domingo, 4 de noviembre de 2012

La Argentina de los extremos

Por Mariano Spezzapria
Las divisiones políticas recorren, de punta a punta, toda la historia argentina. Pero en algunas etapas recrudecen a tal punto que dominan completamente la escena y terminan licuando a los sectores que no se alinean en alguno de los bandos para la supuesta "batalla final".

Ese es el clima político que se respira en el país a escasos días de la protesta nacional conocida como el 8N y a poco más de un mes del 7D, una fecha clave para el calendario oficial. Mientras tanto, hay señales que dan cuenta del nivel de ansiedad y nerviosismo que se apodera de distintos estamentos del poder.

El violento discurso del diputado oficialista Andrés Larroque y la reacción opositora con su retirada intempestiva del recinto de la Cámara baja, dieron cuenta cabal de esta situación. Así las cosas, la virulencia política le restó apoyo a la flamante ley para que los jóvenes puedan votar desde los 16 años.

La desafortunada actuación del jefe de La Cámpora le valió un pase de facturas interno en el bloque oficialista, que ahora deberá esforzarse más de lo previsto para aprobar el "per saltum" y la modificación del mercado de capitales, contando los "porotos" hasta de aliados como los diputados neuquinos y santiagueños.

Sin embargo, no todo el camporismo actuó de la misma manera: en la Legislatura porteña, Juan Cabandié selló un acuerdo con el PRO y el kirchnerismo dio su apoyo a un paquete de leyes que reclamaba el alcalde Mauricio Macri. A cambio, obtuvo otras tantas, ante la impávida mirada del resto del arco opositor de la Ciudad.

 La reclusión presidencial

Cristina Kirchner permaneció casi toda la semana recluida en la quinta de Olivos, afectada por un cuadro de baja presión, y luego partió hacia El Calafate un día antes de lo previsto. Sólo apareció en público en un acto en la Casa Rosada donde aseguró que la Argentina pagará su deuda externa en dólares.

El mensaje presidencial recogió el guante luego de que las calificadoras Standard&Poor´s y Fitch pusieran en duda la capacidad de pago de la Argentina, en un contexto en el que sobresalen el penoso caso de la Fragata Libertad retenida en Ghana y un fallo favorable de la Justicia de Nueva York para los "fondos buitre".

Encima, el Gobierno de Sudáfrica le confirmó al canciller Héctor Timerman -de visita oficial en Pretoria- que la corbeta Espora de la Armada argentina corre serio riesgo de ser embargada mientras siga amarrada en el puerto de Ciudad del Cabo, hasta donde llegó para reparar un desperfecto técnico.

Igualmente, se trata de casos aislados, porque la Argentina no entró en zona de default. Esto se debe centralmente a que en los últimos años cambió el perfil de la deuda y actualmente el 55 por ciento de los bonos están en poder del Estado, que se financió a sí mismo con recursos como los de la Anses.

En el campo económico también se destacó esta semana la aprobación del Presupuesto 2013 a nivel nacional y en la provincia de Buenos Aires, donde el gobernador Daniel Scioli respiró aliviado luego de afrontar este año más de un dolor de cabeza por recursos que fueron mal calculados en su oportunidad.

La reforma y la protesta

Pero toda la atención del momento se la lleva la política, en vísperas de una semana conflictiva. Hasta el senador Carlos Reutemann rompió su habitual mutismo para augurar que las elecciones legislativas serán "un gran desafío" para el Gobierno, dado el "deterioro de la imagen de la Presidenta".

El santafesino fue uno de los 28 senadores nacionales que firmaron una declaración contra la reforma constitucional, en una jugada destinada a anticipar una maniobra del oficialismo en ese sentido. A su vez, la diputada oficialista Diana Conti habló de "alternancia boba" y ratificó su apoyo a la re-reelección.

Alejada de estas especulaciones, la Presidenta afrontará desde mañana una agenda cargada de apariciones -con cadena nacional incluída- en un intento por controlar la escena y desinflar la protesta del jueves. Será difícil que lo logre, entre otras cosas por la polarización que fomenta el propio kirchnerismo.

Mientras tanto, sectores de la oposición anunciaron su apoyo a la marcha, desde peronistas como José Manuel de la Sota y Francisco de Narváez hasta el macrismo, pasando por los gremios afines a Hugo Moyano; y una porción del radicalismo. Aunque está claro que no primarán las identificaciones partidarias.

Los oficialistas con perfil propio como Scioli, el intendente Sergio Massa y el gobernador salteño Juan Manuel Urtubey también tendrán un ojo puesto en la protesta, para desentrañar el mensaje en caso de que logre empardar o superar la convocatoria que tuvo el cacerolazo del 13 de septiembre último.

Aunque, en definitiva, será una nueva demostración de la Argentina dividida que supimos conseguir.

© NA

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