domingo, 3 de julio de 2022

Trastienda de lo que fue y de lo que vendrá

 Por Roberto García

Meditó Alberto Fernández y le opacó el discurso a Cristina al difundir la renuncia de Martín Guzmán justo cuando ella disertaba en el aniversario 48 de la muerte de Perón. Una alevosa premeditación: la carta de la dimisión ya estaba preparada. Algo de medios entiende el Presidente: un fogonazo para apagar otro fogonazo.

Pero fue un pírrico triunfo mediático. Al revés de lo que se presumía, la Vicepresidenta no piloteó una cañonera y ofreció una versión amigable en su vínculo con el número uno. 

Discrepó apenas sobre la tontería del uso de la lapicera y le reprochó algunas inconsistencias íntimas por no mostrar el contenido del celular, los whatsapps, como sí puede hacerlo ella. También, al final, le pidió que “acercara el bochín” para mejorar la performance de su gobierno.

Quizás ella ya conocía la partida de Guzmán, de ahí su amabilidad oral. En una charla con un amigo, hablando sobre los reemplazantes eventuales de Guzmán, se refirió a Martín Redrado con un impedimento: “Ese no pasa”. Tal vez no hablaba por ella, sino por un Alberto que le opone resistencias personales al economista.

A Redrado lo consultaba con cierto método la viuda de Kirchner, le enviaba mensajes y recibía, en devolución, por escrito, alguna consideración más amplia. Entre ellas, una clara exigencia: no acepto si antes no se cambia la legislación, imprescindible para revertir la tendencia económica.

En cambio, cuando se mencionó otro nombre, el de Emanuel Álvarez Agis, ella dispuso un mohín diferente, como si no hubiera trabas para esa designación. A menos que se opusieran figuras relevantes del círculo rojo como Marcelo Midlin, Jorge Brito, Eduardo Eurnekian o Eduardo Elsztain, empresarios que suelen consultarlo igual que algunos fondos radicados en los Estados Unidos.

Otro nombre a seguir es el de la mesita de luz de Cristina, Axel Kicillof, aunque sería desvestir a un pobre santo para cubrir a un santo más pobre. Tampoco faltó en la reunión otra candidata bonaerense: Silvina Batakis, quien fuera ministra de Scioli en sus tiempos de gobernador.

Agitación. La residencia de Olivos se empezó a poblar al mediodía del sábado. Sergio Massa almorzó con Alberto, luego se fue a ver su equipo, Tigre. A esa altura, Juan Manzur ya le había avisado a su familia que iban a regresar a Tucumán, su provincia, que dejaba el cargo. No era lo que señalaban sus voceros. Otras especies señalaban que Massa iría en su lugar, pero su gente aseguraba que ni siquiera iba a asistir al cónclave nocturno en la residencia presidencial.

Nadie, en cambio, se pronunciaba por la sucesión de Miguel Pesce en el Banco Central, si es que lo retiraban. Podría ser otro amigo de Alberto que se quedaba en la ciénaga.

Llegaron hasta intendentes, caso Martín Insaurralde, cada uno con una propuesta. Circuló nuevamente el nombre de Cecilia Todesca, poco interesada en los ascensos.

El vértigo de la reunión presidencial, una verdadera carpa, tapaba el genio femenino de la lámpara que, un rato antes, el sábado mismo, habló en el recordatorio de Perón. Se insinuaba desatado del ánfora para fustigar a Guzmán y a Alberto, luego del discurso que éste pronunciara –también con el mismo recuerdo partidario– en la CGT, el viernes, 24 horas antes.

Se anunciaba incendiario, molesta ella hasta por la descortesía evidente del inquilino de la Rosada. Ahora, el esquivo es él, no la Vice. Una evidencia: plañidero, el emisario Larroque confesó que Alberto no le contestaba el teléfono a la dama ni le concedía una cita. Transición: de princesa inconquistable a mujer abandonada.

Para colmo, está particularmente afectada por el embarazo de una justicia que amenaza pronunciarse en su contra, sobre la que fracasaron como gestores aquellos dilectos subordinados a los que ella se había encadenado, lista interminable de inútiles logreros que van de ministros a legisladores, sin olvidar a otros militantes atrevidos. No sirvió la prepotencia, tal vez el ruego sea más eficaz.

De ahí la venia y empuje para que un negociador como Massa llegue al Gobierno, la última ratio de la mujer para operar en el tema que más la afecta.

Idas y vueltas. Alberto se fue de repente el miércoles pasado a Jujuy, sin dar explicaciones sobre una decisión consentida: la posible llegada de Massa como Jefe de Gabinete y Álvarez Agis como titular de Economía. Quedó ese día gente colgada de la palmera. Inclusive el propio mentor de la operación, Massa, cercano hoy a Cristina & Cía y más alejado del mandatario.

Se afirma que fue el ex ministro Roberto Lavagna quien, luego de varias consultas, le señaló a Fernández que un cambio de aire en Economía no le vendría mal al medioambiente. Aparte de rechazar cualquier convite al Gobierno, claro.

En la huida a la tierra del radical Morales (con quien empezó a llevarse mal), determinación celebrada en conciliábulos de medianoche, el mandatario y su staff ni repararon en la falta de oportunidad para el viaje: justo saludar a Milagro Sala, la reina de los piqueteros, el día en que los piquetes provocaron la desgraciada muerte de un camionero en la provincia de Buenos Aires.

Por si faltara poco, Alberto en la CGT les mojaba la oreja a Cristina y al titular de la Cámara de Diputados defendiendo a Guzmán, lo ensalzó como un patriota defendiendo los intereses del país. Al otro día lo despidió, todo un caballero. Y menos cedió a quienes le proponían respuestas más duras, consejos de su breve entorno belicista: echar a Wado de Pedro del Gabinete y suprimir a los camporistas en el área de Energía por inoperantes. A tanto no llego, habría dicho el mandatario.

Alberto busca refugios: el G-7, Macron, el FMI, las bandas de los movimientos sociales, la charla con Zelensky, la futura entrevista con Biden, denunciar a Putin por invasor, parte del sindicalismo.

Trata de seducir gremios quejosos por la retención de fondos de las obras sociales y tan desafinados en el recuerdo a Perón que en la semana evitaron solicitadas, carteles, ningún gasto en homenajes para recordar la fecha de la muerte del General. Se olvidaron que son prósperos gracias a su memoria.

También desapareció, justo es decirlo, el retorno habitual de “Halley”, más conocido como el cometa o la cometa inherente al negocio publicitario.

Pero hubo discrepancias a pesar de las promesas. Los sindicalistas se ofendieron porque algún atrevido de la Casa Rosada envió invitaciones al acto como si fuera el dueño de la CGT. Hubo ofensas, amenazas de suspensión, intervinieron ministros frente a Daer, desde Manzur a Cafiero, Moroni también. El alegato: “Colaboren muchachos, si no se hace la celebración, el lunes ya no estamos en el Gobierno”.

No costó mucho convencerlos: más de uno iría al otro día al acto de Cristina en Ensenada, a la tierra de Mario Secco, el intendente que llegó al cargo gracias al radicalismo y ahora se ha vuelto ultra K. No solo perteneció a la UCR, también elogió a Galtieri y se entusiasmó con Elisa Carrió. Nunca primera mano. Pícara, Cristina le preguntó frente al público: ¿Dónde estabas cuando murió Perón? Como si supiera que, en esa jornada lúgubre, muchos radicales como él brindaron con champagne.

Massa no estuvo en ninguno de los dos actos y tampoco Daniel Scioli, nueva estrella del Gabinete. Nadie sabe si esa prescindencia lo daña cuando parecía un mediador entre Cristina y Alberto, tanto que ella le pidió por algunos temas de gestión.

En su despacho, además, aparecen infinidad de personajes que no solo responden a su área específica. Actúa Scioli como inevitable sucesor de Manzur, lo que podría ser otro golpazo para Massa. Difícil.

Eso sí: de su buena relación con Cristina y Alberto, jura que prioriza con quien lo designó, el Presidente. En poco tiempo se sabrá si ilumina el cielo o se pierde en un agujero negro en apenas quince días.

Este domingo 3 se confirma el reemplazo de Guzmán y su equipo, tal vez otras ubicaciones y nombres, con feriado cambiario en los Estados Unidos el lunes 4 y temor por el comportamiento del dólar.

Si bien hay mal olor en Dinamarca, nadie desespera: el martes reaparece Máximo Kirchner en un acto del PJ bonaerense, único que parece existir al menos en relación con el sumergido partido a nivel nacional. Otro desmembramiento. El ministro Larroque ha dicho que no se debe descartar que pueda ser presidente de la Nación. O de Racing, porque toma más mate que Riquelme.

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