lunes, 28 de agosto de 2017

Theresa May en la tienda de ultramarinos

Por Manuel Vicent
Son tres mujeres conservadoras, tenaces, Margaret, Angela y Theresa, unidas al destino de Europa, con sus vidas cruzadas. El padre de Angela Merkel era pastor luterano en Hamburgo y fue enviado a la Alemania del Este, como a tierra de misión, donde la niña creció amasando el marxismo leninismo con salmos y profecías, una empanada, que al parecer no le causó ninguna lesión cerebral, puesto que se doctoró cum laude en física cuántica.

Theresa May es hija de un ministro de la iglesia anglicana, vicario de Wheatley, pero fue educada en la religión católica en la Escuela del Convento de Santa Juliana de Begbroke para señoritas. Tampoco consta que se le cruzaran los cables. En cambio, el padre de Margaret Thatcher, el señor Alfred Roberts, era un menestral de clase media que aplicaba a su tienda de ultramarinos un rigor metodista y allí su hija aprendió detrás del mostrador la moral del buen tendero. Antes de ganarse con su esfuerzo una beca de estudios en Oxford, que la introdujo en la élite conservadora del parlamento, Margaret asumió desde muy temprano que el género humano es como una clientela dividida en dos: unos clientes son honrados y laboriosos, lo que les permite pagar la compra al contado, y a otros su padre tenía que fiarles porque se pasaban el día en la taberna y esperaban que el Estado les resolviera los problemas con subsidios y esas cosas, hasta que hubo de cortar por lo sano y retirarles el crédito. Margaret aplicó a la política su lógica de tendera con este principio: la sociedad no existe, solo existen los individuos, unos trabajadores y otros holgazanes.

Las tres mujeres hicieron un buen matrimonio. Theresa se casó con el banquero Philip May, al que conoció en un baile. Margaret lo hizo con Dennis Thatcher, un hombre de negocios del sector del petróleo, de quien se dice que era el principal mentor de su política en la sombra. Solo Angela se casó a la manera intelectual, primero a los 23 años con el físico Ilrich Merkel, de quien tomó el apellido pese a haberse divorciado y después se volvió a casar con el director de su tesis doctoral Joachim Sauer, apodado El fantasma de la ópera porque solo aparece a su lado en las representaciones de Verdi o de Wagner.

Merkel es sólida y redonda, el ama de llaves de Europa. En cambio, Theresa May es angulosa, de piernas largas, con el centro de gravedad muy arriba debido a su notable altura y eso le marca un desequilibrio entre la porción superior de su cuerpo y el tren inferior de su aparato locomotor. Su actitud al andar con el tronco adelantado expresa autoridad y decisión, pero la leve incurvación de su tórax denota a la vez inseguridad del terreno que pisa. Es imposible imaginar que Theresa May lleve en el bolso de cocodrilo, junto con el lápiz de labios y la polvera, aquella pistola que la Dama de Hierro estaba dispuesta a ceder de propia mano a la policía para matar a los terroristas. Aunque también ha estudiado en Oxford como ella, sin duda, la señora May parece más bien una Margaret Thatcher de saldo, al frente de la nueva tienda de ultramarinos en que se ha convertido el Reino Unido.

El hecho de rechazar a Europa para echarse en brazos del bocazas, machote y racista, Donald Trump, le produjo a la premier británica un gafe que se materializó durante su vista a la Casa Blanca, en cuya rueda de prensa después de la entrevista figuraba en el atril su nombre escrito como Terese en vez de Theresa. No era un error intrascendente porque Terese May, sin hache, es el nombre de una famosa actriz porno en Estados Unidos. Nunca ha sido una dama más aclamada.

Theresa May tomó la decisión de convocar elecciones en 2017 para forzar un Brexit duro con un esperado aumento del número de diputados, pero el gafe se reprodujo y perdió la mayoría absoluta. Ahora Angela y Theresa, están forcejeando con el tirador a uno y otro lado de la puerta de la tienda de ultramarinos. ¿Qué sucede cuando llevada por la xenofobia, el egoísmo y el miedo tratas de forzar la salida por la puerta cerrada? Que en medio del forcejeo, si Angela la abre de repente, Theresa se cae de espaldas.

© El País (España)

0 comments :

Publicar un comentario