Por Ignacio Fidanza |
Daniel Scioli finalmente hizo lo que le aconsejaban algunos
amigos y como anticipó LPO, decidió convocar al Consejo Nacional del PJ, para
mostrarse junto a los gobernadores peronistas, una foto que espera, lo
reposicione en la carrera presidencial y equilibre el rush político que por
estas horas protagoniza Sergio Massa.
Scioli, fiel a su instinto deportivo, midió los tiempos y
cambió en un punto central el consejo que le habían acercado: En vez de hacerlo
inmediatamente después de la elección del domingo, decidió concretar la
convocatoria ahora mismo. "Después de la paliza de la elección iba a ser
medio tarde, Daniel se dio cuenta de eso", reconoció a LPO un dirigente que está al tanto de la
movida.
La convocatoria contó con el visto bueno de Cristina y se
concretará en la sede partidaria de la calle Matheu. Sin embargo, marca otro
indicio de una creciente autonomía de Scioli o incluso de un liderazgo por
parte del gobernador del desorientado espacio oficialista.
Esto ya se vio en el giro del discurso oficial, que por
ejemplo en materia de seguridad empezó a amoldarse a los criterios de Scioli;
así como en cuestiones más operativas pero igual de esenciales como la campaña
política de Martín Insaurralde que quedó en manos de Ernesto Savaglio,
publicista de Scioli. Un dato no menor: La nueva gráfica borró a Cristina de
los afiches e incorpora el naranja sciolista.
Scioli necesitaba mostrarse con los gobernadores peronistas
para reposicionarse como candidato presidencial, ante un Massa que está
liderando desde afuera la discusión pública y marcándole la agenda al gobierno
y la oposición.
Son los primeros aprestos de una pulseada peronista que
promete ser apasionante, acaso como aquella que protagonizaron Carlos Menem y
Antonio Cafiero.
Un clima de revulsión interna similar al de la antigua
renovación empieza a vivirse en el peronismo ante los fuertes indicios de
debacle electoral. Por eso, la jugada de Scioli apunta a su beneficio político,
pero es también forzada por el clima de pánico que recorre al oficialismo que
no encuentra un piso en su caída, agravada por continuos desaciertos del
espacio kirchnerista, como la emboscada a la caravana de Massa en La Matanza.
Ante la crisis, los gobernadores y los otros integrantes del
establishment peronista necesitan darse un mínimo espacio de discusión, luego
de años de obediencia debida. No es necesariamente una mala noticia, más bien
parece lo contrario, aunque el marco que los llevó a esta decisión no sea el
más agradable.
En un sentido similar, el gobierno con Cristina a la cabeza,
empieza a conceder lo que ya no puede frenar. Así como los pedidos de renuncia
de Guillermo Moreno son casi explícitos en el oficialismo -hoy Insaurralde
volvió a cuestionar el Indec-, en la Casa Rosada es cada vez menor el margen
que tienen para imponer decisiones que vayan contra el más sentido común, como
sería impedir a Scioli que convoque al PJ.
Según las encuestas que manejan en el Gobierno, Massa ya
está ganando las pocas ciudades importantes que perdió en las primarias, como
Mar del Plata y Bahía Blanca; y estaría cerca de lograr un empate en la
poderosa Tercera Sección Electoral, último bastión del kirchnerismo. Estos
datos confirman la posibilidad de un triunfo por diez puntos o más del ex jefe
de Gabinete. Es decir, una catástrofe electoral para el kirchnerismo -Scioli incluido-.
Escenarios similares se repiten en todo el país. Donde el
kirchnerismo ganó por poco está cerca de perder y donde perdió, la brecha se
agiganta. De ahí la urgencia de la convocatoria.
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