miércoles, 12 de octubre de 2016

Follow the money

Por Guillermo Piro
Elena Ferrante y su verdadero nombre fueron los objetivos de una investigación del periodista Claudio Gatti publicada el domingo pasado en el diario milanés Il Sole 24 Ore. Gatti demuestra lo que ya, sin pruebas fehacientes, se suponía: que la persona que escribió la tetralogía La amiga estupenda con el nombre de Elena Ferrante sería la traductora Anita Raja. Gatti dice haber encontrado documentos financieros y relacionados con contratos inmobiliarios. Para dar con estos documentos y realizar su investigación, empleó meses.

Gatti descubrió que en 2000 –es decir, cuando se realizó la película basada en El amor molesto, dirigida por Mario Martone– Raja compró un departamento de siete habitaciones en Villa Torlonia, un barrio muy caro de Roma, y que el año siguiente compró una pequeña casa de campo en la Toscana. Pero fue sobre todo después del éxito internacional de las novelas de Ferrante –publicadas en más de cuarenta países, con ventas que se acercan al millón de ejemplares en Italia y 2,6 millones en el mercado de lengua inglesa– que Raja comenzó a recibir cantidades de dinero sólo justificables con un lazo con las novelas de Ferrante.

Gatti consiguió de una fuente anónima información del dinero obtenido de la editorial que publica los libros de Ferrante, Edizioni E/O. Según esta fuente, en 2014 Raja habría cobrado el 50% más que en 2013, y en 2015 el 150% más que en 2014. Raja, que se desempeña como consultora y traductora del sello Edizioni E/O, no podría obtener jamás asignaciones similares, teniendo en cuenta que en Italia –como en cualquier lugar del mundo, por otra parte–, el trabajo del traductor se paga poco. El marido de Anita, el escritor Domenico Starnone, que publica libros con otra editorial, no recibió ni un euro. Lo que no impidió que en junio de 2016 comprara a su nombre un departamento de 227 metros cuadrados también en Villa Tortonia, cerca del de su esposa.

El Nadador de Paestum
Pero está a punto de que se devele otra identidad, que lleva muchos más años de misterio y conjeturas. Se trata del Nadador de Paestum, uno de los poquísimos ejemplos de pintura mural griega, que data del 470 a.C., hallado en 1968 por el arqueólogo Mario Napoli en una pequeña colonia griega del sur de Italia, Paestum, cerca de Posidonia. El mural adorna una de las caras de lo que se llama una “tumba de cista”, un tipo de inhumación que consistía en cuatro losas laterales semienterradas y una quinta que oficiaba de tapa. En esa tapa aparece algo inusual en la iconografía funeraria griega: alguien ignoto se zambulle desde una plataforma en el mar. Las interpretaciones son muchas. Una de ellas dice que el joven difunto era un atleta que hacía natación, cosa que no resulta muy probable, ya que la natación no era una de las actividades deportivas por antonomasia de los griegos; tal vez la zambullida representa el paso a la otra vida. Chi lo sà. El miércoles pasado, Gabriel Zuchtriegel, director del Museo Arqueológico Nacional de Nápoles, dijo haber descubierto la identidad del nadador. Por ahora, sólo arriesgó decir que se trata de un exponente de la elite aristocrática de la antigua Posidonia, pero prometió más revelaciones en estos días. Y eso, permítanme decirlo, me parece mucho más interesante que la identidad secreta de una mediocre novelista italiana con ambiciones inmobiliarias.

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