sábado, 19 de noviembre de 2016

CANDIDATURAS / Divas del subdesarrollo

Cristina y Carrió dejan saber que se postularán en 2017 
pero no dicen dónde. Como un show político.

Por Roberto García
Inevitable: las dos remiten al siglo pasado, son sesentonas, expresan un fatuo personalismo y, en su rubro, parecen las divas de antaño, tipo Greta Garbo o María Callas. Por lo menos, es lo que creen.  Narcisistas, ninguna dice en qué distrito habrá de competir, sólo les interesa el saldo, el bordereaux,  como a las artistas. Da lo mismo Santa Cruz, Capital o Buenos Aires, no importa el pueblo que representen. Porque ellas son el pueblo.
Como espectáculo mayor avanza entonces la confrontacion impensada pero deseada, una delicia publicitaria similar a las peleas del año cuando Cassius Clay combatía con Sonny Liston. Ahora, parece, viene otra batalla de esa época, épica, para el 2017, un combate del subdesarrollo político en el gigantesco estadio bonaerense. Es que el boxeo femenino se ha hecho popular en esta última década.

Ambas, en ocasiones, coinciden. Por ejemplo, sobre la dominación política de la Justicia. Hoy Cristina de Kirchner le endilga y reprocha ese poder vicario a Mauricio Macri –seguramente porque estima que dispone de los magistrados con la impudicia que se le atribuía a Ella– mientras Elisa Carrió comparte esa misma opinión cuando denuncia a Daniel Angelici como el influyente oficial en el territorio de los jueces. Lo demostró la ex mandataria al escribir  una carta, con la música de Pappo (Nadie se atreva a tocar a mi vieja), en la que acusa al Gobierno de persecución judicial por investigar favores indebidos que recibió su madre Ofelia, otra de la familia beneficiada en el sorteo estatal del cristinismo. Y Carrió, a su vez, repitió un mensaje semejante cuando se reunió con Macri esta semana para cuestionar, de nuevo, al boquense Angelici, ya que algunas causas cree que son sospechosas. Por ejemplo, una que vincula abogados de Macri con las fundaciones tipo Michetti y parece ignorar otra, más grave, en la que por enlodar a Angelici pueden comprometer al Ejecutivo (referida al pago preventivo para salvar a Macri de una condena). No sólo Cristina, por lo visto, pierde el sueño por Comodoro Py.

Hubo un comunicado oficial sobre el almuerzo Macri-Carrió, una burla de colegio primario a la información, al periodismo. Casi de Maduro. Ese desvarío no ocultó que los protagonistas debían saldar un entuerto, no se trataba de castigar únicamente al titular de Boca, como Carrió había amenazado: era necesario recuperar confianza luego de la escaramuza legislativa en la que se frustró un acuerdo de Macri con Massa para desalojar a la procuradora Gils Carbó y cederle la tutela de los fiscales a una bicameral que preside Graciela Camaño. La autora del derrumbe: Carrió.

Gustos aparte, para la legisladora es peor Camaño que Gils Carbó. Cuestión que fue sencillo de observar cuando ambas se encontraron en un ascensor del Congreso y con deliberada ironía, Carrió saludó a Camaño con un “¿Cómo le va señora de Barrionuevo?”. Hubo respuesta de la aludida al señalar su honra por ser la esposa de Barrionuevo, por tener una familia y por cuidar a esa familia. Al revés de otras, insinuó, añadiendo observaciones más hirientes aun sobre las características de ciertas mujeres. Breve escándalo, guerra total.

En la audiencia con Macri, hubo  otro dañado en ausencia,  Marcos Peña. Se olvidaron de invitarlo, quizás porque Carrió le señaló incompetencias en público, una forma de evitar diálogos tensos. A ver si el jefe de Estado volvía a ser testigo de una situación penosa, como en la que debió soportar las impertinencias que Carrió le propinó a Ernesto Sanz en otro encuentro memorable, con agravios parecidos a los que el peronista Gioja ha desplegado sobre el propio Macri. Tampoco Sanz (quien parece encerrado en el mutismo extremo desde que lo involucraron en los alrededores judiciales de Pérez Corradi), ni siquiera el radicalismo, asiste desde entonces a estas reuniones, lo que genera suspicacias sobre el 33% que a este dirigente y al partido le corresponde ejercer en la coalición de gobierno.

Peña pudo salvar la ropa: a la plática concurrió José Torello, devoto custodio del jefe de Gabinete, aun en los actuales momentos del funcionario. Torello ofrece otra condición, aparte de su vínculo colegial con Macri: por voluntad o delegación incurre en el campo de la Justicia –se advirtió esa curiosidad en el reciente viaje a EE.UU.–, más cerca de Pepín Rodríguez Simón que de Angelici, lo que indica una preferencia del Presidente. Sin embargo, hoy todos pugnan por ubicar al noveno miembro del Consejo de la Magistratura, quien alteraría la paridad política del organismo y le serviría al Gobierno para disciplinar a unos jueces y remover a otros (para tal fin, de cualquier manera ya hay un miembro que se olvidó haber sido designado por el kirchnerismo y está al servicio del requerimiento que le acerquen; se ruega no pedir nombres).

Egos. Carrió, una pesadilla sobre Macri, como lo era Cavallo sobre Menem en otros tiempos y con la misma metodología, confesó que será candidata el año próximo. Cuesta imaginarla enfrentando a Martín Lousteau en Capital, ya decidido a regresar a mediados del año próximo para competir por su propio sello, con quien mantiene reiteradas simpatías a través de un primo del embajador. No habría sorpresas si forman una pareja. Aunque diga lo contrario, para Rodríguez Larreta las dos presencias son una complicación. En Provincia, al revés de Macri, María Eugenia Vidal logró acallar las denuncias de Carrió (sobre su jefe de Policía, por ejemplo), tal vez porque ésta no podría alistarse sin estar enancada en la gobernadora. Esa candidatura constituye, sin embargo, un desafío a la política globalizadora de la Vidal con el peronismo, al que adoptó en el Congreso y habilitó en el Gobierno. Tienta esa candidatura a la Carrió, como le ocurre a Cristina, quien se arriesga a ir aunque puede salir tercera (mientras tiene asegurada una banca si se presenta por Santa Cruz). La pantalla puede más. También para el público.

No se sabe aún lo que piensa Macri sobre este juego electoral, “hombre difícil de dibujar porque debe ser difícil en sí mismo”, según aseguró Hermenegildo Sábat, clarinetista del lápiz cuya cabeza tuvo precio simbólico porque Cristina consideró que no la había retratado como la diva que merecía ser. Recordar que la Garbo ni siquiera se dejaba fotografiar.

© Perfil

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