lunes, 10 de junio de 2013

Tiempo de Límites

Por Gabriela Pousa
Una sola certeza basta para quien busca“, decía Albert Camus. Sin embargo su sentencia no es aplicable a la lógica kirchnerista y muchísimo menos a la de Cristina. De lo contrario, con la certeza de una imagen en franca caída y una elección que no será todo lo favorable para sus apetencias reeleccionistas, evitaría anticiparse a la derrota convocando a primarias abiertas y obligatorias.

Suponiendo que la Justicia ponga freno al dislate de la reforma oficialista, no parece haber otro motivo concreto para este tipo de encuesta a gran escala como lo son las PASO en Argentina. Además, la Presidente no gusta de las malas noticias.

Con estos datos y a pesar de que el Director Nacional Electoral confirmara el 11 de agosto como el día que debe irse a votar en primera instancia, aún puede esperarse una vuelta de tuerca presidencial, es decir un cambio en las reglas del juego. Y van…

Desde la llegada al poder de los Kirchner no ha habido dos elecciones con las mismas características. Las únicas reglas válidas para ellos son únicamente aquellas que responden a su conveniencia de momento, de allí que surgieran las candidaturas testimoniales, las listas colectoras, el voto a partir de los 16 años y las primarias para abrazar la postulación de quien fuera hasta entonces la Primera Dama.

Hoy es otro el panorama. Al desgaste del tiempo se suma la apabullante ineficacia del gobierno para atender las demandas perentorias del pueblo, y un entramado de corrupción que supera ampliamente a cualquier guión de ficción. La realidad esta vez es tan contundente que no admite espejitos de colores como sucediera en otras elecciones.

Es verdad que el aparato asistencialista oficial es fuerte y se verá reforzado con creces en la víspera, pero también es cierto que la gente está dándose cuenta de lo que sucede por la simple razón de estar viviéndolo. No hay Moreno Card que abarate el costo de vida ni congelamiento que muestre una baja real en los precios. El relato muere en el instante en que se abre la billetera o el monedero.

Tampoco hay forma de negar el colapso del sistema energético cuando cada noche, no importa si es verano o es invierno, hay barrios enteros sufriendo cortes de electricidad, y la llama del fuego en la hornalla es tan paupérrima que un fósforo calienta y alumbra más.

Ahora bien, al margen del frío número inflacionario, se verá que desde el culto burgués hasta el más humilde obrero pueden advertir que este no es el país que han soñado sus abuelos ni es tampoco el que desean que hereden sus nietos.

Lo dijo la mismísima jefe de Estado cuando se refirió en La Matanza al tema de la Justicia: “¿De qué sirve que te vaya bien si salís a la calle y te matan en cualquier esquina?” El pez por la boca muere, y Cristina mordió su propio anzuelo.

Algo no funciona como es debido en la Argentina kirchnerista. Y ese “algo” está siendo percibido no sólo por el bolsillo sino también por mente y corazón de los argentinos.

La pérdida de familiares, amigos, la impotencia de los robos o el miedo cuando por la noche salen los chicos son situaciones que van a comenzar a pesar a la hora de emitir el voto, tanto como lo hace el bolsillo. A su vez, se puede percibir también el creciente hartazgo frente a la confrontación permanente, el atropello inútil y muchas veces grotesco..

Cristina está enojada y no consigue frenar sus ínfulas guerreras cuando habla. Grita, critica y no propone nada. En consecuencia, cansa. Cansa hasta a quienes no dejarán de asistir a los recitales o espectáculos “gratuitos” montados en Tecnopolis o en Plaza de MayoEs decir, está surgiendo el límite necesario para el uso y abuso de los ciudadanos. Puede que se entre al juego que propone el gobierno, que se lo siga en sus circos pero la gente está tendiendo a definir hasta adónde quiere jugar con quien no sabe más que utilizar trampas para ganar.

Basta observar lo sucedido días atrás con la elección en la facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Fueron autos y combis del gobierno quienes trasladaron abogados desde Tribunales hasta los claustros para que sufragaran, supuestamente a favor de La Cámpora. Sin embargo, dentro del cuarto oscuro, la decisión fue preclara. La derrota oficialista hizo mella dejando al descubierto que la manipulación de voluntades termina cuando empiezan los propios derechos.

Desde luego que hay formas de encandilamiento que en determinados sectores pueden causar efecto y en muchos casos, la opción por el cambio se diluye a la hora de buscar alternativas válidas que encarrilen las propias ansias. Una oposición débil aún hoy, favorece en gran medida al caudal electoral de Cristina. Pero las alianzas se han de sellar en las próximas horas y de haber primarias, quedará claro quienes encausan las necesidades de la gente de manera más directa y práctica.

La Presidente seguirá pues enfadada, redoblará la apuesta frente a cada derrota que toma como algo personal más que como un soplo de lógica frente a lo irracional de creerse inmortal. Porque el “Cristina eterna” sigue siendo la bandera que izan cada día desde Balcarce 50. Ni Abal Medina ni Julio De Vido elevaron su voz a favor de la continuidad sin previo guiño.

Ante esta realidad, ante esta ceguera, los límites deben surgir con claridad extrema para evitar lo que ya ha sucedido en un sinfín de oportunidades: léase, impedir que con la trampa y la habilidad maquiavélica de los operadores kirchneristas saquen otro conejo de la galera.

El asombro, la sorpresa, ya no justifican la ingenuidad que representaría creer en la prédica de atril donde la mandataria dice lo que suena bien, pero hace luego lo que conviene a su interés. En sus últimas oratorias intentó incluso justificar su reforma judicial con la necesidad de incrementar la seguridad. Otra argucia de bajá calaña, porque la seguridad debe lograrla con políticas de Estado concretas, con reglamentación de leyes básicas, y dejando de apañar a los delincuentes. Los derechos humanos miopes y parciales de la jefe de Estado ya no engañan a nadie.

Que a los consejeros de la magistratura los elija la gente no modifica un ápice la situación de inseguridad que se vive a diario en el país. Que se limiten las cautelares tampoco coopera para que se salga a la calle con la certeza de la vuelta. Palabras necias frente a realidades insoslayables.

Cristina está nerviosa y lo estará aún más en breve por la coherencia de la sentencia de Abraham Lincoln: “Se puede engañar a todos poco tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo“. Y diez años son ya un exceso.


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