Por Luis Heredia
Finalmente, se develaron las razones de la sorprendente
explosión cultural que se está viviendo en Buenos Aires y que tanto intrigaba a
especialistas y entendidos en arte y espectáculos del país: el fenómeno
obedecía a la salida masiva de presos de cárceles del Servicio Penitenciario
Federal para desarrollar actividades culturales y artísticas, movida que
estaría generando una versión nacional del legendario Siglo de Oro español.
Según estudios realizados por el Ministerio de Justicia, con
una población carcelaria en crecimiento constante, en 2015 podría alcanzarse el
récord de 15 mil detenidos en cárceles federales, con lo que el potencial
artístico-cultural de estos institutos sería inigualable, al menos en términos
cuantitativos.
“Gracias al crecimiento exponencial del delito en todas sus
formas, y a nuestro programa de reinserción social de condenados a través de la
expresión artística, las prisiones argentinas, incluso las de alta seguridad,
van a sacar al país del pantano cultural en que se encuentra”, se entusiasma
Juan Carlos de la Celda ,
uno de los impulsores del ambicioso proyecto bautizado “Criminart 2012” . “Estoy en condiciones
de afirmar que la
Penitenciaría de Ezeiza se va a convertir en el Instituto Di
Tella del siglo 21” ,
agregó el funcionario.
Sin embargo, y pese a los beneficios culturales que trae
aparejados este novedoso sistema, no fueron pocas las voces críticas que se
alzaron en contra, lo que derivó en una de las más típicas y apreciadas
costumbres nacionales: la polémica.
“Lo que pasa es que la gente está muy influida por la última
película de Batman y temen que nosotros estemos haciendo lo que hizo el
archivillano Bane cuando toma el control de Ciudad Gótica y libera a más de dos
mil detenidos haciendo explotar la puerta la penitenciaría. No es eso lo que nosotros
estamos haciendo. Lo nuestro es un poco más responsable y hay mucho más control
que en la principista acción de Bane”, señala De la Celda , impulsor y
tamborilero de la Murga Los
Rompepuertas del Penal de Marcos Paz.
Sin embargo, el funcionario aclaró que estas salidas
transitorias con fines artísticos no son para todos. “Tampoco comemos vidrio.
Sabemos perfectamente que hay presos que están tomando cursos acelerados de
música con al finalidad de rajarse en la primera gira artística que le organice
el Servicio. Sabemos de uno, por ejemplo, que hace seis meses que está tratando
de sacar Canaro en París con un erke y sospechamos que en realidad la única finalidad de su esfuerzo pulmonar es tomarse el palo”, aseguró la fuente.
Pese a que se asegura que el tema no preocupa, una posible
evasión parece estar bastante presente en los impulsores del proyecto, al punto
que los internos que desarrollan actos de magia e ilusionismo tienen
terminantemente prohibido el uso de la conocida Caja Mágica, que puede transportar
a un preso “voluntario” que ingrese en ella, hacia otra dimensión distinta de
la del penal.
Sin embargo, las actividades parecen no estar destinadas
indiscriminadamente a cualquier detenido (por más que participen algunos
individuos condenados por resonantes homicidios), ya que el Profesor Neurus,
que cumple su condena a cadena perpetua por ser responsable del recordado del
ataque con armas químicas sobre Trulalá, no fue admitido en Vatayón Militante,
la polémica organización que promueve las salidas culturales. Debido a esta
negativa el cuestionado científico argentino no puede desarrollar ante el
público una rutina de stand up con ácidas ironías hacia Hijitus y su perro
Pichichus.
“Para quienes nos critican decimos que desde que comenzaron
las salidas de presos para brindar conciertos de rock, shows de mimos, recitar
poemas gauchescos o dar espectáculos de magia, hasta el momento no se ha
registrado ningún tipo de delito ni toma de rehenes entre los espectadores, lo
que indica claramente que los internos que participan del programa se están
reinsertando positivamente en la sociedad”, señalan desde Vatayón Militante.
En definitiva, la experiencia presidiario-cultural no cayó
bien en una opinión publica que en general no tiene un buen concepto de los que
están tras las rejas, y mucho menos de sus salidas transitorias.
© La Voz del Interior
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