domingo, 15 de abril de 2018

La ciencia de las flatulencias

Por Guillermo Piro
Las flatulencias no son solo prerrogativas de los seres humanos, muchos animales se liberan del mismo modo de los gases acumulados, y en algunos casos puede ser cuestión de vida o muerte. El Cyprinodon atrorus, por ejemplo, un pequeño pez de México que habita en aguas poco profundas, se nutre principalmente de algas que en verano emiten pequeñas burbujas de gas que son tragadas por el Cyprinodon atrorus, que hacen que se le inflen las vísceras.

La pequeña cámara de aire que se forma en su interior empuja al pez hacia la superficie, convirtiéndolo en una presa fácil para los predadores marinos. En ciertos casos la acumulación de gas puede llegar a ser letal, porque comprime los órganos hasta matarlo. Afortunadamente para el Cyprinodon atrorus, son suficientes unas pocas flatulencias para liberarse del aire acumulado y evitar así un final prematuro.

En nuestro caso, la acumulación de gas en el sistema digestivo se debe al aire que ingerimos y a la fermentación de los alimentos, proceso fundamental para asimilar las sustancias nutrientes. Los gases, además, contribuyen a facilitar los movimientos intestinales, y son por lo tanto benéficos –con la condición de que encuentren una vía de escape al mundo exterior. Dejando de lado los casos más sonoros, nos deshacemos de esos gases durante el día sin siquiera darnos cuenta.

Dani Rabaiotti es una zoóloga de la University College de Londres que investiga el efecto del cambio climático en las hienas africanas, pero interrumpió momentáneamente ese tema para escribir un libro sobre las flatulencias en los animales: Does it Fart? The Definitive Field Guide to Animal Flatulence (¿Pedo? Guía de campo definitiva de la flatulencia animal). Rabaiotti le concedió una entrevista a The Verge, y cuenta allí que la idea del libro nació hace unos años, cuando su hermano le preguntó si las serpientes también se tiraban pedos. Dani no tenía idea, así que le pidió ayuda en Twitter a un amigo herpetólogo, es decir un especialista en reptiles. La respuesta fue inmediata y decidida: sí; pero tuvo como secuela el nacimiento del hashtag #DoesItFart, que a comienzos de 2017 tuvo bastante éxito. Los investigadores, expertos y curiosos, en contacto a través de ese hashtag, escribieron un documento, compartido online, al que cada uno podía agregar noticias sobre las flatulencias en los animales, con la condición de que citaran la fuente. Rabaiotti transformó este trabajo colectivo en un libro, y pensando que podía ser divertido agregarle algunas ilustraciones pidió la colaboración de Nicholas Caruso.

Trabajando en el libro, Dani se encontró extrañezas sorprendentes. Por ejemplo, hay especies animales que en vez de expelerlo, aspiran el aire por el ano. Esto lo hacen algunas tortugas –que a diferencia de lo que estamos habituados a ver en el agua son veloces– para impulsarse, llegada la ocasión, con mayor rapidez. Los perezosos no producen flatulencias. Los pájaros tampoco, mientras que sus parientes lejanos y extintos, los dinosaurios, sabían de esas cosas –lo que resulta fascinante de solo imaginarlo.

El libro, sin embargo, no rinde merecido tributo al pedo, cosa que sí supo hacer Quevedo: “Alguien me preguntó un día/ ¿Qué es un pedo?/ y yo le contesté muy quedo:/ el pedo es un pedo,/ con cuerpo de aire y corazón de viento”. Nosotros rendimos tributo a los libros comprándolos –y a veces leyéndolos. Este se vende en Amazon, e incluye alrededor de ochenta especies animales con curiosidades acerca de cómo se liberan los gases acumulados en exceso.

© Perfil.com

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