Hubo algo peor que la
derrota ante Alemania. Fue la cobertura periodística local.
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Por Esteban Peicovich |
Aunque entren a llover piedras, alguien debe decirlo. Hubo
algo peor que la derrota ante Alemania. Fue la cobertura periodística local.
Con excepciones, claro, la catarata de apuntes obvios, furcios y altisonancias
superó lo tolerable. La dinosauria repetición de las secuencias no dejó lector,
televidente ni escucha sin estufar. El estilo “plomazo” empañó los enfoques y
el léxico medio utilizado apenas sobresalió del ídem de un buen alumno de sexto
grado.