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Por Ana Gerschenson |
La directiva desde Casa Rosada disipó la confusión de los
candidatos kirchneristas: "Cristina no está a favor de una baja de
imputabilidad de los menores". Y será tarea de Martín Insaurralde
retroceder sobre sus palabras, porque "no va a haber ningún proyecto en el
Congreso que trate el tema", confió un jefe de campaña K a WE.
El primer candidato a diputado de la provincia de Buenos
Aires, el distrito madre electoral, se fue de boca. Los asesores de campaña
cristinista lo habilitaron para hablar sobre el error de haber subestimado el
problema de la inseguridad, pero nunca le mencionaron una baja en la edad de
imputabilidad de los menores, rechazada por la Presidenta.
Es cierto que supo
mencionar el tema durante su campaña presidencial en 2011, pero delegó la
responsabilidad del debate al Congreso, el mismo que no trata ni aprueba nada
que no sea impulsado por el Ejecutivo. Y el tema, luego de la victoria del
2011, desapareció.
Después de la seguidilla de declaraciones contrarias a la
propuesta del intendente de Lomas de Zamora, quien incluso adelantó que
abogados y asesores estaban ultimando un proyecto para enfrentar la inseguridad
en la Provincia y precisó que pretendía bajar la edad de imputabilidad de 16 a
14 años, Insaurralde ha quedado debilitado en el universo K.
Carlos Kunkel dijo que el candidato estaba mal asesorado,
Aníbal Fernández que nunca iba a votar un proyecto de esas características, y
la jefa del bloque del Frente para la Victoria y su compañera de lista Juliana
Di Tullio, redireccionó el debate: "El FPV no está discutiendo la baja de
imputabilidad, lo que se está discutiendo es un régimen penal juvenil",
explicó. Insaurralde entendió el mensaje: no más baja de imputabilidad, pero sí
una reforma de la ley penal juvenil, consensuado en el kirchnerismo como eje
electoral contra la inseguridad.
El único que defendió a Insaurralde, básicamente porque
apoyaría una iniciativa para bajar la edad de imputabilidad de delitos a los
menores, fue el gobernador Daniel Scioli, aunque lo hizo con moderación, su
marca registrada discursiva: "Si hay algo que muchas veces ha nutrido al
espacio oficialista son los matices y puntos de vistas sobre una cuestión, hay
algunos que la tienen y la ocultan, la tapan o no lo quieren decir".
De hecho, fue Scioli el que organizó esta semana una reunión
con su recién designado ministro de Seguridad, Alejandro Granados, el candidato
Insaurralde y un grupo de intendentes, para acordar un temario de seguridad de
aquí al 27 de octubre.
Más cámaras, más móviles policiales, proyectos para un nuevo
régimen penal juvenil y más poder para los intendentes fue la promesa que se
llevaron los jefes comunales. Todo lo que Cristina no les dio para las PASO, ya
perdidas.
En el encuentro de esta semana quedó muy claro que esta vez
Scioli será el apuntalador público de Insaurralde. Se lo verá en los afiches,
en todos los actos, en los spots de campaña.
Políticamente, puede leerse como el respaldo de la
Presidenta hacia el gobernador para ganar la batalla bonaerense. Pero el
sentido común indica que el precio del triunfo o la derrota en el principal
distrito electoral lo pagará exclusivamente Scioli, con todo lo que implique
para su proyecto presidencial.
La pregunta es si el cambio sobre el abordaje de la
inseguridad, luego de las idas y vueltas que terminaron sistemáticamente en la
nada, es creíble para la sociedad. El kirchnerismo entendió que perdió Buenos
Aires por no admitir el problema, de allí la sobreactuación.
Para Mariel Fornoni, directora de Management & Fit, la falta de confianza en el rumbo que ha tomado el Gobierno
fue el motivo principal del resultado. Si bien la falta de confianza en el
manejo de la economía fue un tema central, la falta de confianza en el
reconocimiento de los problemas de la gente también lo fue. El Gobierno negaba
la inseguridad, la inflación, y la sociedad sentía que había un divorcio entre
la agenda del oficialismo y sus problemas reales, de alguna manera se
distanciaba de la gente y de sus preocupaciones".
Con la derrota bonaerense y la pérdida de cuatro millones de
votos en dos años, Cristina reaccionó con un menú de admisiones de errores de
su gestión. El aumento del mínimo no imponible que se negó a hacer antes del 11
de agosto, las nuevas escalas de monotributos, la inclusión del tema de la
inseguridad en sus discursos y el envío de gendarmes al Conurbano. Hasta ahora
todo, menos la inflación.
¿Alcanza para ganar en octubre? fue la pregunta obligada de
WE a Fornoni, dedicada a medir el impacto de este cambio en el electorado.
"Las medidas no parecen tener efecto electoral, a nivel nacional sólo el
27% dice hoy que querría que estas elecciones las gane nuevamente el
kirchnerismo y la tendencia de las PASO solo parece acentuarse".
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