la negativa gubernamental a dar conferencias de prensa donde se pueda preguntar con libertad, ninguno saltó cuando Néstor eligió a dedo su sucesión. Y ambos ambos callaron ante la proliferación de feriados, aplaudieron la transformación de fechas patrias en actos partidarios, y apañaron las espurias estrategias de testimoniales candidatos. Ambos dejaron que se usurpe el INDEC y vieron llorar a su titular cuando se la citó al Congreso a declarar qué estaba pasando.

Ambos avalaron que la pareja presidencial use los aviones oficiales como remises particulares, y se silenciaron frente al no acceso a la información pública que el periodismo demandó. Ambos aceptaron – sino por obra por omisión – que el país se convierta en un ring con enemigos inventados, y no intentaron frenar la maniquea división social.

Ambos aplaudieron el desguace de las Fuerzas Armadas, vieron a Kirchner comprar terrenos fiscales a precios irrisorios y repartir cargos a testaferros y familiares, ambos convivieron con Guillermo Moreno y hasta con los Shocklender en el gobierno,. Y en definitiva, ninguno dijo hasta ahora por qué deberían ser considerados diferentes, ¿cuándo cambiaron tanto?.

De todos modos, la culpa no es de ellos si el pueblo los convoca con su voto. También es cierto que un imponderable puede dar vuelta el tablero en un instante, basta con ver lo sucedido en Brasil donde un accidente aéreo posicionó a una candidata que nadie imaginaba. Hasta Dilma tembló.

Lo que está pasando en el país ya no puede revertirse, no al menos con los mismos métodos y actores en el teatro. Sí se puede actuar sobre lo que viene pero para eso se necesita una autocrítica profunda y madurar en lo que respecta a los deberes del ciudadano. Acá se nos vendió la épica y el relato de los derechos humanos y, simultáneamente, se sepultaron las obligaciones para que el Estado avance hasta límites impensados.

Hoy, nuestra vida está regida por el paternalismo falso del Estado benefactor que no ofrece seguridad, trabajo, salud ni educación pero se hace de nuestros ingresos para solventar a la María Antonieta actual. La antigua tenía su Aldea, la nueva El Calafate y demás.

Cuando a María Antonieta se le dijo que el pueblo afuera clamaba por pan, ella respondió “¿por qué no comen pasteles?” (S’ils n’ont pas de pain, qu’ils mangent de la brioche)

Cuando a Cristina se le está pidiendo frenar la inflación y la inseguridad, ella ofrece un polo audiovisual en forma de torre que además el pueblo deberá costear. Las diferencias son sólo de época y de actitud pues la mítica reina, ya en prisión, pidió disculpas por los males que pudo haber provocado. La otra sigue orgullosa creyendo ser dueña de la razón. ¿El destino será distinto? Sí, pero sólo porque la guillotina no es metodología en Argentina… Nada más.


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