sábado, 23 de septiembre de 2017

Oráculo

Por Manuel Vicent
En la tragedia griega cuando el héroe se encontraba abocado a una suerte agónica sin posible solución aparecía en escena un actor trasportado por una maquinaria representando a una deidad. Situado en un lugar de dominio, relevancia y poder, desde lo alto de ese tinglado con voz tronante pronunciaba un oráculo y gracias a su veredicto favorable el destino del héroe derivaba hacia un final épico y feliz. Deus ex machina, se llamaba este recurso dramático.

El pesimismo nos obliga a pensar que la política española se desarrolla hoy como un intenso drama en el que los dos oponentes, el Gobierno del Estado y el de la Generalitat, están condenados a una destrucción mutua sin que esté prevista una solución que salve a los contendientes en el borde del precipicio.

Como parece evidente que los personajes de este guión no son capaces de salir de este maldito embrollo, me pregunto si existe en España un gran estadista con indiscutible prestigio y autoridad que pueda descender como un Deus ex machina con gran aparato escénico sobre este campo de batalla. La respuesta es no.

Ignoro si el momento político que vive hoy España merecería el genio de Sófocles para expresarlo como una tragedia o más bien el humor corrosivo de Aristófanes para describirlo como una tragicomedia en la que el independentismo catalán se parezca a un pulpo que ha salido de una pecera y no hay Deus ex machina con suficiente poder ni talento para introducirlo de nuevo en ella.

Como quiera que acabe este desafío al Estado de derecho por parte de la Generalitat las consecuencias son claras, irreversibles y envenenadas: en el mejor de los casos, las hipotéticas urnas engendrarían un feto político sin viabilidad posible, pero es seguro que entre la sociedad española y catalana, con sus facciones políticas, banderas, lenguas y culturas, el odio durante décadas está garantizado.

© El País (España)

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