sábado, 26 de julio de 2014

Detrás de los buitres

A partir del conflicto con los holdouts se corre el velo sobre el rol de funcionarios
opositores y comunicadores.

Por Roberto García
Se repite una frase, atribuida a un presunto sabio chino, que alude a la oportunidad que siempre se esconde en una crisis. Y como la Argentina atraviesa una crisis en su porfía económica con los holdouts por la derivación del fallo contrario del juez Griesa, vale indagar en las oportunidades a descubrir que, tal vez, impidan levantar vuelo pero describen el carácter y nivel del país. Veamos algunas:

1) La repentina y seguramente fugaz versación de los economistas locales sobre el Derecho, comparado, civil o internacional. Y, por supuesto, norteamericano. Se han vuelto tan voluntariosamente juristas como el barnizado periodismo, resulta patética la incontinencia de estos técnicos para explicar digestos, antecedentes y cláusulas que no entienden. Pero vale más la jactancia del saber, la oportunidad de hablar. Curiosamente, los que no hablan son los abogados medianamente interiorizados en el tema.

2) La medrosa y asustadiza actitud de ciertos funcionarios de primera línea que, ante la eventualidad de complicarse penal o históricamente en el futuro, no proceden de acuerdo a lo que ellos mismos entienden como saludable para los intereses del país. Se cuenta una anécdota de Franklin Delano Roosevelt, presidente de EE.UU. en el siglo pasado, quien algo harto de las exageradas prevenciones que siempre exhibía uno de sus ministros como si fuera un raso empleado público, lo despidió advirtiéndole: “Como siempre te inquieta o molesta la cercanía con el calor, te ruego que te vayas de la cocina”. Vale a cuento el dato para aquellos que le han pagado sin chistar al Ciadi, a Repsol, al Club de París, firmaron ciertas condiciones secretas con estos organismos y hasta con empresas multinacionales tipo Chevron –sin incluir otros pactos a desarrollar con posibles interesados en la explotación de Vaca Muerta– y, ahora, se refugian en presuntos consejos de hierro que le sugieren letrados –a los que antes no les prestaban atención– para demorar o trabar su propia política. Desidia que mudó en obediencia debida: juran que no incurrirán en desafíos a la Justicia al negar el pago de lo que la Justicia norteamericana –la misma a la cual ellos decidieron adscribir en los prospectos de los bonos– sostiene que deben pagar.

3) Las condiciones de meteorólogo o experto en catástrofes del ex ministro de Economía, Roberto Lavagna, quien ante el default o no, expresó sus preferencias por un tifón y no por un tsunami. No explicó la razón por la cual una zona no propensa a este tipo de calamidades, como la Argentina, debería padecer estos acontecimientos extraordinarios, a menos que se sienta corresponsable con Néstor Kirchner de haber construido en el pasado una ingeniería provocadora de estos sucesos. Para más información, recurrir a un testigo crítico de esos incitantes portentos climáticos en el pasado, Alfonso Prat-Gay.

4) El desconocimiento general y específico, hasta en el kirchnerismo que la alberga, de la existencia y rol, de su foto y palabra, de quien figura en el Gobierno a cargo de los millonarios litigios y arreglos con los holdouts y otros demandantes del Ciadi: la procuradora del Tesoro Angelina Abbona (controversial puesto que en la década K no tuvo demasiado lucimiento a pesar de la importancia del cargo). Notoria omisión colectiva sobre una de las dos mujeres que impulsan o detienen el default.

5) Si el jueves se va al default, algunos lo considerarán un triunfo. Y si el jueves no se va al default, los mismos lo considerarán un triunfo. Es una oportunidad más, parte de una lógica oficialista, expresada en los mensajes de la mandataria diciendo que no va a pagar y, en el mismo discurso, dice que se le va a pagar al ciento por ciento de los acreedores. Se explica: durante años, el Gobierno no incluyó como deuda las obligaciones pendientes con los buitres (es necesario aclarar que aún restan otros buitres en juicio, tanto en EE.UU. como en Bélgica o Alemania). Parece que no existen, pero existen. Son fantasmas además de buitres, están en el otro cuarto, no se los ve, pero un intermediario (Daniel Pollack) les comunica lo que desea la administración cristinista. Casi un fenómeno de espiritismo entre adultos, a menos que se interprete que cierto vínculo físico a través de una mesa y en un mismo cuarto puede disparar cláusulas imposibles de pagar.

6) La línea recta de la oposición –más allá de que el Gobierno les haya planteado un instructivo de prudencia a radicales y PRO, por ejemplo– para no involucrarse con enjundia en la cuestión de la deuda, amparándose en la facilidad de una excusa: es una delicada cuestión de Estado. Se ahorran críticas, también contribuciones (por caso, la apelación quizás tardía a un “consent solicitation” provino como alternativa de una página web no partidaria, Cuarto Intermedio), casi pavor genera la monotonía unánime y reiterada de lo “grave que sería caer en default” en la que coincidieron casi todos los dirigentes, más cerca de un diván que de una candidatura. Ven que viene la bomba, pero se paralizan en el desgano. Se puede ampliar esta falta de reflexión y compromiso a organizaciones empresarias, sindicales, ONG’s, iglesias o centros vinculados no sólo al Derecho.

Quizás haya más oportunidades de este orden, según la enseñanza china, para descubrir desde la crisis el decepcionante nivel del país. Por otra parte, no todas las oportunidades son para salir del laberinto, también se observa que hay otras para encerrarse más en el dédalo. Algunas se han enumerado y si abundan las explicaciones para entender la disolución de imperios poderosos, del romano al turco, cuesta en cambio comprender la involución y decadencia de un territorio feraz y pretencioso en el sur de América, vaciado lentamente de recursos humanos a pesar de sus nobeles o el emprendimiento antes que nadie de la reforma universitaria, la misma sociedad que alguna vez discutió entre Boedo y Florida, como Francia asistió luego a polémicas inolvidables (Sartre versus Camus), mientras hoy el otro default es el debate por administrar un instituto entre dos funcionarios del mismo cuño (Víctor Ramos contra Teresa Parodi) o la comidillla entre Lanata y Morales. El país que no fue.


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