domingo, 10 de agosto de 2014

La falta de memoria que genera desconfianza

Por J. Valeriano Colque (*)
La presidente Cristina Fernández volvió a acudir al uso de la cadena nacional para referirse a la difícil situación que afronta Argentina ante la Justicia de Estados Unidos por el reclamo de los fondos buitre.

Como suele suceder en sus casi semanales intervenciones, la Presidente apeló de nuevo a medias verdades para explicar cómo se originó el problema, el impacto real que tendrá sobre la economía el default argentino y las acciones del Gobierno para defender el interés colectivo.

El primer dato inexacto es que el endeudamiento fue exclusiva responsabilidad de los gobiernos anteriores al mandato de su extinto esposo y de sus dos administraciones.

Néstor Kirchner, durante sus gestiones como gobernador de Santa Cruz (1995-2003), y Cristina Fernández, en sus diversos roles en el Congreso Nacional, respaldaron y aprobaron numerosas decisiones que terminaron por originar parte de la deuda que se tornó impagable.

Ambos apoyaron la privatización de YPF, por la cual Santa Crúz recibió una multimillonaria indemnización en bonos del Estado, que debieron ser afrontados por el Tesoro Nacional y que dieron forma a las obligaciones que se declararon en default el 23 de diciembre de 2001.

Más aquí en el tiempo, Néstor Kirchner en 2005 y la Presidente en 2010 emitieron bonos para atender los canjes de deuda, con jurisdicción en la Justicia de Nueva York, instancia que ahora es desacreditada y cuestionada en sus resoluciones. No sólo eso. También incluyeron la polémica cláusula Rufo (siglas en inglés de “derecho sobre futuras ofertas”).

Esa cláusula, vigente hasta el 31 de diciembre de 2014, se colocó para aplacar la desconfianza de los acreedores relativa a que, tras el cierre del canje, se brindaran mejores condiciones de pago a quienes no aceptaban el intercambio. Por otra parte, entre otras medias verdades de casi una hora de exposición, atribuyó a un interés perverso la actuación de los bancos de capital nacional en las negociaciones realizadas en Nueva York, cuando en realidad esas entidades fueron empujadas a comprar la deuda en default por funcionarios muy próximos a la Presidente.

El verdadero problema de estas medias verdades es que contribuyen a la formación de una idea equivocada sobre las causas de la cesación de pagos de la Argentina y sobre las posibles vías de solución. Además, un discurso cargado de tonos despectivos e ideológicos, ajenos al verdadero problema, dificulta aún más las tratativas, de las cuales podría surgir una solución razonable.

La Presidente debe exponer con claridad y honestidad los temas en discusión para evitar que las medias verdades generen una desconfianza generalizada hacia sus palabras. Esto impide una acción coordinada de la sociedad para evitar mayores efectos negativos sobre la actual coyuntura, de por sí ya crítica.

NO HAY  inflación…inseguridad…default

El discurso oficial es que no hay default porque Argentina realizó el pago de intereses del bono Discount que venció el 30 de junio, y por lo tanto cumplió con su obligación, sólo que el dinero no llegó a los tenedores de esos bonos por culpa del juez Griesa, a quien deberían reclamarle.

Lo reiteró la Presidente, y lo mismo había hecho, en conferencia de prensa, el Ministro Kicillof, que incluso leyó fragmentos de los prospectos de los bonos de la reestructuración con las causales de default, la primera de las cuales es el no pago durante 30 días de un vencimiento de capital o intereses y que, en la interpretación del Ministro, habla de pago y no de cobro.

Es decir, el Gobierno cumple con sus obligaciones si realiza el pago, aunque ese pago no llegue al acreedor.

Por más razonable que parezca, se trata, lamentablemente, de un argumento falso.

Ocurre que el Ministro omitió leer la siguiente cláusula:

“. . . las obligaciones de Argentina de realizar pagos de principal e intereses de los nuevos títulos no estarán satisfechas hasta que esos pagos sean recibidos por los tenedores registrados de los nuevos títulos”.

Ese es el motivo por el cual, aun cuando el Gobierno insista con que no está en default, legalmente lo está, porque emitió bonos cuyos prospectos establecen expresamente que no hay cumplimiento de pago mientras el dinero no llegue al tenedor del bono.

Esta simple cláusula, coherente con el sentido común, vacía de contenido la conferencia de prensa del Ministro Kicillof.

Lo que nos espera

Estamos o no en default ? Las opiniones están divididas. El mundo financiero, en cambio, no tiene dudas: la Argentina cayó en cesación de pagos. La Asociación Internacional de Swaps y Derivados (Isda, según su sigla en inglés) determinó el viernes que se cayó en default el miércoles 30 de julio, lo que disparó el pago de seguros por 1.000 millones de dólares por 2.652 contratos registrados en ese mercado. El dictamen fue votado por unanimidad por los principales bancos de Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania, Francia y Suiza, entre otros socios de Isda. Las calificadoras Santandar & Poor’s y Fitch ya habían colocado la deuda en “default selectivo”.

¿Cómo impactará? Los efectos serán más acotados si Cristina Kirchner resuelve la pelea con los fondos buitre desde enero de 2015, cuando se cae la cláusula Rufo. Esta, obliga a reconocerles a los bonistas de los canjes 2005 y 2010 el mismo pago que se efectuara a los que ganaron el juicio.

Industriales y exportadores, principalmente, expresaron el impacto negativo que tendrá la calificación de la Argentina como país en default. Para las Pyme va a ser más caro obtener un crédito o una prefinanciación para importar insumos o bienes para la producción; además, de la dificultad para obtener dólares del Banco Central.

El default es como el paro de maestros. Los padres lo apoyan la primera semana, pero en la segunda ya piden que vuelvan a las aulas. La imagen de la Presidente subió entre 7 y 10 puntos por los ataques a los fondos buitre; cuando se incrementen los despidos, la gente la va a criticar.

Nos esperan cinco meses complicados en cuanto a la suba de precios, que no se detendrá porque el Gobierno incrementó fuertemente su déficit. La baja en el comercio exterior afectará aún más a la industria y a la economía, que caería este año entre 2 y 3 %, mientras que la incertidumbre impactará en el consumo de autos y electrodomésticos. La construcción acusa una fuerte baja. Default o no, el daño ya está hecho.

3,2% retrocedió la industria en el primer semestre, según el Indec. El sector cae hace 11 meses, lo que afecta el empleo.

Que el default que no es default dure poco

La economía argentina está en recesión. Se destruyen empleos. No llegan suficientes inversiones. Los precios aumentan a un ritmo del 40 % anual. Sobre ese escenario mojado, empezaron ahora a llover las consecuencias del default que no es default  para Kicillof y Cristina Fernández.

Pasó ya la mayor liquidación de divisas de las exportaciones agropecuarias y las reservas del Banco Central no atraviesan su mejor momento para enfrentar los últimos cinco meses del año y sus tensiones cambiarias.

Aunque la “épica” de la batalla contra los fondos buitre esté rindiendo dividendos políticos al Gobierno nacional, no alcanzará con las ironías de Kicillof y la locuacidad presidencial para que la economía se reactive.

La caída del Producto Interno Bruto rondará entre los 2 y los 4 puntos, según se agraven o no tanto las consecuencias del “incidente Griesa”.

Si bien la Argentina de las presidencias consecutivas de Cristina Fernández nunca fue un gran imán de inversiones extranjeras, el fin de ciclo y las turbulencias del default que no es default terminan de poner en wait (esperar) and see (ver)  a los empresarios locales y externos.

Con la ácida utilización del humor que lo caracteriza, el escritor Jorge Asís dijo: “El país tiene un gran futuro… esta gente se va en un año”. En tono de conjeturas, tampoco descartó que la “cruzada buitre” abra las puertas a una candidatura K “de pura cepa”, encabezada por el mismo Axel Kicillof.

Pero para las primarias de agosto y las presidenciales de octubre falta demasiado tiempo. La economía debilitada irá enrareciendo los humores y no se avizora el “poder de fuego” que el ministro de Economía decía tener para el segundo semestre.

Si la política monetaria busca mecanismos anticíclicos para dinamizar el crédito (vía baja de tasas), la presión sobre el dólar será difícil de contener.

Lo mejor que podría suceder es que un pool de bancos termine comprando los bonos a los holdouts que litigan en el juzgado de Griesa. Al fin y al cabo, esos mismos bancos sufrirán más en sus activos con un derrumbe de los títulos argentinos.

Si bien no hay plazos para que eso suceda, los analistas coinciden en que lo óptimo sería que el default que no es default.

(*) Economista

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