martes, 30 de agosto de 2022

De miserables y boludos


Por Nicolás Lucca

Esta semana escuché a una mujer decir que se siente una boluda. Y luego vi a un montón de personas temer por lo que presenciaban aunque lo disfrazan de coraje. Y no, no ocurrió por nada de lo que pasa en la vida cotidiana de los ciudadanos.

El Hiperministro de Economía pasó la podadora mientras todos mirábamos para el Norte. Para el norte de la Recoleta. El financiamiento de la producción perdió 70 mil millones de pesos; otros 50 mil millones se le quitaron al ministerio de Desarrollo Territorial y Hábitat; Obras Públicas perdió 20 mil millones, Transporte se quedó sin 10 mil millones. También hubo una hermosa liquidación por cierre de 50 mil millones para el ministerio de Educación y 10 mil millones menos para Salud. Pero al menos es ministerio y no se metieron con la soberanía de Aerolíneas Deficitarias Argentinas.

No hubo marchas, ni carteles de “Pará la mano”, ni huelgas. Ni siquiera un tuit de Pablo Echarri al respecto. El recorte en Educación es por falta de insumos para computadoras. Léase: falta de dólares para importar. Y eso que tenían un crédito del Banco Mundial justo para ese gasto que andá a saber a dónde fue a parar.

No hay colectivos de noche, cuando es la única opción de transporte del que menos tiene. Nadie con un billete en el bolsillo se arriesga a una parada nocturna en invierno. No circulan porque no hay dinero en el país con el boleto de colectivo más barato del mundo. No hay noteros en el conurbano para levantar testimonios de laburantes cagados de frío y de miedo.

También aumentaron los combustibles y, sin embargo, un litro de nafta cuesta 44 centavos de dólar en la Capital de la República. Un precio kuwaití en un país que limita con otros cinco en los que el combustible cuesta entre tres y cinco veces más.

En Santa Fe ya tenemos desde hace rato nuestro propio Sinaloa. Solo esta semana hubo más de 50 detenidos y decenas de kilos de falopa confiscada. Así y todo, cada día hay un menor muerto por el narco. Así y todo, cada día hay balaceras narcos. ¿Algún comunicado para tirar? ¿Una petición en Change de la asociación de prebendarios?

Un corralón sufrió un golpe comando en una semana en la que, aunque no lo leamos, se informan homicidios en ocasión de robo a diario. En plural.

Mientras la inflación continúa en su escalera mecánica al cielo y todavía resta el impacto de los aumentos en los servicios; el ajuste aún recae solo en la clase media que hasta tendrá un nuevo impuesto a los servicios de streaming. Nadie sabe cuál sería la legalidad de ese nuevo tributo, pero ya nos cobran el Impuesto al Valor Agregado por esos mismos servicios al que no le agregamos ningún valor. Si lo bautizan “Impuesto al Boludo”, sería un buen inicio.

Entre todo esto, la preocupación pública del Frente de lo que Queda no radica en ninguno de los problemas que deberían abordar con la urgencia de un bombero. El único problema que existe en la República Argentina, the only one, es un expediente judicial contra una expresidenta.

Son tan de manual que el fiscal Luciani se les adelantó sin ser medium al decir lo que iba a pasar. Y no le pifió en el horóscopo. Un desubicado, el doctor, que se pasó ocho días en un alegato eterno y encima tuvo el tupé de llegar con vida al lunes. Antes de la oleada de comunicaditos recordó que no es el Estado el que está siendo juzgado sino que lo son algunas personas que administraron ese Estado.

Pero no hubo caso. Casa Rosada publicó un comunicado en el que se solidariza con la acusada. Alberto Fernández sostuvo que la persecución judicial (única persecución legal y función principal del fuero penal) fue promovida por los medios. Luego participó del programa A Dos Voces, del canal TN, donde él mismo promovió por años las sospechas y acusaciones contra el gobierno de Cristina. Ahora sostuvo la inocencia de su Jefa y se reclamó el único derecho que no tiene: opinar sobre causas en trámite.

Y como Cristina dijo sentirse una boluda, Alberto decidió demostrar que él no admite competencia alguna. Tiene roto el cosito que avisa “hasta acá, Alberto” y tiró que Nisman se suicidó y que espera que Luciani no haga lo mismo. Es tan lisérgico que el hombre pretende que no recordemos que él mismo participó de la marcha de los paraguas cuando Nisman tuvo la imprudencia de no llegar a declarar un lunes. Y que él fue quien escribió largas columnas en La Nación para apuntar con un láser a Cristina.

El Dalai Massa tomó el mismo comunicado de la Rosada y agregó la clave del cagazo extremo que viven: “Es absurdo plantear que el Jefe de la Administración es responsable por cada uno de sus dependientes; cambia el Derecho Penal y el encuadre del principio de responsabilidad”. Hermoso. El mismo tipo que dijo que Cristina tenía que explicar la corrupción en Tribunales ahora desconoce el argumento central del Juicio a las Juntas y a cualquier jefe de un tipo que delinque: que el que manda es responsable.

¿Peligroso antecedente recién ahora? ¿Cuántas veces desplazaron al titular de una comisaría por un caso de gatillo fácil ocurrido mientras él dormía? ¿Acaso los funcionarios tienen coronita? ¿Realmente creen que cuanto más alto, más intocable? Que se lo hayan creído, es una cosa. Pero en el mundo real, cuanto más alto es tu cargo, mayores son tus obligaciones; y, por razones obvias, mayores también son tus responsabilidades.

Sergio “los voy a meter presos” mandó al muere al resto de los acusados al centrarse en Cris y aseguró que es “un peligroso antecedente” que se juzguen los actos administrativos. ¿Con qué cara se presentará a pedir inversiones luego de decir que la seguridad jurídica es la voluntad del Poder Ejecutivo de turno? Durante doce años y medio no hubo un acto de gobierno, no existió un solo llamado a licitación que no iniciara con el latiguillo “por orden de la Presidenta de la Nación”. ¿Cómo no la van a acusar? Aparte: ¿no entienden que el quid de la cuestión es cómo se enriqueció ilícitamente y no sus actos de gobierno? ¿Cuántas veces hay que repetir que utilizaron los actos de gobierno para enriquecerse?

Siempre pensé que sí entendían y tan solo eran unos cínicos con ganas de mentir. Cada vez creo más que no lo entienden porque sienten que están en su derecho de regirse por otro derecho.

Es curioso que los tres –Cristina Fernández, Alberto Ídem y Sergio Massa– digan las barbaridades que dijeron con un título de abogado otorgado por un establecimiento habilitado. Y digo que es curioso porque no hace falta ser abogado para conocer cuál es la función de un fiscal ni cómo funciona un proceso penal.

Cristina se enoja porque el fiscal es bruto en su acusación. Es un fiscal, ¿qué esperaba? Su función es acusar. Si no lo sabe como exitosa abogada, debería saberlo como gran estadista.

Ahora, este resultado de comunicados por doquier tiene un solo sentido básico y elemental: la supervivencia empática. Imaginemos la reacción de un dirigente de cuarta línea cuando ve que una persona del tamaño de Cristina termina arruinada. Si alguien que amasó tanto poder finaliza así, ¿qué queda para el resto de esta comparsa de fálicos tristes incapaces de asimilar el fracaso de no saber hacer nada sin plata?

Y yo amo que tengan ese miedo. Adoro que se expongan y ni oculten la contradicción de defender lo que esquivaban hasta ayer. Me llena de alegría saber que durante tres años le pidieron a Alberto que se la saque de encima y hoy tengan que cerrar filas. Por miedo.

Es ese mismo miedo que, en vez de condenarla por sus frases brutales, hace que grandes prohombres del justicialismo miren para otro lado aunque Cristina se cargue la propia historia mística del peronismo. Por ejemplo, la banalidad de decir “pelotón de fusilamiento” cuando le garantizaron todos los derechos que nunca tendrá un fusilado. ¿Cómo vas a permitir que se compare con un fusilado, compañero? ¿Qué hacemos con el General Valle y todos los masacrados en José León Suárez sin derecho a defensa en juicio? ¿Dónde están las balas y los verdugos?

El cinismo de pedir lo imposible: una indagatoria cuando se clausuró la instrucción. Todo para que los que desconocen digan “no la dejan defenderse”. Hay que tener ganas de armar quilombo…

Luego de finalizado el alegato de Luciani, un grupo de personas se congregó frente al departamento de Cristina en Juncal y Uruguay, plena Villa de Emergencia de Recoleta. Nadie fue hasta la chacra de De Vido. Nadie fue a la casa del primo de Néstor. Ni el loro se solidarizó con Abel Fatala, Raúl Pavesi, Héctor Garro, José Santibañez, Raúl Daruich, Juan Carlos Villafañe, Nelson Periotti, Mauricio Collareda ni el pobre Lázaro Báez.

¿Alguien puede pensar en los soldados de Néstor? Uno esperaba que al menos Cristina saliera a salvar la ropa, pero no fue el caso. De hecho, Néstor hoy no está de paseo por tribunales por el contratiempo de estar muerto: Cristina lo mandó al bombo en su defensa.

Su dispensa de boludeces para la tribuna fue entretenida. No puede ir presa, ¿qué le preocupa? Ah, cierto: la cagada que se mandó con su hija al meterla en todo esto y la posibilidad de no dejar un peso para la posteridad.

Sacada, totalmente irritada por su propia torpeza, quedó desestabilizada y a nadie se le ocurrió decirle que no era una buena idea hablar. Y encima en directo. Cada vez que exhibía las comunicaciones entre Nicolás Caputo y José López repetía una y otra vez “llamadas” cuando eran mensajes escritos. Tan brutal resultó la exposición que planteó una sospecha en el reclamo de un empresario que “no cobró lo que le prometieron”. Y eso que el mensaje decía que necesitaba la guita para pagar la quincena.

En un momento mencionó al IVC y dijo “debe ser una organización del grupo de Caputo”. Nunca registró que IVC son las siglas del Instituto de la Vivienda de la Ciudad. Cuando yo ya no podía más de la sorpresa, la best oradora que ha visto la Vía Láctea tomó la autopista a 250 kilómetros por hora de contramano y decidió leer los mensajes entre José López y otro empresario llamado Eduardo Gutierrez. Lo que Cristina planteó como sospechoso es que don Gutiérrez le dice a López “estoy complicado financieramente y no cobré nada de lo que vimos”. El tipo no había cobrado nada de todas las obras que hizo. Obras que mencionó Cristina. No reconoció que el hombre no cobraba el laburo realizado. Imaginemos cómo gobernó.

Algo que ya ha quedado claro respecto de Cristina es que siempre puede superarse a sí misma. Tomó los mensajes de José Chediak, presidente de la Cámara Argentina de la Construcción. Allí le llamó la atención que López demorara tanto en contestarle un mensaje enviado el 15 de enero de 2015. Ni que hubiera sido el día en que Nisman anunció que Cristina terminaba presa. Ni que hubiera aparecido muerto al toque. Y ni que no estuvieran los ánimos como para encarar alguna gestión de nada.

No registra, no relaciona, no ve. Menciona como sospecha que López tenía fajos termosellados cuando a su propia hija, Florencia Kirchner, le encontraron fajos termosellados en la caja de seguridad del Banco Galicia donde tenía 4.6 millones de dólares. Ni en pedo lo registra.

Para ella, lo que se busca es “disciplinar para que nadie vuelva a hacer lo mismo”. Y sí, Cris. Bienvenida a la primera clase de derecho penal. Hoy veremos “fundamentos filosóficos de la pena: ejemplificar mediante un castigo justo”.

Dios la oiga y finalmente haya una sentencia ejemplificadora. Porque si algo todavía dista mucho de la política argentina es la noción de consecuencias por los actos cometidos. Ese es el cagazo de los socios de Cristina y ojalá sea un cagazo compartido por todos. Porque el kirchnerismo no fue la invención de la corrupción: solo la llevaron al paroxismo.

Es entretenido ver a los intendentes y gobernadores en un acto de arrojo para bancar a la que no soportan. No es amor: es pánico de que les toque lo que le pasa a la boluda de al lado. No lo habían pensado hasta que se los recordó. Y con tanto énfasis remarcó su defensa que al prender el ventilador nos trajo a la memoria que todas las obras públicas financiadas por Nación tenían sus contrapartidas en municipios y gobernaciones. Si no perdonó a su difunto esposo ¿qué le queda al intendente de Villa Ojete?

Cristina tuvo su derecho a la defensa. Ella eligió ejercerlo a su modo: cagó a pedos a los jueces y dijo que la historia la absolverá. Todo lo que diga ahora es para armar bardo, prender fuego todo a su paso. Mostrar cartulinas por YouTube es un lindo ejercicio para psicopatear a toda la población, para amedrentar a todos los compañeros que amaguen con alejarse y sobre todo para convencer a sus seguidores, únicos dispuestos a creer que esa pantomima youtuber es un derecho que le privaron a Cristina. También son los únicos que pueden escuchar que Cristina diga que lo que hace la Justicia es peor que lo que hizo la Dictadura con el plan de desapariciones forzadas y no comenzar a putearla en arameo.

Recién ahora se dio cuenta de que tendría que haber declarado algo cuando le dieron la posibilidad. Le salió esto. No le dio para más. No le da para más. Si como argumento de defensa dice que no espera justicia de un tribunal presidido por el hijo del edecán de Bignone, es que no le queda una lamparita que haga contacto. Nadie se atrevería a cargar contra los hijos de un delincuente por los actos de su padre. Incluso existió como concepto jurídico en un país europeo en el que hablan alemán desde 1933 hasta 1945 bajo el nombre de Sippenhaftung: la condena contra un criminal se extendía a su descendencia. Quizá el manual de Derecho Penal de Cristina atrasa un poco.

¿Quieren saber lo que es ser condenado sin pruebas? ¿Quieren hacer algo al respecto más allá de amenazar por cosas que no entienden? Pasen por Innocence Project Argentina y ayuden a los perejiles que cumplen condena por boludos. Esta misma semana largaron después de cuatro años a un pobre tipo que estuvo preso por homónimo. Lo condenaron a 50 años. Ocurrió en La Matanza, dónde si no.

Solo un fanático puede sostener que José López, designado mano derecha de Julio De Vido el 25 de mayo de 2003, es un infiltrado del enemigo. Lamentablemente, hasta la memoria le jugó una mala pasada a Cristina con la puesta en escena: eligió tener una foto detrás de ella en la que se la ve sonriente junto a Néstor Kirchner con la Basílica de Luján detrás. Justo la Basílica, una de las primeras licitaciones habilitadas por De Vido en 2003.

El encargado de llevar a cabo la ejecución del presupuesto fue el secretario de Obras Públicas. Un tal José López. El arzobispo del inicio de la obra era Rubén Di Monte, el de las ocho cuentas bancarias, el que vivió y murió en el lugar donde José López llevó sus bolsos. El arzobispo que lo sucedió fue Agustín Radrizzani, el que le daba misa a Cristina y Néstor cuando éstos querían esquivar a Bergoglio. El día que revisemos la primera gran obra del kirchnerismo, no queda ni el sacristán.

Quizá Cristina nos estaba tirando una pista.

Pero qué lindas sonrisas se ven en la foto. Sonrisas que quisiéramos compartir entre todos, lástima que el país de 47 millones de habitantes -según el censo que salió mal, ponele- está en vilo por el problema legal de una sola de sus ciudadanas. Y ahora, como si no tuviéramos angustias, nos suman una aún mayor en la que solo esperamos que nada haga un chispazo. Miserables, absolutamente miserables pero no por pobres, sino por aprovecharse y utilizar un juicio para que nadie hable de otra cosa. Miserables por jugar con la muerte, miserables por reescribir la historia para acomodar sus acciones delictivas.

Horriblemente miserables por sentir que hacen la revolución al copar las calles de Recoleta y suponer que la única persona de ese barrio que merece tener plata es ella y que todos los demás son unos garcas. Miserables por arrear gente a la que le roban la escasa dignidad que le dejaron para que vayan a ver con sus propios ojos cómo vive Su Alteza.

Y Miserables por distraer: no vaya a ser cosa que prestemos atención al resultado de lo que nos han hecho.

Esto es lo que somos y así estamos. Una se siente una boluda, otro demuestra serlo, miles los acompañan en el sentimiento y, en el camino, nos boludean a nosotros.

© Relato del Presente

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