viernes, 25 de agosto de 2017

Stolbizer, una dirigente valiosa con decisiones políticas erradas

Por Giselle Rumeau
Nada resulta más ingrato por estas horas que hacer un análisis del desempeño electoral y político de Margarita Stolbizer, quien en alianza con 1País obtuvo en las PASO apenas el 15% de los votos como segunda candidata a senadora en la boleta encabezada por Sergio Massa. Con 57% de imagen positiva y un 35% de opiniones negativas, la titular de Generación para un Encuentro Nacional (GEN) es una de las cuatro dirigentes mujeres con mejor imagen en el país, junto a María Eugenia Vidal, Elisa Carrió y Gabriela Michetti.

Su persona está asociada a la ética y a la transparencia, valores que se potenciaron en la percepción de la opinión pública a partir del año pasado con su lucha contra la corrupción y las denuncias contra Cristina Kirchner. Como si fuera poco, es una de las políticas más creíbles. El análisis de su lenguaje corporal es unánime: Margarita es la dirigente más segura a la hora de comunicar con su cuerpo. Según los expertos, ganó muchísima credibilidad por la congruencia entre lo que dice, lo que hace y lo que expresa corporalmente. Y cuando uno habla verbal y corporalmente de la misma manera, es creíble.

Lo paradójico es que ser una dirigente tan valiosa y honesta no alcanzó: Stolbizer se quedará afuera del Congreso de la Nación en diciembre y volverá a dedicarse al partido, al menos, hasta la próxima elección de 2019. La única forma de obtener una banca en la Cámara alta por la provincia de Buenos Aires, donde ingresan dos senadores por la mayoría y uno por la minoría, sería que el massismo ganara los comicios de octubre en la Provincia. Algo que hoy no parece posible, ni siquiera en el mejor de los sueños. Quienes conocen íntimamente a Stolbizer explican que su jefa política ya sabía que volvería al llano.

"Desde el momento en que decidió ser la segunda candidata a senadora estaba claro que no iba a entrar", aseguran en su entorno. "Nosotros esperábamos salir segundos y en ese escenario, Margarita tampoco ingresaba al Senado. Sólo Massa", dicen sus voceros de siempre. El objetivo de los líderes de 1País era superar los 20 puntos en agosto, neutralizar la polarización entre Cambiemos y el kirchnerismo y dejar competitiva a la boleta de la fuerza de cara a octubre. No sucedió. Lo lógico para un dirigente tradicional, ávido de poder a cualquier precio, hubiera sido encabezar la lista de diputados, con la que Stolbizer se hubiese asegurado un escaño en la Cámara baja, aún repitiendo el tercer puesto en octubre. Si ella no lo hizo -explican desde el GEN- es porque la carta orgánica del partido impide las reelecciones legislativas por varios períodos consecutivos. "Margarita siempre privilegió al partido, en especial a las bases. Quiere dar lugar a la renovación", insisten.

En esa línea, remarcan que como resultado de la sociedad con Massa, el partido logró colocar varios concejales en las listas y llevar las candidaturas a diputados nacionales de Marcelo Días y Julia Romero, y de Sergio Abrevaya como legislador porteño.

Aún así, es difícil no entrar en las especulaciones sobre la conveniencia de sus últimos movimientos. ¿Por qué ella, que siempre abominó a los dirigentes con pasado kirchnerista, se asoció con Massa, ex jefe de Gabinete de Cristina Kirchner? ¿Qué la llevó a hacer campaña junto a un hombre asociado a la vieja política como Felipe Solá, cabeza de la lista de diputados bonaerenses?

¿Errores de cálculo?

Desde el vamos, la sociedad con Massa no pareció una decisión acertada. La mayoría de los votantes de Stolbizer, que se definen progresistas con alto apego por las instituciones, jamás votarían al tigrense. Pero para encontrar la respuesta acertada, habría que repasar otras decisiones en la carrera política de la diputada.

Radical de origen, Margarita se fue del partido en 2007 cuando la Convención Nacional votó un acuerdo para llevar en la boleta presidencial al economista Roberto Lavagna, mientras otro sector, los radicales K, festejaban que Julio Cobos fuera el compañero de fórmula de Cristina. Los conflictos con la UCR ya se venían acumulando desde hacía rato, ante el narcisismo y la misoginia que reinaba en el partido. A fuerza de rebeldía, formó el GEN, cerró un acuerdo con el ARI de Elisa Carrió y el socialismo y se postuló a gobernadora por la Coalición Cívica.

En 2009, llegaría el Acuerdo Cívico y Social, esta vez con la UCR y el ARI, por el que se presentó como diputada nacional. Cuando ese espacio fracasó, volvió a la carga con el Frente Amplio UNEN, que también terminó volando por los aires tras la conmoción y el reordenamiento político que generó la muerte del fiscal Alberto Nisman en enero de 2015. Carrió dejó esa alianza primero para irse con Mauricio Macri.

La siguieron los radicales. Stolbizer se quedó. Ante la renuncia del socialista Hermes Binner a la candidatura presidencial del espacio, decidió tomar la posta y se calzó ese traje con un discurso enfocado en la decencia y la igualdad. Lo hizo por un nuevo frente, llamado Progresistas, integrado por su partido, el socialismo y Libres del Sur. La falta de un candidato presidencial que arrastre los cargos legislativos en las boletas fue clave en su determinación.

También la certeza de que se dejaría vacante el espacio progresista y de centroizquierda, ante un escenario que consideraba copado por candidatos de centroderecha. "Entre Altamira y Scioli, Macri y Massa no hay nada", repetía entonces Stolbizer como si fuera un mantra. No quería regalar ese lugar a la izquierda y mucho menos consideraba la posibilidad de llegar a un arreglo político con el PRO o el FR.

El resultado fue calamitoso. Sacó apenas el 2,5% de los votos, al ser víctima de la polarización entre Macri y Daniel Scioli, quedó quinta detrás de Nicolás del Caño, y le llovieron las críticas de los analistas políticos. Se la acusó de ir con una candidatura testimonial, de no animarse a construir poder y de sentir fobia por los cargos ejecutivos. Es probable que algo de eso sea cierto. Cuando Vidal era sólo una idea audaz, una encuesta de la consultora Analogías de febrero de 2015 sorprendió al otorgarle a la líder del GEN un 18% de intención de voto como candidata a gobernadora bonaerense. Pero Stolbizer venía diciendo públicamente que no quería volver a postularse por ese cargo, incluso cuando UNEN era una promesa alentadora.

Al comienzo de la gestión Cambiemos, la líder del GEN se mostró con buena sintonía macrista. "Cuando asumió Macri, lo apoyamos un tiempo. También respetamos muchísimo a Vidal y nos dio alegría que le ganara a Aníbal Fernández. Pero con el correr de los meses, el Gobierno no cumplió lo prometido. No hay gestión para mostrar", dicen sus seguidores.

Progresistas desapareció pero la imagen de Margarita comenzó a subir una vez más en las encuestas al salir a protagonizar un raid de denuncias judiciales contra la ex presidenta Cristina Kirchner, muchas de ellas con alta repercusión mediática como la denominada ruta del dinero K. Dispuesta a no malgastar ese capital político, y con la intención de no volver a ser una candidata testimonial, la diputada buscó cerrar una alianza con una fuerza que contara con peso territorial. Con Macri fuera de su mira, terminó como socia de un hombre al que había cuestionado en el pasado, en mímesis con la conversión macrista de Carrió.

"Tuvimos prejuicios con Massa y nos demostró que se puede trabajar en un clima de generosidad absoluta", afirman en su entorno. "Hay leyes de Marga que se aprobaron por apoyo de los votos de Massa. Y lo de Ganancias salió porque él se plantó", justifican.

La polarización volvió a jugarle en contra. Para algunos, hubo otro error de cálculo político. "El problema en la Argentina es que siempre se vota con componentes emocionales", se quejan.

Ahora, ante el peor escenario, los socios de 1País saldrán a buscar a los votantes de Randazzo, aunque saben que podrían quedar atrapados por el voto útil que pedirá Cambiemos. Sea cual fuera el resultado final, lo cierto es que Marga se irá a su casa. "Esto ya le pasó en 2007 y volvió en 2009. No es nada grave", afirman. Una pérdida para el Congreso.

© El Cronista

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