domingo, 24 de septiembre de 2023

El Loco de la Motosierra

 Por Gustavo González

Con la violencia verbal y gestual que lo caracteriza, Javier Milei dice que cuando sea presidente el precio de los antidiarreicos va a subir producto de la oferta y la demanda, “porque estarán todos los políticos cagados”.

De Hooper a Karina. Puede que tenga razón y que los precios de esos medicamentos aumenten todavía más. Al menos si persiste el sentimiento actual que sobrevuela, no solo a los políticos, sino a empresarios, jueces, intelectuales, empleados públicos, jubilados, víctimas de la última dictadura y medios de comunicación, entre otros.

Porque lo que más se teme de este hombre es, justamente, su violencia.

Es cierto que también ayuda el hecho de que impulse la venta de órganos, el libre comercio de armas, la quema del Banco Central, el cierre de ministerios y el fin de las obras públicas. Y que haya aceptado debatir a futuro la venta de niños. Y que el anarco capitalismo que él propone como objetivo final sea un sistema nunca aplicado.

Y es verdad que le agregan un escozor adicional sus creencias esotéricas que lo convencieron de ser un enviado de Dios en la Tierra y de recibir consejos de economistas muertos a través de sus perros clonados.

Es cierto que Milei despierta temor por sus propuestas extravagantes, su deriva esotérica y su...

Pero el mayor temor, el original, el que transmite desde hace años a través de sus exposiciones públicas, es el que emana de su costado violento. El hombre que insulta, grita, maltrata y amenaza. El que este viernes, en el acto que le organizó uno de los mayores representantes de la casta sindical, advirtió que va a sacar a la casta “de una patada en el culo”.

Es el mismo que genera escalofríos cuando ahora, en sus recorridas de campaña, hace rugir una motosierra que zamarrea entre la gente con cara de desquiciado y ante la mirada orgullosa de su hermana Karina. La persona que siempre cubrió su soledad, la que lo conecta con el más allá y la única capaz de influir sobre él.

La escena, cada vez que la repite, resulta hipnótica porque es muy similar a las protagonizadas por el personaje creado por Tobe Hooper en la célebre saga de El Loco de la Motosierra. Salvo que en este caso se trata de un personaje real que hace eso para atraer votantes durante la campaña electoral.

“Leatherface”. Por eso resulta lógica su advertencia de que en un futuro cercano, si llegara a ganar, aumentaría considerablemente el precio de los antidiarreicos.

Hooper era un director de cine de terror que en la década del 70 descubrió el atractivo que en ciertos espectadores despertaban los films de violencia explícita, casi escatológica. Decía que lo suyo tenía mucho de humor negro, pero los espectadores se aterraban con las desmesuras sangrientas de “Leatherface”, un asesino que usaba una máscara de cuero para cubrir su rostro y destripaba a sus víctimas con una motosierra.

...inexperiencia de gestión. Pero el mayor temor lo generan su inestabilidad emocional y su ira

Hooper mostraba que, en realidad, se trataba de un hombre solitario que hacía lo que hacía por su debilidad psicológica y la influencia de su desquiciada familia.

Las distintas secuelas de la película original se extendieron hasta 2022 y se conocen popularmente como La masacre de Texas. Todas se basaron en un loco de verdad, célebre en los Estados Unidos de los años 50.

Las sombras del pasado. El viernes se difundió una nueva encuesta de Celag.org que, como otras, da ganador al libertario, aunque con escaso margen sobre los dos que le siguen (33,2% contra 32,2 de Massa y 28,1 de Bullrich).

La particularidad de esta encuesta presencial realizada a nivel nacional es que además pregunta sobre cuáles son las características de cada candidato. En el caso de Milei, la principal es, precisamente, la “violencia”.

Es la opción elegida por el 30,4% de los encuestados. La segunda característica que se le atribuye es la de ser un “chanta” (21,1%) y la tercera su “machismo” (19,7%).

Por otra parte, el 58% cree que se trata de “una persona inestable emocionalmente”. A Massa, por ejemplo, lo asocian con el fracaso y con alguien que genera desconfianza; y a Bullrich con la “represión” y con que “no sabe nada de economía”.

La respuesta de por qué los discursos y símbolos violentos causan tanto temor en la Argentina parece obvia, pero es bueno recordarla.

Hasta hace 40 años, el Estado nacional ejercía el terror en el país: secuestraba personas, torturaba y mataba. Con la tragedia adicional de que miles de ellas permanecen desaparecidas.

También hubo una violencia de parte de grupos guerrilleros y de grupos terroristas (dos formas distintas de tácticas insurreccionales) que también recibió condenas judiciales. Fue una violencia ejercida por particulares e incomparable, por su dimensión institucional, con la de un gobierno que controla todos los resortes del Estado, en especial el de sus fuerzas militares.

La negación. Al temor que despierta un candidato que usa la violencia verbal y gestual como forma de comunicar, se le suma el de una candidata a vice que retrotrae a aquella época y reivindica la dictadura militar.

Victoria Villarruel es hija, sobrina y nieta de militares que actuaron en esos años. Es una histórica defensora de aquel golpe de Estado que, en los últimos años, focalizó su discurso en la reivindicación de los militares y civiles que murieron por acciones guerrilleras o terroristas.

Detrás del razonable derecho a recordar a quienes fueron víctimas de aquellos ataques, la diputada pone en duda permanente y sutilmente la comisión de los delitos que ya fueron juzgados y condenados por la Justicia.

De triunfar, la fórmula Milei-Villarruel no tendría mayoría en las cámaras, ni intendentes ni, quizá, ningún gobernador propio. Hasta le costaría cubrir las vacantes de los más de 5 mil cargos políticos para conducir el Estado. Pero lo que sí tendría es el mando y el presupuesto para comandar a las fuerzas armadas, las de seguridad y a los servicios de Inteligencia.

Y si por algún motivo Milei no pudiera seguir desempeñando su función, Villarruel encarnaría el sueño de sus antepasados militares de volver a conducir los destinos del país.

Pero, por primera vez, gracias al voto popular.

El miedo de los violentos. El miércoles 20 de septiembre se cumplieron 38 años desde que la Conadep le entregó a la Justicia su informe sobre los desaparecidos.

Editorial Perfil eligió esa fecha para relanzar su recordado El Diario del Juicio, un periódico que se editó en 1985 para registrar diariamente los testimonios de las víctimas y victimarios. Como hasta ese entonces los gobiernos democráticos duraban el tiempo que los militares le asignaban, el objetivo de ese diario era que quedaran los registros más completos posibles de esas jornadas, a salvo de futuras destrucciones y censuras. Aunque, por suerte, nunca más volvió a gobernar una dictadura militar.

El relanzamiento de El Diario del Juicio tuvo lugar en la histórica sala donde fueron condenados los comandantes. Participaron, entre otros, los fiscales y camaristas sobrevivientes del histórico juicio.

Todos los candidatos a presidente se hicieron presentes con discursos que reivindicaron la memoria sobre lo ocurrido y a quienes hicieron lo posible para que aquella violencia no se volviera a repetir.

Todos, menos uno.

Contra lo que puede parecer, la violencia no suele ser sinónimo de poder sino de miedo. El mismo miedo que genera el violento en los demás es el miedo que él siente frente a los demás y sus ideas.

De ahí surge la debilidad de la violencia. Lo que Asimov llamaba el último recurso de los incompetentes.

© Perfil.com

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