domingo, 7 de abril de 2019

Las PASO que Lavagna deberá afrontar

Por Gustavo González
No hay dudas de que Roberto Lavagna va a participar de las PASO. Por lo menos así será si quiere ser presidente.

Las primarias son obligatorias para los candidatos, compitan dentro de un mismo espacio o vayan como postulantes únicos de un partido o frente electoral. Allí se definirán las agrupaciones habilitadas para pasar a las elecciones generales (las que obtengan más del 1,5% de los votos) y cuáles serán los candidatos de cada sector.

En el lavagnismo ya no tienen dudas de que su líder se presentará, por eso lo único que está en análisis es bajo qué paraguas participará de esas PASO.

Barajan cuatro hipótesis, pero hay una que es la principal, la más ambiciosa y la que más chances le otorgaría de llegar a la Rosada.

Solo deben cuidar que sus pensamientos no sean hijos de sus deseos.

Candidato de todos. La hipótesis central es la que lo imagina como candidato de unidad del espectro opositor, con peronistas, socialistas, radicales disidentes y progresistas en general. Esta hipótesis contempla que Cristina no se presentará ni tampoco un candidato suyo. En la práctica, Lavagna sería la única alternativa con que contaría el votante kirchnerista.

Demasiado optimismo.

Aunque cerca del ex ministro son cada vez más los que están convencidos de que la ex presidenta no se presentará. Uno de ellos, que fue funcionario suyo, lo explica con humor: “Hará un renunciamiento histórico al estilo Evita. Si Evita fue la abanderada de los humildes, ella será la madre de la Patria, la refundadora del peronismo o la abanderada de la unidad. Los peronistas somos muy creativos para otorgar títulos de nobleza”.

Esta línea sigue la lógica de que ella es “mucho más racional de lo que los analistas creen” y que entendería que presentarse y ganar puede ser tan malo como presentarse y perder. Ganar con la mitad de la sociedad en contra, enfrentada a los medios, con un contexto internacional hostil y una profunda crisis económica podría resultar un triunfo pírrico.

Y perder y abrirles la puerta a otros cuatro años de Macri, un riesgo terminal para su libertad y la de los suyos.

En el lavagnismo juran que no existe contacto entre su candidato y Cristina y anticipan que no lo habrá. Por lo bajo, señalan que no sería necesario si hay enviados que dialoguen. Tal el rol que le asignan a Duhalde, viejo promotor de Lavagna y ahora reconciliado con ella.

Muestran que ese acuerdo ya se hizo en San Juan y sirvió para la reelección de Uñac, y también en Córdoba para impulsar la reelección de Schiaretti. En ambos distritos, Cristina bajó a sus candidatos para apoyar al peronista mejor posicionado.

Pronostican que hará lo mismo con quien fuera ministro de Economía de su esposo.

Uno de los dirigentes que están en esa “rosca” (elogia la reivindicación que de esa palabra hizo Emilio Monzó) deja una frase inquietante: “Cristina sabe que, si se baja, su seguridad va a estar garantizada en todos los aspectos”.

Cuando se pregunta si se está hablando de un seguro jurídico, dice que no, aunque a continuación cuestiona la seriedad de los jueces que llevan adelante las causas por corrupción.

Pero sí está hablando de algún tipo de inmunidad. Y puede ser que ese sea el mensaje que le quieran hacer llegar a la ex mandataria para alentarla a bajarse, pero todos saben que nadie sería capaz de garantizar tal cosa. Y ella se equivocaría si lo creyera: lo mejor que podría esperar de Lavagna es que no la hostigue en público.

Mensajes cruzados. La hipótesis de que Cristina se bajará gana adeptos entre los peronistas. Pero su virtual jefe de campaña, Alberto Fernández, no está tan seguro. Esta semana, en una comida privada, confió: “No es que ella quiera presentarse, pero cada vez tiene menos margen de maniobra para no hacerlo”.

Cerca de Fernández consideran un error que Lavagna no siga los consejos de Rafael Bielsa, su vínculo natural con el kirchnerismo, de negociar ya una estrategia electoral. Ven como un mensaje agraviante la cercanía con Barrionuevo, un enemigo declarado, y celebran el cortocircuito de esta semana con Massa (el “tenemos proyectos distintos” de Lavagna), porque afirman que el tigrense sí negociará.

Ni siquiera interpretaron como un guiño el “no voy a hacer foco en la corrupción” que Lavagna declaró en PERFIL: “Cristina no lo tomó como un mensaje de paz hacia ella, en todo caso habrá sido un mensaje a Techint”, explican con cierta malicia refiriéndose a los supuestos vínculos entre Lavagna y Paolo Rocca.

Por las dudas, junto a Lavagna manejan otras tres hipótesis de PASO. En todas, Cristina aparece como candidata o apoyando a un candidato propio.

Una se relaciona con el reciente choque con Massa. Plantea que Lavagna competiría por fuera de Alternativa Federal. Lo haría bajo el paraguas de alguno de los sellos de goma que rodean al peronismo, en un frente con sectores aliados. Sería el escenario con mayor diáspora y el más conveniente para Macri.

La tercera y cuarta hipótesis ubican a Lavagna compitiendo finalmente dentro de Alternativa Federal. Una es la que sostiene que seguirá habiendo chisporroteos entre Lavagna y los demás candidatos de ese espacio, pero que luego primarán las encuestas. De ellas, suponen, saldrá el nombre del ex ministro como candidato único, sin necesidad de ir a ninguna interna.

La última hipótesis es que Lavagna acepte competir con sus aliados para pasar a las generales como el candidato más votado, y allí enfrentarse con Macri y Cristina.

Por un consenso explícito. Hace un año, Lavagna no quería saber nada con ser candidato. En diciembre, decía que solo lo haría si una crisis económica terminal lo obligaba a ese sacrificio, y en enero comenzó a dialogar con dirigentes y a concurrir a reuniones políticas. Una actividad que fue creciendo con los meses.

Se podría interpretar que él supondrá que esta crisis es la que imaginaba que lo obligaría a ser candidato. O que habrá aceptado la opinión de Fontevecchia de que debía presentarse, no si reinaba el caos, sino antes. Para, más allá de ganar o perder, demostrar que el país tiene alternativas de gobernabilidad racionalistas y despejar la incertidumbre económica de una campaña que amenaza con que todo puede girar 180°.

En cualquiera de las opciones, si hoy sigue creyendo que puede aportar algo debería aceptar que la construcción de ese camino implica encontrar puntos de acuerdo con sus aliados naturales (Frente Renovador, gobernadores, peronistas no cristinistas, socialistas, radicales disidentes). No por ellos, sino por el mensaje que les transmite a los potenciales votantes de ser un candidato antigrieta, pluralista y que no teme competir. Además de ser un especialista en resucitación económica.

Lavagna pide que su candidatura salga por consenso. Pero quizás el consenso es que salga de una elección amplia dentro de un mismo espacio. Sería un consenso explícito, no implícito.

Apostar a que los demás se bajen antes, incluso ella, sería jugar al todo o nada.

Es probable que él no tenga inconveniente en volver a recluirse en la paz de su hogar si ese escenario perfecto no se da. Pero perdería la oportunidad de demostrar que existe una tercera alternativa capaz de gobernar o de acompañar a Cambiemos desde una oposición más constructiva y menos agrietada.

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