lunes, 7 de mayo de 2018

Sin perdón

Por Fernando Savater
Comprendo que reprocharle a los terroristas etarras las miserias de su comunicado de despedida (?) puede parecer tan superfluo como criticar a Jack el Destripador por la fetidez de su aliento. Pero como hasta esta última ridiculez del hacha y la serpiente tendrá sus hagiógrafos entre quienes no ostentan más méritos que su pasado de excombatientes y demás oportunistas, conviene hacer un poco de pedagogía.

Desde luego, lamentarse por las víctimas que no tenían nada que ver con el conflicto, dando por buenas y justificadas las otras, es repugnante. Pero aún peor es lamentarse de las aciagas circunstancias (empezando por el bombardeo de Gernika) que les obligaron a oficiar de asesinos: “¡Qué más hubiéramos querido que hubiese paz y libertad!”. Pues las hubo, claro, a partir del 78 y a pesar de ellos.

Porque se convirtieron en el peor enemigo de la democracia, su obstáculo más peligroso, la coartada de los militares golpistas, la mejor garantía de perpetuación de la policía franquista. ¿Por qué en su fementido comunicado no mencionan a su víctima principal, la democracia española? ¿Por qué en vez de privatizar los sufrimientos personales no asumen la perspectiva política reconociendo su campaña de tantas décadas contra las libertades y los derechos de todos los ciudadanos?

A ver, puestos a jugar un poco: ¿qué entienden ellos por esa paz y libertad que falta? ¿Cómo tendría que haber sido el país después de la larga dictadura para que ya no hicieran falta intimidaciones y crímenes? ¿Deberíamos todos habernos puesto en posición de saludo hasta que nos llegasen sus órdenes? Sobre todo: ¿por qué no se dejan de lágrimas de cocodrilo y dicen sencillamente que reconocen la democracia constitucional vigente, la que defendieron contra ellos esos “implicados en el conflicto” a los que asesinaron?

© El País (España)

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