Por Tomás Abraham (*) |
Otros se acomodan a las vueltas de la vida, al cuidado de la
imagen personal y a los vaivenes de la política, para decirnos que se sentían
cerca del gobierno hasta tal fecha y luego por diversos motivos se alejaron.
Cerca de Carlotto y lejos de Antonini Wilson, por ejemplo. Dejo de lado al
peronismo tradicional que añora a Néstor y critica a Cristina por haber
inventado La Cámpora
y dejarlos de lado.
Para analizar el tema propongo hacer un listado de aquello
que seduce al progresismo y le dificulta la tarea de su crítica. Me referiré a
19 medidas desde 2003 hasta la fecha que lo atraen y que son funcionales a sus
modos de pensar la política: 1) anulación del indulto y juicio a los represores
del Estado; 2) proclama de la lucha de los 70 como una épica de la juventud revolucionaria;
3) logro de la adhesión de las organizaciones de los derechos humanos; 4)
renegociación de la deuda luego del default; 5) despenalización de la ley por
calumnias e injurias; 6) baja de la desocupación e incentivación del mercado
interno; 7) asignación universal por hijo; 8) estatización de las AFJP; 9)
estatización de YPF; 10) estatización de Aerolíneas Argentinas; 11) reforma de
la carta orgánica del Banco Central; 12) ley del matrimonio igualitario; 13)
nombramiento de los nuevos miembros de la Corte Suprema ; 14)
aumento del presupuesto educativo;15) conversión de la Secretaría de Ciencia y
Técnica en ministerio; 16) promulgación de la Ley de Medios; 17) voto optativo desde los 16
años; 18) apertura de las fronteras y facilitación de residencia para los
inmigrantes de los países limítrofes; 19) solidaridad con los gobiernos de
Bolivia, Venezuela (hecho más discutible) y Ecuador (menos ferviente).
Las mentiras. Falta una medida para completar veinte nuevas
verdades, esta vez del kirchnerismo. Supongamos que luego de la aplicación de la Ley de Medios se inicia una
campaña contra las multinacionales que monopolizan las exportaciones y se
elabora una ley para crear la
Junta Nacional de Granos que se haga cargo del comercio
exterior y del manejo de precios y divisas. Es la medida número veinte. El
progresismo antikirchnerista se vería otra vez seducido e incómodo. Con veinte
realidades como las nombradas, al progresismo opositor, que se reclama de la
tradición de la izquierda, le resulta intrincado explicarle a la sociedad qué
es lo que no le gusta del poder vigente. Decir que es arbitrario, o que es
autoritario, o hegemónico, más que una crítica política parece una queja de
señoras y señores modositos y ofendidos.
Haré ahora otro listado paralelo al anterior, pero de 19
mentiras para que se adjunten a las verdades enunciadas con anterioridad. Luego
veremos qué nos queda: 1) desconocimiento de la defensa de Menem del orden
constitucional una vez que dividió a las Fuerzas Armadas y encarceló a
Seineldín en enero de 1991. Fueron momentos en que intenta el último golpe de
Estado con el apoyo de sectores que se reclamaban de la tradición nacional y
popular para instalar una dictadura siniestra. Desconocimiento del Juicio a las
Juntas durante el gobierno de Raúl Alfonsín en momentos en que las Fuerzas
Armadas no sólo eran un factor político activo sino una fuerza con poder
extorsionador y desestabilizador; 2) desconocimiento de la guerra de exterminio
de la década del 70 que incluye las operaciones de la Triple A , secuestros y
asesinatos por parte de las formaciones especiales, y entronización de una
cultura política que desprecia la división republicana de poderes y que concibe
que sólo con la lucha armada se llega al poder y se concreta la justicia
social; 3) cooptación de parte del Gobierno de las agrupaciones de derechos
humanos por definición contraestatales, hacerlas adherentes a toda su política,
tengan o no que ver con su función específica, y además asociarlas a negocios
poco claros de variada índole en nombre de la ayuda social; 4) desconocimiento
de que el inicio de las negociaciones por la deuda comenzaron con la labor de
Lavagna en el gobierno de Duhalde y que dejar afuera a grupos de acreedores y
al Club de París impide que la
Argentina tenga financiamiento externo y reciba dinero a
tasas usurarias, como las recibió de Chávez; 5) la despenalización por
calumnias e injurias ayuda y protege la investigación periodística, pero no
impide las campañas de demonización de periodistas críticos que son difamados
por los organismos de la prensa oficial y tratados de mercenarios al servicio
de corporaciones cómplices con el Estado genocida. Protegidos y decapitados; 6)
el estímulo del mercado interno mediante el consumo, el interés bancario
negativo que ahuyenta el ahorro, los subsidios en servicios y transportes,
dependen de la suerte que depara el mercado mundial en comprar nuestros
alimentos y proveer de divisas al Banco Central. Si se agota o disminuye el
superávit comercial y/o fiscal, nada queda, no hay desarrollo ni modernización,
que dependen de una política de inversiones a largo plazo, obras en
infraestructura, seguridad jurídica, reglas claras y créditos baratos; 7)
desconocimiento de la lucha de Elisa Carrió y Fernando Solanas por promulgar la
ley de asignación universal por hijo ante la indiferencia gubernamental; 8)
desconocimiento de la burla a los adherentes a las AFJP cuando luego de la
consulta que se les hizo se legisla en sentido contrario al resultado. Ocultamiento
de la falta de control estatal sobre las comisiones cobradas que se denuncian
cuando conviene y se hace la vista gorda cuando no conviene, más aún si compran
bonos del Estado para financiar el déficit de caja del Gobierno. Distracción de
la opinión pública cuando se acusa a las administradoras de los fondos de usar
los aportes con fines especulativos, para luego de la estatización aprovechar
las inversiones hechas con anterioridad y sentarse en los directorios de las
grandes corporaciones como par societario; 9) desconocimiento del negocio con
el grupo Eskenazi, que es invitado como representante ilustre de la burguesía
nacional aunque ajeno al ramo para luego defenestrarlo por vaciar junto a
Repsol la empresa petrolera; 10) uso extraño de la entidad bancaria de la que
nunca se sabe qué reservas genuinas tiene, para qué las usa y por qué siempre
le sobra tanto a la vez que le falta tanto. Se ufana de los depósitos en
dólares a la vez que impide su circulación; 11) déficit ingente en la aerolínea
nacional, baja productividad, conflictos permanentes, uso de la caja con fines
políticos; 12) desconocimiento de que la promulgación de una ley que defiende
los derechos de las minorías es el resultado ante todo de sus luchas durante
años; 13) desconocimiento de resoluciones de la Corte como la
reincorporación del procurador de Santa Cruz Eduardo Sosa; 14) desconocimiento
de la baja calidad educativa en el país, de la deserción escolar, de la falta
de actualización de los programas educativos; 15) la reincorporación de
científicos que vuelven al país por las consecuencias de la crisis europea
debería complementarse con una política de desarrollo y con una educación
destinada a los jóvenes en disciplinas científicas. Nuestras facultades
preferidas siguen siendo las de Derecho, con un auge en Ciencias de la Comunicación , y otras
que tienen que ver con lo que el presidente Mujica del Uruguay llama “biri
biri” (chamuyo); 16) la Ley
de Medios se ha convertido en una cruzada contra una empresa beneficiada por el
gobierno kirchnerista. Es el mismo caso que YPF, un beneficiario mediante un
arreglo sospechoso se convierte en un denostado enemigo. El Gobierno muestra
que en tanto ocupante de medios públicos los usa como canales de propaganda
oficial y de censura por medio de exclusiones y listas negras de los no
adherentes a su política; 17) el voto adolescente irrumpe en la opinión pública
con el vértigo de otras medidas de gobierno en el momento en que se multiplican
las críticas a la política educativa por la deserción de casi el 50% en la
escuela secundaria. La respuesta es la fuga hacia delante con el fin de
disimular el abandono de la juventud en el estudio y la formación profesional,
por una supuesta inclusión en la contienda electoral que posibilita la
intervención de organizaciones para formar al que llaman el “militante”; 18) la
tradicional generosidad argentina en materia de inmigración no debería
desconocer el denunciado trabajo esclavo en talleres de todo el país, la paga
en negro en la construcción y otras ramas de la industria, y las condiciones de
vida de los extranjeros, además de los canales diversos que aprovechan esta
apertura para el narcotráfico; 19) el reconocimiento al gobierno boliviano por
su política de reivindicación étnica y popular no debería mezclarse, por
razones de ideología populista, con las nuevas oligarquías estatales y la
persecución de disidentes que se llevan a cabo en países como Venezuela y Cuba.
Dejaré de lado la discusión entre los aspectos positivos
para unos y los inconvenientes que acarrea para otros la no represión de los
cortes de calle, la ocupación irrestricta de la vía pública por las
manifestaciones callejeras, la diferente interpretación sobre el ejercicio de
los derechos de cada uno y los límites y las facultades de la autoridad
pública; tampoco profundizaremos sobre el funcionamiento de las organizaciones
sociales. Por un lado se sostiene que esa permisividad es una conquista
popular, como también lo es que la ayuda social deba pasar por entidades
autónomas que se representan a sí mismas a través de sus líderes. El debate
sobre el clientelismo o sobre el poder de intimidación que pueden tener esas
organizaciones una vez que se ponga en cuestión su jerarquía, sus recursos
provenientes del poder y la transparencia de su funcionamiento, forma parte de
tantas otras cuestiones que son materia de opinión si esto fuera posible.
Conclusión. Las
recién nombradas no son verdades ni son mentiras, son materia de un debate
político que en nuestro país es imposible llevar a cabo. ¿Por qué? Porque para
debatir son necesarios al menos dos interlocutores dispuestos tanto a convencer
como a ser convencidos. Cuando la cultura política fomenta la demonización del
adversario, su exclusión del espacio de la controversia por ser neoliberal,
menemista, procesista, de la corpo, al servicio de la nueva derecha, o en
historias recientes: subversivo, zurdo, comunista, nihilista, terrorista, hasta
escéptico o indiferente frente a valores sacros, cuando esto sucede no se
discute nada.
Aquellos que hablan de que la política es conflicto y no
consenso no saben lo que dicen, porque conflicto y consenso son las dos caras
de una misma moneda, es la efigie labrada de la democracia republicana. En
lugar de un espacio de debate en el que se reconocen aspectos de una realidad
política como otros que se critican, se traza un universo sagrado con sus
héroes, sus mártires o víctimas, sus fábulas, sus enemigos, en una cultura que
nace en la Inquisición
por la que sólo importa exterminar a los herejes cismáticos, a los traidores a
la patria, a los cipayos, y proteger a la santa veneración.
Este gobierno se presenta como redentor. No difiere de todos
los conocidos que se presentaban con el nombre de revolución, reconstrucción,
reorganización, refundación, es decir: antes la nada, ahora todo, antes el
desastre total, ahora la victoria final.
Se cumplen 29 años del inicio de la democracia en la Argentina , y sabemos que
el gobierno de Alfonsín puede ser adjudicatario de logros perdurables como la
conformación del Mercosur, la paz con Chile, la convocatoria del grupo
Cartagena para unir a los países deudores y negociar la deuda externa en un
frente común, el divorcio conyugal o la patria potestad compartida, un plan
nacional de alfabetización que bajó en un cuarenta por ciento el índice de
analfabetismo, su lucha solitaria contra la Sociedad Rural , la Iglesia , la dirigencia
sindical, la cúpula y la oficialidad del Ejército, etc., además del Juicio a
las Juntas y la apertura de la universidad democrática. Tuvo muchos errores, y
fracasos, pero también logros importantes. Incluyo el proyecto del traslado de
la capital al sur del país, que no sólo no era una idea ridícula sino
indispensable.
Carlos Menem, el denostado y tantas veces votado, que si se
hubiera presentado en el ‘99 es posible que hubiera ganado otra vez como lo
hizo en 2003, recuperó la moneda y el poder del Estado sobre la economía en
momentos en que había una inflación de un par de miles por ciento anual y una
pobreza que llegaba a casi a la mitad de la población. Para no hablar de las
privatizaciones de empresas del Estado festejadas por todos los que hoy nos
gobiernan. Por supuesto, los aspectos esta vez macabros de su gestión no son
olvidables ni disculpables, pero el todo o nada de su período está hecho para
comodidad de quienes prefieren esconder sus responsabilidades y enseñorearse en
el trono como salvadores.
Hasta podríamos hablar de De la Rúa , que no fue más que una
continuación de Menem atrapado como estaba por una deuda impagable y un déficit
estructural sin posibilidad de financiamiento. Las coimas del Senado son
monedas comparadas con la corrupción sistémica que nos es familiar y que recibe
la tolerancia de fiscales a destajo para desenmascarar adversarios políticos en
beneficio propio. Claro que el default era la solución a la vez que una
catástrofe, y lo fue, como fue catastrófica la devaluación tan temida.
Pregunta sencilla: ¿qué habría pasado en la Argentina de proseguir
los precios internacionales de las materias primas como en la década del 90?
¿Quién nos gobernaría hoy? ¿En qué condiciones? ¿Con qué libertades?
La festejada presencia de la política en la mesa de los
argentinos no ha hecho más que comenzar a callarnos la boca. La separación
entre amigos, los litigios familiares, el hartazgo de algunos, la bronca
desmedida de otros, el insulto y la difamación, son la antesala de cuestiones
peores para lo que aún se llama libertad de expresión. Hay gente que ya
prefiere no hablar para que no se arme una batahola; otra no lo hace para no
ser identificado con personajes o ideas que él también repudia pero que en un
ambiente de denuncia, espionaje –en el que se privilegia quién se es y a quién
se adhiere antes de qué se piensa y qué se hace– se encuentra marcado y debe
replicar ad infinitum para desarticular infundios.
Se produce en la Argentina un clima que se ve en países en los que
imperan gobiernos que exigen lealtad incondicional. Ningún empleado del Estado,
en ninguna función, se atreve a criticar una política por temor a ser despedido
o arrinconado. Por lo que el sistema de vigilancia se refuerza, y los
cancerberos en función de comisarios del pueblo ajustan la supervisión y hacen
sus listas.
Esto no es política, es prepolítica, es régimen
administrativo y policial; la política comienza cuando todo esto termina.
(*) Filósofo
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