martes, 15 de diciembre de 2020

Derechos torcidos y una tensa calma


Por Diana Mondino (*)

Un oxímoron es una figura donde una palabra se complementa con otra de significado opuesto o contradictorio. El título de este artículo tiene dos. O ninguno. Y la economía tiene muchos.

Veamos. Nuestra constitución nos da derechos. Son muchos y pueden resumirse en “aquello que nadie nos debe quitar”. Es decir, un derecho no es algo que debemos recibir, sino algo que no podemos perder. En ese sentido están escritos los artículos 14 y 14 bis de la Constitución, la separación de poderes, etc. Sin embargo, si los derechos no se respetan, o si se tergiversan, podrían quedar “torcidos”. Se generan contradicciones.

Tenemos multitud de ejemplos de contradicciones: Modificamos un pacto fiscal y una reforma tributaria de largo plazo firmada hace menos de dos años. Si la solidaridad es obligatoria a través de un impuesto a los bienes, y el destino de los fondos es imprescindible, ¿por qué no estaban en el presupuesto que se aprobó unos días antes? No se dictan clases por temor a contagios, pero podemos ir al supermercado, etc. Cada uno de esos ejemplos muestra que no se puede enarbolar un derecho, si las obligaciones concurrentes no están nada claras. En todos estos casos hay mucho de algo y poco de otra cosa. Y esa “cosa” es la responsabilidad. No puede haber un derecho sin una responsabilidad. Es decir, los derechos no están derechos sino torcidos.

Otro oxímoron que nos indica que las variables macroeconómicas no están en equilibrio: el dólar está en una tensa calma. Todos tememos un salto en el nivel del dólar, pero el deslizamiento diario pasa desapercibido. El dólar oficial se devalúa a un ritmo algo mayor que la inflación y no puede decirse que esté “quieto”, como tampoco el dólar verdadero, aunque le digamos blue. El nivel de empleo, inflación, actividad económica, comercio exterior más la situación fiscal y monetaria, están permanentemente en movimiento y por mucho esfuerzo que hacen todos los países del mundo por lograr un equilibrio con pleno empleo y estabilidad de precios, la verdad es que las variables se van acomodando como pueden. En el caso argentino el dólar es la única posibilidad de ahorro de familias y empresas por lo que inexorablemente será siempre un punto de referencia. Hay una gran tensión para mantener tarifas congeladas con un nivel de desempleo atrozmente alto e inflación que no cede. Por eso el dólar está en una calma tensa. Tristemente será efímera.

Otro oxímoron es el “pico de la curva”. Ninguna curva tiene un pico, sólo un máximo. Sinceramente quiero creer que la curva de casos de Covid comenzará a descender. Los esfuerzos por contenerlo no han sido tan exitosos como quisiéramos, y las secuelas económicas y sociales serán muy duraderas. Es responsabilidad de todos esforzarnos para una rápida recuperación. Nosotros trabajando y el gobierno generando medidas que permitan recuperar empleo, brindando condiciones diferentes para emplear a quienes están hoy sin trabajo. Los planes no son ni deben ser una solución. El objetivo de toda política social debería ser eliminarse a sí misma, que ya no sea necesaria porque se solucionaron los problemas.

Quien quedó sin trabajo en estos meses debe poder emplearse sin los impuestos que recaen sobre el empleo formal. Es simple: si recibe alguna ayuda del Estado, la pagamos entre todos. Si en cambio puede realizar algún trabajo, ganará su sustento. No tiene sentido cobrarle impuestos a alguien por trabajar, cuando la alternativa es un plan. Pensemos que IFE fue de $10.000 y para un salario mínimo la suma de cargas sociales, contribuciones, seguros, sindicatos y demás costos, los impuestos alcanzan una cifra similar. Es decir: una persona cobra $10.000 o pasa a pagar directa e indirectamente… casi casi $10.000. Esto no sólo es una contradicción, o una cuestión económica, sino de dignidad.

Hay muchas más contradicciones que deberemos solucionar. No se puede tener sectores paralizados y cobrarles impuestos, no se pueden necesitar divisas y obstaculizar exportaciones, no se puede gastar más que lo que se tiene, no se puede tener alto desempleo e impuestos al trabajo, no se puede buscar el desarrollo sin educar a los niños.

Basta de contradicciones. Si no actuamos pronto, la economía se convertirá en otro oxímoron: un muerto viviente.

(*) Economista - Universidad CEMA

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